Iñaki  Iriondo
Cronista político

Covite y Carmelo Barrio ya no respetan ni a los muertos

Covite en las redes y Carmelo Barrio en el Parlamento han denunciado el «homenaje en Ea al etarra Javier Salutregui», olvidando el porqué de ese homenaje: que somos muchos los que le queremos, que se nos ha muerto y que en su vida hizo muchas cosas por este país, lo que le costó la cárcel.

Imagen del homenaje póstumo en Ea a Jabier Salutregi.
Imagen del homenaje póstumo en Ea a Jabier Salutregi. (Aritz LOIOLA)

Leerán la noticia: «Covite documenta 221 actos de apoyo a ETA en los seis primeros meses de 2023». Y si bucean encontrarán que uno de esos «actos de apoyo a ETA» que presentan como «documentados en el Observatorio de Radicalización» de la asociación, es este: «24.06.2023. Ea (Vizcaya). Homenaje al etarra Javier Salutregui».

Y allí, con sintaxis de atestado policial, se dice «homenaje en el frontón abierto de Ea (Vizcaya) el 24 de junio a Javier Salutregui, director de Egin, el periódico de ETA. Se colocaron imágenes suyas alrededor del frontón. Durante el homenaje se realizó un aurresku, se depositaron varias flores y hubo discursos en su honor. Entre los que pronunciaron estuvieron el exalcalde de Llodio Pablo Gorostiaga y el todavía director de “Berria” Martxelo Otamendi. Martxelo Otamendi afirmó que “les hicieron una injusticia enorme a Javier y a todos los trabajadores de Egin”».

Y la asociación de Consuelo Ordóñez asegura que «fue condenado por integración en organización terrorista, al quedar probado que fue nombrado director por ETA y siguió las órdenes de ETA. Queda probado que la designación del puesto ocurrió tras la reunión entre Salutregui y la subdirectora de Egin con el dirigente de ETA José Luis Álvarez Santacristina “Txelis”. El director de Egin contaba con una conexión directa vía módem entre el periódico y ETA, tal y como atestiguan los documentos intervenidos a ETA. La rotativa, ordenadores y el material ofimático eran puestos al servicio de ETA. El comando Sugoi de ETA llegó a utilizar la sede de Egin para ocultar la información de potenciales objetivos de la banda terrorista. En 1993 la rotativa fue empleada por Jarrai para elaborar carteles amenazantes y coactivos contra distintos profesionales de los medios de comunicación. El Tribunal Supremo no hizo más que confirmar dicha vinculación de ETA con Egin».

¿No falta nada?

Al margen del detalle nada despreciable de que el Tribunal Supremo decretó ilegal del cierre de ‘Egin’ por parte del juez Baltasar Garzón, ¿no falta algo sustancial en el informe de Covite?

Lo primero que alguien puede preguntarse es por qué se le hizo un homenaje a nuestro Salu. Pues porque somos muchos los que le queremos, pero, sobre todo, porque se nos ha muerto.

Y se ha muerto después de haber cumplido íntegra, a pulso, hasta el último día, hasta el último minuto, la injusta condena de siete años y medio que finalmente le impusieron entre falsedades bajo la práctica del «todo es ETA».

Salió del maco en 2015 con sus convicciones independentistas y de izquierdas intactas, y –por mucho que le joda a Covite– con todos sus derechos políticos y civiles recuperados. (Al igual que la subdirectora de “Egin”, Teresa Toda, cuya candidatura testimonial en las elecciones municipales también denunciaron desde Covite y jalearon otros). Y la salud, por si esto les alegra, sí que suele resentirse tras la erosión por encarcelamiento durante años en primer grado.

Carmelo Barrio, del PP, pide actuaciones institucionales. Las intervenciones de Covite, por esperpénticas que puedan parecer, suelen tener repercusiones políticas. Recuérdese, por ejemplo, al lehendakari, Iñigo Urkullu, diciendo que «no hay derecho» a que la antes mencionada Teresa Toda o Hasier Arraiz se presentasen en una lista electoral.

En esta ocasión ha sido Carmelo Barrio, del PP, el encargado de llevar al Parlamento la exigencia al consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, de que las instituciones «hagan algo» ante estos «actos de exaltación en nuestras plazas», con el matiz trágico, asegura, de que había «menores, niños y niñas», participando en esos «actos de exaltación a los asesinos». E incluye, porque así lo menciona expresamente en su intervención, el homenaje póstumo en Ea a Jabier Salutregi. Lo que, según dice, «es muy grave» y «rompe nuestros planes de convivencia, nuestras estrategias». «Es intolerable el homenaje a asesinos», concluye.

Tanto Covite como Carmelo Barrio debieran tener más respeto a los muertos, aunque su vida no les haya gustado, y los consideren enemigos, terroristas o asesinos por haber dirigido un diario. Pero también estaría bien que otros no les compraran su discurso, dirigido a constreñir no solo los derechos presentes sino incluso los póstumos de miles y miles de vascos y vascas que han luchado por su país y por sus paisanos; en el caso de Salu con la máquina de escribir, luego a regañadientes con los primeros y primarios ordenadores, en el siguiente paso al frente de ‘Egin’ y siempre, siempre, con el corazón. Y más si esto les costó la cárcel.