Casi la mitad del alumnado de Nafarroa asegura haber sido víctima de acoso escolar, según el macroestudio que ha hecho pública la Consejería de Educación. El 31% de los escolares son agresores, mientras que dos de cada tres aseguran haber sido testigos de casos de acoso en el último año.
La autora de la muestra, la catedrática de Evaluación y Diagnóstico Psicológico de la EHU-UPV, Maite Garaigordobil, ha indicado este jueves que no se puede concluir del estudio que esta práctica ha ido a más o a menos, sencillamente porque no se había realizado un trabajo de esta magnitud con anterioridad.
Pese a lo alarmante de las cifras, las expertas que acompañaron al consejero Carlos Gimeno en la presentación han aclarado que Nafarroa se coloca en números similares a los de otras comunidades o, incluso, a los de otros países del entorno.
Garaigordobil ha explicado que las cifras del ciberacoso son menores porque, en muchos casos, suponen la traslación posterior de un acoso cara a cara. En este sentido, un 35% de los encuestados indicaron haber sido víctimas de acoso digital, frente a un 12% que reconoció ser acosador por este medio.
La agresión física estuvo presente en un 14,6% de las ocasiones.
No se puede inferir que el acoso cara a cara sea más grave que el acoso digital. Así, dentro de lo que se consideran prácticas presenciales, en un 42,6% de las ocasiones se trató de agresiones verbales, seguido de agresiones «sociales» (17,8%) y psicológicas (17,5%). La agresión física estuvo presente en un 14,6% de las ocasiones.
En lo que respecta al ciberbullying, llama la atención que, pese a que hay menos casos, el número de «observadores» que tiene es casi igual que en los casos presenciales (67,8%).
La variabilidad, la crueldad y el potencial dañino de las prácticas de ciberacoso es subrayable. Así, un 20% de las víctimas recibe mensajes ofensivos, un 8% es chantajeado, un 12% recibe llamadas anónimas para asustar, a un 4,7% le llegaron amenazas de muerte, un 5,6% padeció acoso sexual, a un 3,1% le robaron fotos o vídeos...
Un 12% recibió llamadas anónimas para asustar, a un 4,7% le llegaron amenazas de muerte y un 5,6% padeció acoso sexual.
La catedrática de Evaluación y Diagnóstico Psicológico fue tajante. El fenómeno es enormemente preocupante. El acoso, en su modalidad presencial y a través de internet, deja una «huella muy negativa» en el 7,1% de los estudiantes entrevistados y un 2,2% de ellos han tenido ideaciones suicidas a causa de esta presión.
«Las consecuencias acaban siendo trastornos psicosomáticos, estrés postraumático, trastornos de sueño, hiperactividad, trastornos alimentarios y muchos síntomas represivos», señaló Garaigordobil, que ha recordado que el suicidio es una de las principales causas de muerte en el rango de edad infantojuvenil.
El 23,4% de los estudiantes participantes en el estudio que declaró haber sufrido este tipo de episodios ha necesitado asistencia psicológica motivada por cuadros de ansiedad, depresión, alteraciones alimenticias, problemas familiares, de rendimiento académico, de uso y abuso de tecnologías, alcohol o drogas y acoso escolar.
De entre las razones que con más frecuencia admiten los agresores cabe destacar –por este orden– el racismo, pensar distinto que el agresor, evitar ser víctima, homofobia, ser torpe o débil y ser amanerado siendo chico (que es homofobia, pero se categorizó distinto en el estudio).
Programa ‘Laguntza’
Itziar Irazabal ha detallado que es en el curso de quinto de Primaria donde el estudio marca claramente el salto cuantitativo de casos. A partir de ahí, el porcentaje de cibervíctimas va en aumento conforme se va pasando de cursos, si bien la encuesta muestra altibajos y no es constante.
El trabajo realizado servirá para establecer recursos de prevención en los centros escolares (donde este problema incide a partes iguales entre centros públicos y privados). Esto se articula a través del programa ‘Laguntza’, donde se forma al profesorado sobre cómo tratar este problema y cómo educar también la afectividad.
Junto con su compañera Mari José Cortés, ha defendido que la escuela debe ser un lugar de diálogo sobre estas materias, asegurando así una buena educación afectivo-sexual, con respecto a las diferentes culturas y siendo garantía de acompañamiento y comunicación con el alumnado trabajando con él la conciencia crítica de manera preventiva.