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Los clérigos iraníes aumentan la represión para evitar protestas al año de la muerte de Amini

El régimen teocrático iraní se ha puesto en guardia ante el aniversario hoy de la muerte de la joven kurda Mahsa Amini, que desató una fuerte oleada de protestas en el país. El Gobierno de los clérigos ha aumentado la represión, aunque cada vez más mujeres desafían las normas sobre su vestimenta.

 Retrato de la joven Mahsa Amini, símbolo del movimiento «Mujer, Vida, Libertad», en una manifestación en Bruselas.
Retrato de la joven Mahsa Amini, símbolo del movimiento «Mujer, Vida, Libertad», en una manifestación en Bruselas. (Kenzo TRIBOUILLARD | AFP)

Las autoridades iraníes han ido aumentando la represión a medida que se acercaba el primer aniversario de la muerte de la joven kurda Mahsa Amini para evitar la reanudación de las manifestaciones que colocaron a las mujeres en primera línea de las protestas en el otoño de 2022.

Tanto activistas como familiares de manifestantes fallecidos en aquellas movilizaciones están siendo objeto de estos arrestos.

Aparentemente, la inmensa área metropolitana de Teherán estaba en calma en las horas previas y no se ha anunciado públicamente ningún evento para conmemorar este aniversario, hoy, festivo por una celebración religiosa.

Pero los teheraníes denuncian una mayor presencia policial en las calles principales y una clara ralentización de la velocidad de las conexiones a internet en los últimos días.

En la popular plaza de Tajrish, en el norte de la capital, se desplegó ya ayer un gran número de efectivos antidisturbios, al igual que en el cruce de Parkway –donde un grupo de policías en moto vigila la zona– en la plaza Valiasr o Enqelab, donde está situada la Universidad de Teherán.

Los servicios de seguridad y de Inteligencia están «vigilando atentamente» posibles acciones de protesta relacionadas con el aniversario, advirtió el jefe adjunto de Justicia, Sadeq Rahimi. «En esta ocasión actuaremos con más determinación», añadió.

El propio presidente iraní, Ebrahim Raissi, en una entrevista con la cadena estadounidense NBC, avisó a «quienes pretendan abusar del nombre de Amini para crear inestabilidad en el país que pagarán «un coste elevado».

Rahimi advirtió, sobre todo, a los detenidos que fueron liberados de que se enfrentarán al doble del castigo si vuelven a protestar.

La vigilancia es aún más estrecha en las regiones que estuvieron en primera línea de las protestas del año pasado, sobre todo en Kurdistán, la región natal de Mahsa Amini.

El propio tío de Amini Safa Aeli fue arrestado al semana pasada en su casa de Saquez y se desconoce su paradero. Padres de manifestantes muertos en las protestas han denunciado que las autoridades les exigen silencio ante el aniversario. «Resistiremos hasta el final», replicaron en un comunicado.

Desde su muerte, el rostro de esta joven de 22 años sigue siendo el símbolo del movimiento de protesta “Zan, Zendegi, Azadi” (“Mujer, vida, libertad”), lanzado al día siguiente de su muerte tras su detención por la llamada policía de la moral por incumplimiento del estricto código de vestimenta vigente en Irán.

En los días siguientes, las manifestaciones se extendieron desde Kurdistán hasta Sistán-Baluchistán en el sur, pasando por Teherán y las principales ciudades. Al menos 500 personas murieron y miles más fueron arrestadas. Además, siete hombres fueron ejecutados acusados de participar en este movimiento.

«La gente todavía está traumatizada por los acontecimientos del año pasado y teme que la violencia vuelva a producirse», señala Mohammad Sadegh Javadi-Hessar, un activista de Mashhad (este).

Mujeres en la plaza Vanak, en Teherán. (Atta KENARE/AFP)

El jefe del aparato judicial de Irán, Gholamhosein Mohseni-Ejei, afirmó a principios de julio que los tribunales del país han abordado hasta ahora más de 20.000 casos relacionados con las protestas. La persecución ha alcanzado al propio abogado que lleva el caso de Mahsa Amini, Sale Nikbajt, contra el que un tribunal ha iniciado un juicio por «propaganda contra el régimen» por sus entrevistas con medios extranjeros.

Aunque ya no se organizan manifestaciones masivas, muchas mujeres continúan desafiando a las autoridades saliendo con la cabeza descubierta en lugares públicos de las grandes ciudades.

«La consecuencia del movimiento Mahsa Amini es que la sociedad iraní se ha vuelto más colorida y más animada. La vestimenta femenina ha evolucionado considerablemente. Antes, los colores eran oscuros en las calles, pero ya no es así», señala el historiador Fayyaz Zahed.

Pero estas mujeres se enfrentan a la amenaza de la policía de la moral, los clérigos e incluso de otros ciudadanos ultrarreligiosos, y sufren confiscaciones de vehículos y negación de servicios en oficinas públicas. Aun así, en ocasiones también son defendidas por personas que presencian el acoso.

Actrices, deportistas, profesores, periodistas... 

También se ha detenido a actrices que posaban sin velo en las redes sociales. El régimen quiere evitar que, como ocurrió el año pasado, artistas, deportistas y celebridades en general muestren su apoyo a las protestas.

El cantante Mehdi Yarrahi fue detenido a finales de agosto y encarcelado en la prisión de Evin por publicar la canción “Roosarit” en la que llama a las mujeres a quitarse el velo y apoya las protestas. Las autoridades consideran que «desafía las costumbres y la moral de una sociedad islámica».

En la industria cinematográfica, el director del Departamento de Supervisión de la Organización del Cine de Irán, Roohollah Sohrabi, anunció que un grupo de famosas actrices han sido vetadas por quitarse el velo y advirtió a los cineastas de que se enfrentarán a «graves consecuencias» si las contratan en sus películas.

Este directivo del organismo estatal que gestiona la producción audiovisual iraní desveló, además, que «no ha sido posible» exhibir al menos 10 películas ya finalizadas porque las actrices que en ellas participaron aparecieron posteriormente sin velo o porque se han «fugado» del país.

Consideró, asimismo, que las intérpretes «deben devolver parte del dinero que recibieron a los productores para compensar sus pérdidas». Asimismo, la prensa oficial acusa a las jugadoras de la selección de baloncesto iraní de «traición»  por guardar silencio cuando sonó el himno de la República Islámica en un partido en la Copa de Asia Femenina FIBA en Bangkok.

La persecución también llega a  la Universidad, uno de los centros de la protesta. Decenas de profesores de prestigiosas facultades han vinculado la finalización de sus contratos a motivos políticos, como Ali Sharifi Zarchi, profesor de Inteligencia Artificial de la Universidad Sharif de Tecnología de Teherán.

Igualmente, continúa el hostigamiento contra los periodistas. Casi un centenar de informadores fueron detenidos por su trabajo durante las movilizaciones del año pasado. Las autoridades han bloqueado el periódico digital ”Entekhab” por un editorial y las periodistas Negin Bagheri y Elnaz Mohammadi fueron condenadas por «conspiración y colusión» a tres años de cárcel, de los que tendrán que cumplir un mes. El resto de la condena queda suspendida por cinco años, durante los cuales deberán «atender cursos de ética profesional» y no podrán salir del país.

Mohammadi cubrió la muerte de Amini y las protestas, y es hermana de otra periodista que cubrió el entierro, motivo por el que también está siendo juzgada, acusada de «colaboración con el Gobierno hostil de EEUU, colusión contra la seguridad nacional y propaganda contra el sistema», cargos que pueden acarrear la pena de muerte. En la misma situación se encuentra la periodista Nilufar Hamedi, que sacó a la luz el caso de Amini.

La población iraní se enfrenta, además de a la cuestión de las libertades civiles y políticas, al problema de hacer frente a una inflación galopante, cercana al 50% en un año, ante la que el Ejecutivo exhibe el aumento de las exportaciones de petróleo, sobre todo a China.

Sanciones

EEUU, Gran Bretaña y la UE anunciaron nuevas sanciones a personas y entidades iraníes en el aniversario de la muerte de Amini. Ebrahim Raisi la describió como «un incidente», y denunció «una guerra híbrida» contra Teherán.


La nueva ley sobre el hiyab endurece los castigos



Ante los cada vez más frecuentes actos de desobediencia a las leyes sobre la vestimenta de la mujer, las autoridades anuncian más controles, más patrullas policiales y hasta cámaras para identificar a estas mujeres, incluso dentro de vehículos. Más de 150 comercios, restaurantes y salas de eventos, incluso un parque acuático, se han cerrado en las últimas horas por permitirlos.

El Gobierno ha elaborado además un proyecto de Ley de Apoyo a la Cultura de la Castidad y el Hiyab para reforzar las sanciones contra «toda persona que se quite el velo en lugares públicos o en internet». El proyecto fue aprobado por una comisión del Parlamento a puerta cerrada para evitar su debate y se encuentra ahora en el Consejo de los Guardianes, compuesto por seis juristas y seis clérigos. La retirada del hiyab podría convertirse así en un delito castigado con hasta cinco años de prisión, multas, la confiscación de automóviles, la prohibición de conducir, reducciones de salario y prestaciones laborales o la prohibición de acceder a servicios bancarios.

Un grupo de relatores de la ONU consideró el borrador «apartheid de género» y denunció que las autoridades parecen gobernar a través de «una discriminación sistemática con la intención de forzar a las mujeres y niñas a una sumisión total».

A la vez, el régimen de los clérigos apunta al extranjero. En febrero, en las celebraciones del 44º aniversario de la revolución, el ayatollah Ali Jamenei, celebró la derrota del «complot fomentado por el enemigo» con el que identificó las protestas y apuntó a los países occidentales, liderados por EEUU, y a los opositores en el exilio.

El lunes volvió a acusar al Ejecutivo estadounidense de haber creado un grupo de crisis destinado a explotar las vulnerabilidades del país, citando la situación de las mujeres. El Ministerio de Inteligencia dijo haber asestado «un duro golpe» a una red financiada por EEUU que planeaba organizar protestas en el aniversario de la muerte de Amini, sin detallar el número de detenidos.

Detención del padre de Mahsa

Las fuerzas de seguridad iraníes han detenido este sábado temporalmente al padre de Mahsa Amini para advertirle de que no conmemore el primer aniversario de la muerte de su hija, quien murió hace hoy un año tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico.

«Amjad Amini fue detenido este mañana por las represivas fuerzas cuando salía de su cada en Saqez y regresó a su casa horas después», ha informado la ONG con sede en Oslo Iran Human Rights.

La organización opositora al régimen de Teherán ha afirmado que la casa de la familia de la joven de 22 años se «encuentra rodeada de fuerzas militares» en el Kurdistán para evitar que lleven a cabo una ceremonia religiosa para conmemorar su muerte hace hoy un año.

Las fuerzas de seguridad iraníes han impuesto además fuerte restricciones en el cementerio Aichi, donde está enterrada Amini, donde comenzaron las protestas un día después de su muerte el 16 de septiembre de 2022, según Iran Human Rights.