Mariona Borrull

El 80 Festival de Venecia arranca con fuerza y a pesar de todo

La italiana ‘Comandante’, de Edoardo De Angelis, inaugura una de las ediciones más imprevisibles del mandato de Alberto Barbera, marcada por las huelgas en Hollywood.

Visitantes pasean ante una de las sedes del festival.
Visitantes pasean ante una de las sedes del festival. (Gabriel BOUYS | AFP)

Se esperan turbulencias en el Lido, pero por lo menos el festival avanza. En julio, cuando el mismo Barbera anunció que finalmente ‘Challengers’ no abriría la Competición con motivo de las huelgas de actores y guionistas en Hollywood, que han retrasado su estreno hasta 2024, el futuro parecía bastante negro en la costa italiana. En definitiva, la comedia dirigida por Luca Guadagnino, con Zendaya y Timothée Chalamet, era epítome y participante del suministro de esponsors y cash que necesita el festival y la prensa. Sin embargo, Barbera puso marcha firme adelante y hoy el panorama pinta bastante mejor.

Estos días, el Palazzo del Casinò verá el estreno mundial de títulos que ya suenan para los Oscars, como ‘Ferrari’, biopic de Michael Mann protagonizada por Adam Driver; ‘Origin’, sobre la Pulitzer Isabel Wilkerson dirigida por Ava DuVernay; y ‘Maestro’, donde Bradley Cooper escribe, dirige, produce y se pone en la piel de Leonard Bernstein. Con la película póstuma de William Friedkin (‘The Caine Mutiny Court-Martial’) se honrará al fallecido cineasta, el otro gran celebrado de la semana junto a Wes Anderson, León de Honor y compitiendo con ‘La maravillosa historia de Henry Sugar’. Habrá motivos suficientes de alegría y antesalas taquilleras: nuevo thriller impertérrito de David Fincher (‘The Killer’, con Michael Fassbender), Richard Linklater insistiendo en la comedia, también sobre asesinos a sueldo (‘Hit Man’), Emma Stone y Yorgos Lanthimos colaborando en la ácida‘Poor Things’ y la revisión de Sofia Coppola del mito de Priscilla Presley, producida por A24 y sin el permiso de la familia…

A quienes dudaban por la falta de estrellas en la alfombra: no sufran. Adam Driver, Jessica Chastain y Mads Mikkelsen han sido las últimas incorporaciones en una lista de nombres celebérrimos que estos días desfilarán por la alfombra roja, bajo el permiso del sindicato, por apoyar a ‘producciones independientes’. También se espera la presencia de Shailene Woodley y Penélope Cruz (por ‘Ferrari’), de Caleb Landry Jones (‘The Promised Land’), Jacob Elordi (Elvis en ‘Priscilla’) y toda una suerte de estrellas europeas, que no trabajan con SAG-AFTRA: Willem Dafoe, Lily James, Liam Neeson, Joe Keery… Además de la élite de cineastas que acompañan sus películas.

En un recinto que ha amanecido bajo la lluvia, el bajón finalmente no ha sido para tanto. ‘Comandante’, de Edoardo De Angelis (creador de la serie ‘La vida mentirosa de los adultos’, de Netflix), ha cerrado la primera sesión de prensa con aplausos más que suficientes. Retrato del temerario capitán de corbeta de la Regia Marina Salvatore Todaro, la película explica el acontecimiento que hizo célebre al submarinista italiano, aún en tiempos de la Segunda Guerra Mundial: el rescate y convivencia con 26 marines belgas, que habían atacado al buque a pesar de su supuesta neutralidad.

Retrato esculpido en el mármol buenista pero decidido de Pierfrancesco Favino, habitual del certamen y cuya carrera ya está plenamente asentada en los paterfamilias trágicos (‘El colibrí’, ‘Nostalgia’, ‘Padrenostro’), la película se aposenta narrativa y visualmente sobre el romanticismo de las coproducciones europeas sobre los hombres y el mar. Incluso cuando pareciera que el film vira hacia aguas oscuras, con la muerte paulatina de los navegantes del submarino, abatidos en combate, De Angelis y su coguionista Sandro Veronesi (‘El colibrí’) reculan y deciden emplear el arma de guerra para reflexionar, tras un nacionalismo italiano enarbolado aunque inocuo, sobre el estado de la convivencia europea.

La historia de un hombre se convierte pronto en una fábula con moraleja al final, que la salva de cualquier pretensión de realidad y que pronto la vuelve un encadenamiento de planos pictoricistas y diálogos perfectamente hilvanados (¡nunca se vieron marines con tanta ocurrencia!), más que en una conversación en la que participar.