Alberto Núñez Feijóo confiaba en que la jornada electoral de ayer fuera para él como la contrarreloj entre Passy y Combloux para Jonas Vingegaard. Tras unas jornadas en las que parecía que el PSOE estaba invirtiendo la tendencia, el líder PP confiaba en que en la cita importante, la de las urnas, acabara confirmando lo que los sondeos habían apuntado durante todo la campaña.
Y lo cierto es que el partido derechista venció, pero lo hizo de forma mucho más justada de lo que se anunciaba y, sobre todo, de lo que se esperaba en la sede de la calle Génova de Madrid, donde las banderas ondearon a última hora de la noche más por obligación que por otra cosa. La suma del PP y Vox, pareja de hecho ya en varias comunidades y en miles de municipios, no alcanza la mayoría absoluta. Tampoco con el eventual apoyo del representante de UPN, Alberto Catalán, que finalmente sí ha logrado asiento en Madrid.
Hacen falta 176 escaños para controlar la Cámara Baja y entre esos tres partidos se quedan en 170 -algunos medios sumaban ayer a Coalición Canaria en un posible bloque de derechas, pero la formación insular ha dicho que no apoyará al PP si va con Vox-, un par de escalones por debajo.
En el lado contrario, los partidos que han sostenido al Ejecutivo de Pedro Sánchez en la pasada legislatura han obtenido 172 diputados y diputadas en estos comicios, lo que abre la puerta a una investidura del mandatario, aunque en un escenario mucho más apretado que hace cuatro años y sin lograr la mayoría absoluta.
En este sentido, los siete escaños de Junts, que aun perdiendo un representante ha sido el partido menos afectado por la debacle independentista en Catalunya, pueden ser decisivos para articular mayorías, aunque sea a través de su abstención, y viendo cómo se ha desenvuelto ese partido en los últimos años en el Congreso, no se lo va a poner fácil a nadie. En esa tesitura, algunas voces deslizaban por la noche la posibilidad de que se produzca una repetición electoral.
Es una opción que está sobre la mesa, pero el riesgo de abrir esa puerta y otra nueva oportunidad a la derecha extrema de PP y Vox puede propiciar espacios de acuerdo y romper el bloqueo. En 2019, tras las elecciones de abril, la imposibilidad de alcanzar un pacto entre PSOE y Unidas Podemos condujo a una repetición que no derivó en un vuelco a la derecha porque Ciuda- danos mantuvo más de un millón y medio de votos que lastraron la suma de escaños del bloque reaccionario, pero repetir la jugada dentro de unos meses sería una temeridad.
Por otro lado, los resultados en el Senado, donde el PP sí que se ha hecho con la mayoría absoluta, con 120 representantes -el PSOE se queda en 72-, añaden un plus de dificultad a una posible entente entre las fuerzas que han sostenido al Gobierno de PSOE-UP. De modo que todo está en el aire.
PSOE-SUMAR Y PP-VOX, CASI EMPATADOS A VOTOS
De momento, ayer Pedro Sánchez y Yolanda Díaz respiraron aliviados -casi eufóricos, en realidad- tras conocerse los datos definitivos. Y lo cierto es que ambos tenían motivos de celebración, ya que los espacios políticos que representan mejoraron sus resultados respecto a los comicios de 2019. El PSOE sube en voto -un millón más- y porcentaje, del 28% al 31,7%, y encara la legislatura con 122 diputados y diputadas, dos más que hace cuatro años.
Por su parte, la candidatura encabezada por la vicepresidenta logra rehacerse de la polémica constitución de Sumar, con la exclusión de la ministra de Igualdad, Irene Montero, como factor que le ha acompañado toda la campaña, y cosecha cinco escaños más que los que tuvo Unidas Podemos, 31, aunque no alcanza los 35 que sumaba con el resto de siglas que conforman la coalición.
En frente, el PP rentabiliza la OPA a Ciudadanos, el voto arramplado a Vox y el clima mediático tan favorable tras la llegada de Feijóo a la dirección, y pasa de cinco a ocho millones de papeletas. Pero los 136 escaños que obtiene con ellos (47 más) son insuficientes para armar una mayoría de gobierno.
En gran medida, porque su socio (Vox) se deja en este envite 19 de los 52 representantes que tenía en el Congreso, y algo más de 600.000 votos. No es poco para un partido cuya función va a ponerse en duda si no posibilita mayorías de la derecha. De modo que si ayer por la noche Feijóo tenía al menos el consuelo de haber ganado los comicios, aunque no le sirva de mucho, Santiago Abascal sufrió una derrota sin matices, pues no puede compensar la pérdida de apoyo electoral con una posible entrada en el Ejecutivo.
FINAL DE CAMPAÑA HORROROSO
Se había comentado que la última semana había sido horrible para Núñez Feijóo. Por un lado, renunció a asistir al debate previsto en TVE junto a Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y Santiago Abascal, lo que una vez pasado se entendió como un fallo; cometió errores gruesos, como situar Huelva a orillas del Mediterráneo; e hizo unas lamentables declaraciones sobre la estética de la cabeza de lista de Sumar que hicieron aflorar un machismo sonrojante.
Se especulaba si todos esos errores acabarían lastrando los resultados del aspirante, y parece que así ha sido. Desde luego, los gritos de «¡presidente, presidente!» de los seguidores del PP en la calle Génova sonaron forzados, y quien más quien menos ya especula con un final abrupto de la carrera política del gallego. No va a ser algo que se dilucide en las próximas semanas, pero la sombra de Isabel Díaz Ayuso, cuyo nombre fue coreado por los reunidos en la céntrica calle madrileña, es alargada.
El propio Feijóo fue llamado a Madrid tras la crisis entre Ayuso y Pablo Casado, que acabó con el destierro forzoso del presidente del PP, y entonces se especuló con que la mandataria madrileña solo estaba esperando su oportunidad. No tardaremos en saber si esta le ha llegado en una calurosa noche de verano que nadie olvidará.