Periodista

Kyriakos Mitsotakis busca el poder absoluto

El presidente de la derechista ND decidió no formar un Gobierno en coalición porque espera obtener la mayoría absoluta en la repetición electoral en Grecia. Solo el ascenso de la ultraderecha amenaza su victoria. En paralelo, el izquierdista Syriza intenta frenar el auge del socialdemócrata Pasok.

El primer ministro griego, Kyriakos MItsotakis, saluda a sus seguidores durante un acto de campaña en Tesalónica.
El primer ministro griego, Kyriakos MItsotakis, saluda a sus seguidores durante un acto de campaña en Tesalónica. (Sakis MITROLIDIS | AFP)

Después de haber obtenido una victoria contundente el 21 de mayo, Kyriakos Mitsotakis prefirió no formar un Gobierno en coalición para aprovecharse de una ley electoral que ahora entra en vigor y prima con entre 20 y 50 diputados a la fuerza más votada. Con un resultado similar al de mayo, Mitsotakis obtendría con comodidad la mayoría absoluta.

En mayo se registró la diferencia más amplia entre la primera y la segunda fuerza desde 1974: la derechista Nueva Democracia (ND) obtuvo 146 escaños y el 40,79% de los votos, mientras la izquierda, dividida, presenció el batacazo de Syriza, que perdió un tercio de sus votos hasta caer al 20%.

Ahora, en las segundas elecciones generales en un mes, al primer ministro le podría bastar con perder un punto o incluso más, aunque habría que esperar a que los partidos periféricos de izquierda y de ultraderecha no entren en el Parlamento: cuantos más bloques superen el corte electoral del 3%, menos escaños rapiña la fuerza más votada.

En mayo, a las puertas se quedaron los izquierdistas MeRA25 (2,63%) y Rumbo a la Libertad (2,89%) y el ultraderechista Victoria (2,92%). A la ecuación hay que sumarle ahora la formación Espartanos, que ha sido apoyada en público por el neonazi Ilias Kasidiaris, condenado a 13 años por pertenecer a la cúpula de la organización criminal Amanecer Dorado y que, desde la cárcel, dirige un grupo político que la Justicia excluyó de estas elecciones. Kasidiaris asegura que le apoyan medio millón de personas; exagera, aunque no es imposible que Espartanos, al que las encuestas otorgan el 1,4% de los votos, se aproxime al corte. De hacerlo, sería a costa de ND y los partidos de ultraderecha Victoria y Solución Helena.

El trasvase de votos en la derecha puede provocar que las tres fuerzas de ultraderecha entren en el Parlamento, lo que complicaría la mayoría absoluta de Mitsotakis, o que ninguna de estas formaciones supere el 3%, lo que facilitaría una mayoría holgada con la que ND incluso podría acometer reformas constitucionales.

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Las encuestas aventuran que tanto Victoria como Solución Helena rondarían el 3,5%. Son fuertes en el norte del país, en los feudos tradicionales de ND. Dirigida por el conocido derechista Kyriakos Volopoulos, Solución Helena es una formación estable que aúna liberalismo y conservadurismo ortodoxo; en 2019 logró representación y en mayo subió hasta el 4,45%, aunque ahora podría retroceder ante fuerzas más extremas. Victoria, la sorpresa de los pasados comicios con un inesperado 2,92%, es más panhelena, más conservadora y más dada a apoyar las teorías de la conspiración. Su líder, el teólogo Dimitris Natsios, tiene lazos con eclesiásticos del Monte Athos y su auge está elevando las diferencias entre las congregaciones y las instituciones ortodoxas oficiales. Mitsotakis ha asegurado que no pactará con ningún partido a la derecha de ND e insiste en que la estabilidad solo puede llegar con un Gobierno en solitario. De lo contrario, forzará una nueva repetición electoral en agosto. Y si no, otra más. Tiene la baza ganadora y amenaza con eternizar el proceso hasta obtener la mayoría absoluta, que si es holgada le permitirá acallar a las voces internas díscolas.

Lucha intestina en la izquierda

Aun unida, la izquierda no tendría suficientes escaños para gobernar. Grecia gira a la derecha, inexorablemente, y este cambio de tendencia se reproduce en la propia izquierda. El partido Rumbo a la Libertad está dirigido por Zoe Konstantopoulou, expresidenta del Parlamento por Syriza que, como muchas otras figuras izquierdistas, abandonó la formación por desacuerdos con la dirección. Hija de un ilustre líder comunista, impulsó un proyecto personalista que, en mayo, cosechó el 2,89% de los votos. La diferencia reseñable con otros partidos es que Konstantopoulou ha incluido en sus listas a figuras panhelenas que se oponen al acuerdo de Prespa de 2018 entre Macedonia del Norte y Grecia.

Las encuestas vaticinan que Rumbo a la Libertad continuaría su tendencia ascendente y superaría con holgura el 4%. Sin embargo, afronta el problema de quedarse anclado en una deriva ideológica: la izquierda ha visto su tendencia panhelena y, en el otro lado de la balanza, hay opciones de ultraderecha más atractivas y seguras; además, ha sufrido una crisis interna por la confección de las listas electorales. En esta marejada espera pescar Yannis Varoufakis y su formación MeRA25, que en mayo no superó el corte electoral por medio punto. Las encuestas auguran que se dejaría otro medio punto, y caería al 2%. Para invertir la tendencia, Varoufakis necesita mantener a sus votantes y robar de otros grupos de izquierda; podría beneficiarse de que no sea necesario el voto útil para derrotar a la derecha: nadie duda de la victoria de ND.

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Esta coyuntura es resultado de la debacle de Syriza se quedó a 20 puntos de ND. Por eso, el objetivo prioritario del partido de Alexis Tsipras no es gobernar, sino salvar los muebles y obtener un resultado que le permita ser principal oposición a Mitsotakis. Como ocurrió en mayo, Syriza podría perder más votos izquierdistas y socialdemócratas: nada entre dos aguas, sin rumbo claro, acechada por el Pasok de Nikos Androulakis y por el Partido Comunista de Grecia de Dimitris Koutsoumpas.

Syriza perdió 600.000 votos, un tercio de su apoyo. El impulso con el que llegó al poder durante los años de la crisis económica no da más de sí, la fatiga es evidente, y en feudos tradicionales de la socialdemocracia parte de los votos están volviendo al Pasok.

Por eso, el mapa electoral se cubrió de azul en mayo: la socialdemocracia helena dividió sus votos entre Syriza y el Pasok. Llevan tendencias opuestas, y el Pasok, la formación que encumbró a Andreas Papandreu en los años 80, cuenta con un nombre ilustre, atractivo en tiempos de crisis, y con una estructura clientelar robusta. Además de rascar de Syriza, la formación dirigida por Nikos Androulakis busca mantener a sus votantes liberales y a quienes, pragmáticos, piensen en subirse al caballo ganador de Kyriakos Mitsotakis; solo así podría superar el 11,4% que obtuvo en mayo.

A la izquierda de Syriza, los partidos radicales han continuado atacando determinadas posiciones centristas o derechistas de Tsipras; quieren atraer a sus votantes. En esta ocasión, la tragedia del hundimiento de un barco con más de 700 migrantes sacudió la campaña electoral y agravó la difícil posición de Syriza: a diferencia del resto de grupos de izquierda, y aunque promueva un cambio en la política migratoria, Tsipras apoya la construcción de la valla fronteriza en la región del Evros.

Con programas electorales que apuestan por mejorar las infraestructuras y los servicios públicos, principalmente Sanidad y Educación, la izquierda pretende ayudar a los más desfavorecidos y solucionar los problemas derivados de la inflación y el alto coste de la vivienda. La derecha apuesta por un desarrollo con participación privada, por la estabilidad y por la protección férrea de las fronteras. En esta línea, en un peligroso juego nacionalista, la amenaza turca en Grecia ha sido protagonista: ND intentó desacreditar a Syriza, al que acusó de apoyar a candidatos proturcos en la región de mayoría musulmana de Rodopi, la única en la que ND no venció en mayo. Cortos de miras, los derechistas olvidaron que ellos mismos ganaron allí hace cuatro años; por si fuera poco, el desenlace fue el opuesto, y tuvo que dimitir un candidato de la propia ND en Rodopi después de ser señalado como colaborador de Ankara en un documento de la Inteligencia helena.

Es probable que este traspiés no tenga consecuencias electorales en la derecha griega. Nada pasa factura a Mitsotakis: ni el alto coste de la vida ni la cruel política migratoria, tampoco la catástrofe ferroviaria en Tempe, ni siquiera un escándalo de espionaje político; en mayo, Mitsotakis cosechó el 40,79% de los votos, dos puntos más que en 2019. Ante esta situación, la sociedad helena espera su estocada final, que, además, servirá para enterrar a todos esos políticos izquierdistas que ilusionaron cuando estalló la crisis económica.