Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

Pacientes de Cruces están perdiendo la paciencia por el transporte sanitario

Muchas personas que acuden a rehabilitación a Cruces y necesitan hacer uso del transporte sanitario se muestran algo más que molestas por las deficiencias en el servicio de ambulancias, que está subcontratado.

Imagen del Hospital de Cruces.
Imagen del Hospital de Cruces. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

Edurne lleva casi cuatro meses acudiendo casi todos los días a Cruces para asistir a sesiones de rehabilitación por una lesión en la médula, de la que fue intervenida quirúrgicamente. Estuvo ingresada en torno a un mes, y desde que le dieron el alta, en abril, se desplaza desde su domicilio, en Lekeitio, para ser atendida. Está contenta, porque evoluciona bien, pero esa satisfacción no aplaca el enfado que tanto ella como muchos otros pacientes del hospital vizcaino sienten por el deficiente servicio de transporte sanitario.

Explica que en todo este periodo «jamás» ha realizado en el tiempo previsto el trayecto de vuelta a casa, porque la ambulancia nunca sale cuando corresponde. «Ni siquiera empezamos a preocuparnos hasta que pasa media hora» de la hora convenida, señala en declaraciones a GARA esta lekeitiarra que, en principio, debería partir de regreso a casa a las dos de la tarde –tiene sesiones de fisioterapia desde las 12.00 a las 14.00 horas–, pero que ha visto cómo la espera puede alargarse hasta las cuatro, las cinco o incluso alguna vez hasta las seis. Casi nada.

También señala que en el trayecto entre Barakaldo y Lekeitio se hacen paradas en diferentes puntos para recoger a otros pacientes, «lo que es totalmente entendible, porque hay que optimizar el servicio», pero añade que «lo que no se puede aceptar es que para ello tengamos que retrasar la salida del hospital dos o tres horas». Tampoco cree correcto que la ambulancia se desvíe mucho del itinerario, pues si bien «es lógico pasar por Ibarrangelu, Elantxobe o Ispaster, lo que no tiene sentido es que para llegar a Lekeitio vayamos por Mungia o Laukiz».

«Parece que piensan que no tenemos derecho a disponer de nuestras vidas», señala, e insiste en que «yo debería estar en casa a las cuatro, para hacer allí lo que crea conveniente; estudiar inglés, hacer punto o echarme en la cama». Pero a veces a esa hora ni siquiera han salido del hospital.

«Me están robando esa parte de mi vida», zanja contundente, y aunque valora que contar con un servicio así, que traslada a los pacientes desde sus domicilios al hospital y que los lleva de vuelta, «es un lujo», y eso hay que agradecérselo a Osakidetza, apostilla que «ya que ese servicio está funcionando, creo que debemos pedir que funcione bien».

Y más cuando, apunta, «un servicio que debería ser público está en manos privadas».

Un servicio subcontratado

Y es que el servicio de transporte sanitario está subcontratado por Osakidetza. Y el montante no es en absoluto pequeño: según datos de ESK, en abril del 2021 se ejecutó el contrato de Transporte Sanitario No Urgente para la CAV con un presupuesto de 178.903.476 euros.

En el caso de esta vecina de Lekeitio y del resto de pacientes que se encuentran en la misma situación en Cruces, las ambulancias que les trasladan pertenecen a Grup La Pau, la misma empresa que a principios de junio pasado tuvo que pedir disculpas tras conocerse que un niño de 9 años de edad con parálisis cerebral estuvo esperando casi doce horas a que llegara su ambulancia.

Sin llegar a ese extremo, las personas que acuden al hospital vizcaino para someterse a rehabilitación por diversos tipos de dolencias también se sienten mal atendidos en lo que al transporte se refiere. «Es terrible la imagen de gente esperando y esperando», dice esta paciente que ha contactado con NAIZ, y señala que algunas salidas «son incluso más caóticas que la mía. Es increíble la cantidad de gente que puede estar esperando».

Denuncia penal de ESK

Al margen de todos estos problemas, Ambulancias La Pau ha sido noticia porque ESK presentó en julio una denuncia penal ante la Fiscalía de Araba contra el presidente de la empresa y contra el director de Aseguramiento de Contratación Sanitaria del Departamento de Salud, «para dilucidar si han cometido un delito de prevaricación y de uso indebido de dinero público».

En un comunicado, el citado sindicato explicó que en reiteradas ocasiones ha puesto en conocimiento del citado director las «continuas irregularidades que comete la empresa privada que gestiona el transporte sanitario en Alava».

Según ESK, se trata de «irregularidades relacionadas con el incumplimiento de los pliegos, en materia de prevención de riesgos laborales y en materia de relaciones laborales y derechos fundamentales de la plantilla, acarreando estos últimos fuertes sanciones económicas». Los problemas, señaló entonces el sindicato, vienen de lejos, ya que en un escrito registrado el 28 de noviembre y dirigido a dicha dirección de Aseguramiento y Contratación, se pidió la resolución del contrato que mantenía con Ambulancias La Pau.

La respuesta de Lakua fue la nueva adjudicación por tres años más del servicio sanitario en Araba, ampliando además la parte de Bizkaia que aún no controlaba, por un monto total de 140 millones. Por ello, ESK entiende que puede haber un posible delito de prevaricación y uso indebido de dinero público y ha instado a la Fiscalía a iniciar el correspondiente expediente investigador.

Por su parte, la firma concesionaria indicó que no tenía constancia de la denuncia y sostuvo que los hechos descritos por ESK no eran ciertos.

Sin queja de los profesionales

Ajenos a todo esto, los pacientes no es que tengan queja alguna de los profesionales; ni de quienes van con ellos en las ambulancias ni del resto de sanitarios. Al contrario, Edurne destaca que «son atentos, simpáticos, y cumplen su trabajo muy bien». Pero insiste en que «no se está ofreciendo bien ese servicio, que al final estamos pagando entre todos». Es de la opinión de que «no es que falten ambulancias, es que falta personal». «No tienen gente suficiente para responder a situaciones que son tan diferentes», señala, y agrega que los propios profesionales admiten que no llegan a todo.

También son conscientes de lo que ocurre los sanitarios y celadores que les atienden en el hospital, que «hacen frecuentemente un parte de incidencias» explicando cuál es la situación de sus pacientes. Unos partes a los que, lamenta la vecina de Lekeitio, se les hace caso omiso. Ante esta actitud indolente, tanto ella como el resto de las personas afectadas exigen soluciones. Son pacientes con mucha paciencia, pero esta acaba agotándose.