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Nueva andanada de bombas de racimo tras 500 días de guerra en Ucrania

EEUU enviará más bombas de racimo a Ucrania, que ya las usa en el frente. Rusia, acusada de hacer lo propio, acusa a Washington de dar «otro paso hacia la guerra mundial» y destaca la «hipocresía» del demócrata Biden. Todo ello 500 días después de que el Kremlin enviara sus tanques al país vecino.

Soldados ucranianos cargan bombas en el frente.
Soldados ucranianos cargan bombas en el frente. (AFP)

Rusia considera que el suministro por parte de EEUU de bombas de racimo a Ucrania es otro paso hacia una nueva guerra mundial, mientras que recuerda que en el pasado Washington dijo que el uso de estos artefactos explosivos «es un crimen de guerra».

El embajador ruso en Washington, Anatoli Antonov, ha asegurado que «la profunda participación de EEUU en el conflicto de Ucrania, incluso sin municiones de racimo, nunca ha estado en duda», pero ha advertido que «el nivel actual de provocaciones estadounidenses está realmente fuera de escala y acerca a la humanidad a una nueva guerra mundial».

Washington «está tan obsesionado con la idea de derrotar a Rusia que no se da cuenta de la gravedad de sus acciones», ha aseverado, para añadir que el suministro de bombas de racimo es «un gesto de desesperación» que «habla de la impotencia» de los socios occidentales de Kiev sobre la marcha de la guerra, que hoy cumple 500 días.

A su juicio, la ayuda militar que presta la Casa Blanca a Ucrania «solo provoca más bajas y prolonga la agonía del régimen de Kiev».

La portavoz del Ministerio ruso de Exteriores, María Zajarova, recordó en su propio canal de Telegram las palabras de la ex secretaria de Prensa de la Casa Blanca Jen Psaki, quien habría dicho el 28 de febrero de 2022 que el uso de bombas de racimo «es un crimen de guerra».

Washington «ha ignorado las opiniones negativas de sus aliados sobre los peligros del uso indiscriminado de municiones de racimo», denunció la portavoz de un país, Rusia, acusado de utilizar ese tipo de armamento en la campaña militar contra Ucrania, que hace lo propio.

Las bombas de racimo albergan un contenedor que se abre en el aire y dispersa una gran cantidad de submuniciones explosivas o «bombetas» en un radio de entre 200 y 400 metros.

Algunas de esas «bombetas» no llegan a explotar al tocar el suelo y pueden detonar tiempo después, poniendo en riesgo a la población civil.

Organizaciones pro-derechos humanos y algunos gobiernos han criticado la decisión de Washington de enviar municiones de racimo a Ucrania.

Biden intenta justificarse

Mientras Ucrania se ha «comprometido» a «no utilizarlas en zonas urbanas para evitar riesgos para la población civil», el presidente de EEUU, Joe Biden, aseguraba ayer que la decisión fue «difícil» pero necesaria, ya que «los ucranianos se están quedando sin munición».

Biden prometió que esas entregas serán «transitorias para ganar tiempo hasta conseguir nuevos proyectiles de artillería», ya que las bombas de racimo «son compatibles» con las lanzaderas de proyectiles de 155 milímetros cedidas a Ucrania.

La decisión ha causado malestar en muchos representantes demócratas, que recuerdan a su presidente que «la historia recuerda tanto al ganador de una guerra como la forma en la que esta se gana».

Casualmente, la legisladora demócrata Ilhan Omar introducía el pasado jueves una enmienda a la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) para prohibir la venta de ese tipo de armamento, recordando que 123 países, entre los que no está Ucrania, han ratificado la convención que veta su uso.

Por contra, la oposición oficialista republicana saluda esa decisión como «la manera más rápida de acabar la guerra» y apuesta por enviar a Ucrania misiles ATACMS, que tienen un alcance similar al misil de crucero Storm Shadow que Gran Bretaña ya ha mandado, y acelerar la entrega de los cazas F-16.

Precisamente es la renuencia de EEUU a enviar ese nuevo armamento la que está detrás de su decisión de mandar a Kiev bombas de racimo.