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Escenarios del drama de miles de migrantes, de la selva del Darién a Libia

La selva del Darién, con más de 100 kilómetros de longitud y zonas aún inexploradas, es uno de los cruces fronterizos más peligrosos del mundo. La OIM ha registrado la muerte o desaparición de al menos 137 migrantes. Al otro lado del océano, 1.200 migrantes han sido expulsados por Túnez al desierto.

Migrantes haitianos atraviesan la selva del Darién en el Departamento colombiano del Chocó.
Migrantes haitianos atraviesan la selva del Darién en el Departamento colombiano del Chocó. (Raúl ARBOLEDA | AFP)

El drama migratorio traspasa geografías y contextos. En el siguiente reportaje se recogen tan solo cuatro escenarios donde las esperanzas de mejores condiciones de vida se topan con la inmensidad de una selva, la del Darién, entre Colombia y Panamá, una de las más peligrosas del mundo, el crudo desierto entre Túnez y Libia, la lentitud burocrática en Nueva York, o la desatención en el Mediterráneo.

Selva del Darién

Entre el 1 de enero y el 30 de julio de este año, 248.901 migrantes cruzaron el Darién, la peligrosa selva que divide Panamá y Colombia, una cifra histórica que supera la cantidad récord de migrantes que atravesaron esta frontera durante todo el año pasado, según informó el Gobierno panameño, que espera que este año la atraviesen 400.000 personas.

En rueda de prensa, la subdirectora nacional de Migración de Panamá, María Isabel Saravia, precisó que más de la mitad (cerca de 137.000) son venezolanos, seguido de ecuatorianos y haitianos (con más de 34.000 de cada nacionalidad), mientras que de Asia destacan los ciudadanos chinos (unos 10.500) y de África los cameruneses (más de 1.000). Del total, 21% son niños, niñas y adolescentes, de los cuales la mitad tiene cinco años o menos, añadió.

«Nos encontramos ante una crisis humanitaria de grandes proporciones. Esto es algo que Panamá no puede atender solo», incidió Saravia. «Una selva, en su definición, no es un lugar transitable, es un lugar peligroso y más cuando colinda con un área gris del lado de Colombia, donde reina el crimen organizado. Desde Panamá hacemos un llamado de atención, si bien migrar es un derecho humano, no es digno hacerlo en las condiciones que prestan este tipo de realidades peligrosas». Pidió a la comunidad internacional «atender las causas de esta movilidad».

En declaraciones a AFP, Martha Keays, directora de la Federación Internacional de la Cruz Roja, subrayó que «hablamos de personas que viven un sufrimiento inimaginable». La frontera natural del Darién, de 266 kilómetros de largo y 575.000 hectáreas de superficie, se ha convertido en un corredor para los migrantes que, desde Sudamérica, tratan de llegar a Estados Unidos a través de América Central.

Realizan esta travesía pese a estar plagada de peligros como animales salvajes, ríos caudalosos y organizaciones criminales que les roban o les exigen pagos para guiarlos en su ruta.

«Estas personas llegan heridas, deshidratadas, en shock, con reacciones alérgicas severas y complicaciones de embarazos o enfermedades crónicas que pueden agravarse en los miles de kilómetros que aún tienen por delante para llegar a su destino», denunció Keays.

Largas colas en Nueva York

Cientos de migrantes procedentes de Venezuela, Colombia, Nicaragua, Ecuador, Senegal, Mauritania y Chad pernoctan frente al conocido hotel Rooselvet tras llegar a Nueva York. Sentados en la acera, protegiéndose con sombrillas o cartones del sol, algunos comen sandwiches y bebes agua que les han proporcionado; otros se entretienen jugando con sus móviles o conversando. «Queremos trabajar», es lo que todos manifiestan ante la pregunta de por qué han ido a Nueva York.

Ante el colapso de los albergues públicos, la ciudad, con una ley que le obliga a dar albergue a quien lo solicite, ha tenido que alquilar hoteles, tanto en la zona metropolitana como al norte del estado, y recurrir a otros espacios para usarlos como refugios. El pasado viernes, ante la ola de calor, las autoridades enviaron varios autobuses donde algunos migrantes pudieron pasar la noche con aire acondicionado. El hotel Roosevelt, con capacidad para mil personas, ya no tiene espacio.

Abandonados en el desierto

Caminando hasta el agotamiento, cientos de migrantes africanos llegan cada día a Libia, tras haber sido abandonados en la frontera, en pleno desierto, por las fuerzas de seguridad tunecinas. Solo el pasado domingo, un centenar de migrantes fueron localizados por guardias libios cuando deambulaban en una zona árida deshabitada cerca de Sebjat al Magta. La temperatura superaba los 40 grados.

Según datos de HRW, al menos «1.200 ciudadanos subsaharianos» han sido expulsados por las fuerzas de seguridad tunecinas hacia las fronteras con Libia, al este, y con Argelia, en el oeste.

Haytham Yahiya es sudanés. Trabajaba desde hacía un año en el sector de la construcción en Túnez, donde llegó clandestinamente pasando por Níger y Argelia.

«Estaba en el trabajo cuando me atraparon y me trajeron aquí, primero en un coche de policía, luego en un camión militar y luego me abandonaron, diciéndome de ir a Libia», relata a AFP. Bajo un sol abrasador, sin agua ni comida, algunos de ellos han «caminado durante dos días».

Las autoridades libias han encontrado hasta el momento menos cinco cuerpos, entre ellos el un padre y su hijo de corta edad, y el de una madre y su hija.

Una decena de organizaciones humanitarias, entre ellos Médicos del Mundo y Abogados Sin Fronteras (ASF), han alertado del «recrudecimiento» de la discriminación y la violencia contra los migrantes en el país magrebí «que les obliga a una fuga permanente y les impide hacer valer los derechos humanos inalienables».

El Ministerio de Exteriores tunecino tachó de calumnias estas informaciones difundidas en medios y redes que solo buscan dañar la imagen del país, y defendió que el Estado no puede hacerse responsable de aquellas personas que se encuentran fuera de su territorio El presidente Kais Said pidió en febrero a las fuerzas de seguridad tomar medidas urgentes contra las «hordas» de migrantes que forman parte de una «conspiración» para cambiar la identidad «arabo-musulmana» del país.

En solidaridad con los migrantes expulsados, el cantante congoleño y residente en el Estado francés Maître Gims ha cancelado el concierto que tenía previsto dar el 11 de agosto en Túnez.

«Niños, mujeres, hombres expulsados de Túnez hacia Libia viviendo en condiciones inhumanas. Yo no puedo mantener mi viaje a Túnez. No sé cuáles son las soluciones pero este desamparo extremo es insoportable», declaró el rapero en sus redes.

Más rescatados en el Mediterráneo

La ONG Open Arms localizó y asistió ayer a unas 40 personas, incluidas 6 mujeres y 3 niños, a bordo de una embarcación a la deriva en aguas internacionales hasta que han sido rescatadas por las autoridades italianas. «Las 40 personas auxiliadas por el velero Astral –a las que la ONG proporcionó chalecos salvavidas– fueron rescatadas por una lancha patrullera de la Guardia de Finanzas italiana. Afortunadamente, la intervención conjunta de nuestro barco y las autoridades italianas evitó lo peor, el barco se hundió durante el traslado. En el mar es fundamental llegar a tiempo». «¿Cuántas embarcaciones naufragan a diario en el Mediterráneo sin que nadie se dé cuenta?», se preguntó.

Sin embargo, no pudieron socorrer a otra embarcación con 170 personas a bordo que fue interceptada por guardias libios.

«Avisamos a todas las autoridades y hasta tres barcos mercantiles que navegaban cerca para que interviniesen con urgencia. Hemos sabido que la embarcación ha sido interceptada por las milicias libias y devuelta al país norteafricano. ¡Las devoluciones son ilegales! Reiteramos que dar socorro a los náufragos es una obligación moral y legal, amparada por los Convenios Internacionales y la Ley del Mar», denunció ayer a través de Twitter.