Jaime Iglesias
Interview
Félix Viscarret
Cineasta

«Vivimos demasiado anclados a nuestros deseos y disfrutamos poco del presente»

Nacido en Iruñea en 1975, debutó en el cine con ‘Bajo las estrellas’, con la que consiguió ganar el Festival de Málaga y el Goya al mejor guion. Ha dirigido filmes como ‘Vientos de La Habana’ (2016) y ‘No mires a los ojos’ (2022). Acaba de estrenar ‘Una vida no tan simple’, su cuarto largometraje.

Félix Viscarret, en la presentación de la película en Málaga.
Félix Viscarret, en la presentación de la película en Málaga. (FESTIVAL DE MÁLAGA)

Resulta difícil no asumir ‘Una vida no tan simple’ como una película catártica. En ella, Viscarret, mediante personaje interpuesto, reflexiona sobre su propio devenir vital, sobre la gestión del ego a la que han de enfrentarse quienes desarrollan un trabajo creativo, sobre las servidumbres de la paternidad, el paso del tiempo y los sueños que fueron quedando atrás.

Cuando en 2007 estrenó ‘Bajo las estrellas’, su nombre fue saludado como el de una de las grandes promesas de la cinematografía estatal. Tras aquel debut, estuvo nueve años sin rodar para el cine y, ahora, en el espacio de nueve meses, ha estrenado dos largometrajes. ¿Su trayectoria refleja la incertidumbre que vive la industria del cine?

Un poco sí y, en esta última película, de hecho, ironizamos sobre ello. De hecho, recuerdo que una vez mi hija me preguntó ‘¿cómo es que ahora te llaman tanto para que hagas cosas?’ y yo le respondí ‘hija mía, este mundo del audiovisual es así: todos se acuerdan de ti a la vez y todos se olvidan de ti a la vez’ (risas). Y ‘Una vida no tan simple’ habla un poco de eso, de un arquitecto que, entrado en la cuarentena, ve cómo quienes solían encargarle los proyectos ahora han encontrado a alguien más joven y más exitoso para reemplazarle. Pero ese conflicto está planteado en clave de humor porque, al final, creo que es muy importante saber reírnos de nosotros mismos.

¿Diría que ‘Una vida no tan simple’ es su película más personal desde ‘Bajo las estrellas’?

Sí, pero eso no significa que no esté orgulloso de los trabajos que he hecho entre medias. Aprovechando que ‘Una vida no tan simple’ es un filme que habla sobre la paternidad te diré que uno, al final, quiere a todos sus hijos por igual. Este proyecto, en concreto, viene de toda una serie de reflexiones que empecé a apuntar cuando mis hijos eran pequeños y que me parecían que tenían un fondo entre cómico y patético a la hora de reflejar ese drama que es intentar adaptarse a la vida adulta.

«No he pretendido hacer una película reivindicativa de un nuevo modelo de masculinidad. Prefiero hablar de vidas concretas»

 

En este sentido, el personaje protagonista de ‘Una vida no tan simple’ está bastante conectado con el que interpretaba Alberto San Juan en ‘Bajo las estrellas’, ¿no? Si aquel sufría el síndrome de Peter Pan y se negaba a crecer, en este caso nos encontramos a un hombre que habiendo crecido anhela dar marcha atrás en su vida.

Es cierto. En esa resistencia del ser humano por adaptarse a los cambios que le impone el paso del tiempo, se producen toda una serie de fricciones que para el personaje son muy dramáticas pero que para el espectador pueden resultar cómicas y hasta entrañables, si las contemplamos desde una cierta distancia. El personaje que interpreta Miki Esparbé en ‘Una vida no tan simple’ está metido en un bucle donde no le sale nada, ni le encargan proyectos ni sus hijos le hacen caso, ni con su mujer parece estar en su mejor momento. Llega tarde a todo y va con la lengua fuera, y eso le mantiene angustiado, le hace sentirse como si fuera el fin del mundo cuando su único drama es no saber adaptarse a esa nueva fase de su vida que se abre ante él y que le exige una serie de responsabilidades adicionales. Vivimos demasiado anclados a nuestros deseos y disfrutamos poco del presente, y la idea que a mí me gustaría trasladar al espectador es que deberíamos revertir eso.

En el cine actual hay muchas películas interesantes dirigidas por mujeres que hablan sobre las servidumbres de la maternidad, pero son pocos los directores que se atreven a abordar el tema de la paternidad. ¿Por qué cree que a los hombres nos cuesta tanto hablar de ello?

Quizá porque no sabemos cómo manifestar los afectos. Los dos personajes protagonistas de ‘Una vida no tan simple’ son un buen reflejo de eso. Ambos son grandes amigos, se admiran, se quieren y disfrutan trabajando juntos, pero no saben cómo decírselo el uno al otro. Dicho lo cual, no he pretendido hacer una película reivindicativa de un nuevo modelo de masculinidad, no me gustaría que mis personajes fueran percibidos como paradigmas de ello. Prefiero hablar de vidas concretas, porque creo que a través de ellas el espectador puede llegar a identificarse mejor con lo que le ocurre a estos personajes y, a partir de ahí sí, reflexionar sobre su propia vida. Miers Van de Rohe decía que ‘Dios está en los detalles’, y es en esos pequeños detalles, retazos de cotidianidad, donde he querido poner el foco. Pero no para plantear ideas sino para reflejar la vida.

Por todo lo que ha comentado hasta ahora, parece imposible no vincular al protagonista de ‘Una vida no tan simple’ con usted. Empezando por cómo un reconocimiento prematuro lastra su carrera como arquitecto, algo que puede extrapolarse a su propia experiencia como cineasta. ¿Son vidas paralelas?

Totalmente (risas). Si elegí que el protagonista de la película no fuera un cineasta es porque no quería incurrir en el ombliguismo típico de esas películas donde se refleja el cine dentro del cine. A mí me interesaba justo lo contrario, es decir, que cualquier espectador pudiera reconocerse en el protagonista, que todos puedan pensar ‘yo también he estado ahí o puedo estar ahí’. ¿Por qué la arquitectura? Pues porque es una profesión creativa que tiene que entenderse con la industria y, como tal, me permitía reflexionar sobre cuestiones como las expectativas que se ciñen sobre ti cuando has recibido un premio muy joven, o sobre el ego y la vanidad que te llevan a pensar que estás en el lugar que te corresponde para, al cabo del tiempo, darte cuenta de que las cosas no funcionan tal y como tú pensabas que funcionaban y que tu lugar es otro.

«Si elegí que el protagonista de la película no fuera cineasta es porque no quería incurrir en el ombliguismo típico de esas películas donde se refleja el cine dentro del cine»

 

En su caso, y ciñéndonos a su trayectoria como cineasta, ¿qué ha llevado peor, la falta de trabajo o la falta de reconocimiento?

Cuando eres padre, añades a tu vida una preocupación nueva y, si no sabes ver eso desde la perspectiva adecuada, puede que crezcan tus miedos, tus neuras, tus preocupaciones… Porque al final lo del trabajo y lo del reconocimiento tiene que ver con la gestión del ego, pero cuando te conviertes en padre tienes que dejar a un lado el yo, ya no eres un artista o un creador sino que formas parte de una colectividad llamada familia. Eso agrega una dosis adicional de incertidumbre a tu vida. La sensación de que las cosas no salen ya no es algo que solo te afecte a ti, sino a los que están a tu alrededor. De tu trabajo dependen otras personas.

Pero me imagino que también es algo que sirve para aplacar la vanidad, ¿no?

Sí, también. Cuando ves a los críos dormir piensas: ‘Yo ya no soy el protagonista de mi peli, son ellos’. Aunque a mi ego le duela reconocerlo, en el momento en que te das cuenta de que son ellos los que le dan un sentido a tu vida, eso resulta más gratificante que cualquier tipo de reconocimiento. Pero a algunas personas, como al protagonista de la peli, darse cuenta de eso les lleva un tiempo.

Los personajes femeninos de la película poseen mucha entidad, algo a lo que no estamos acostumbrados en historias guiadas por una mirada masculina.

Traté de que los cuatro personajes principales nos fueran muy cercanos a todos, no solo Isaías o Nico, sino también Ainhoa y Sonia. En todas mis películas siempre he tratado de acompañar a todos mis personajes y, cuando digo acompañar, me refiero a meternos dentro de su psique, a darles coherencia, por mucho que algunos de sus comportamientos nos sean ajenos. Pero lo importante no es eso sino llegar a comprenderlos, entender por qué actúan como actúan con independencia de que nosotros, en su situación, pudiéramos hacer lo mismo, o no.

‘Una vida no tan simple’ es una película que saca mucho partido al espacio urbano de Bilbo. ¿Qué tipo de inspiración encontró en sus calles?

El hecho de que los protagonistas de la historia fueran arquitectos nos permitía construir el relato como una especie de homenaje abstracto a la ciudad, un espacio que de noche parece mágico, interminable, y de día un lugar de encuentros y desencuentros. Y Bilbao tiene una personalidad muy definida que, si le dábamos el tratamiento cinematográfico adecuado, posibilitaría que fuera percibida como un personaje más, como el personaje que acoge y pone a interactuar a todos los demás. Además me apetecía hacerle justicia en ese sentido, porque creo que el cine muy rara vez ha explotado esa singularidad que posee Bilbao.
De hecho, hasta hace no mucho, este tipo de historias parece que solo resultaban asumibles si las ambientabas en Madrid o Barcelona. Quería que la película tuviera su propia personalidad, de ahí que optase por rodar en una ciudad como Bilbao que no solo está menos vista sino que su singularidad confiere a nuestra película un carácter único y diferenciado.