Morena, fuerza política favorita para los comicios de 2024, mayoritaria en el Parlamento y gobernando en 23 de los 32 estados mexicanos, ha elegido a la exalcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, como candidata para las presidenciales de 2024. Sheinbaum, favorita del aparato del presidente Andrés Manuel López Obrador y del círculo que lo rodea, se ha impuesta con una amplia ventaja en un proceso de primarias, inédito en la historia de México, que se tensó después de que uno de los principales aspirantes, el excanciller Marcelo Ebrard, cuestionara su validez y exigiera su repetición.

Ebrard criticó las primarias al acusar a funcionarios de Morena, del Gobierno federal y de la Ciudad de México de usar recursos para movilizar a votantes a favor de Sheinbaum. Las fricciones entre Ebrard y Sheinbaum representan una prueba de unidad para Morena. El presidente, López Obrador, ha afirmado no haber «inclinado la balanza» a favor de ningún aspirante. «Se acabó el dedazo –dijo–, los ciudadanos deciden, tomaron en cuenta mis recomendaciones y ya».

Choque de estilos

Reservada y prudente, sin carisma según sus adversarios, Sheinbaum es una científica nieta de abuelos judíos provenientes de Bulgaria y Lituania. Reivindica ser una «hija del 68» y no haber pertenecido jamás al PRI, el viejo partido hegemónico durante 70 años en el siglo XX. Procedente de la burguesía intelectual de la capital, promete defender a los más pobres y continuar las políticas de López Obrador, limitado a un único mandato de seis años por la Constitución.

La opositora Gálvez es originaria de un pueblo del estado de Hidalgo. Xóchitl (flor en idioma náhuatl) nació en una familia pobre, de padre indígena otomí y madre mestiza. Ingeniera y empresaria de éxito, duda en usar palabrotas en sus discursos: «Mi regla de oro: no quiero rateros, ni huevones, ni pendejos». Se declara liberal y progresista, sintetizando el ideario de los tres partidos que la respaldan: el liberalismo económico del derechista PAN, el ideal de justicia social del izquierdista PRD y la herencia institucional del PRI.