El Reale Arena vive su bautismo en la Champions League con un ambiente espectacular. Todo el campo lleno ha coreado los nombres de sus jugadores mientras se encendían y apagaban las luces cuando desde la megafonía se daba la alineación antes del inicio del partido. Luego todos los aficionados han cantado a capela el himno blanquiazul mientras formaban un mosaico con los colores de la Real y de la ikurriña antes de cantar el himno de la Champions mientras en el centro del campo se agitaba el logo de la máxima competición continental con sus estrellas. Espectacular.
Se notaba que era un partido especial desde horas antes en las inmediaciones del nuevo campo. El buen tiempo, las ganas de Champions y los problemas de aparcamiento han llevado a muchos aficionados a acercarse un miércoles a la tarde como si fuera un domingo con mucha antelación.
La imposibilidad de aparcar los coches en el parking de Illunbe porque las normas de la UEFA en la Champions impiden a los autobuses hacerlo en el interior de la zona polideportiva de Anoeta y la supresión de algunos autobuses han empujado a adelantar los planes para una cita que los aficionados de la Real no se querían perder tras diez años de espera.
Eso los que no tenían que trabajar, los demás hamn tenido que soportar los problemas de acceso y de aparcamiento en la zona de Anoeta para un partido de esa envergadura agravados por las medidas de seguridad que impone la UEFA.
Dispositivo especial
No solo en lo que se refiere a los aparcamientos. Algo menos de un millar de aficionados del Inter se han desplazado a Donostia a ver a su equipo en su vuelta a la competición tras disputar la final de Estambul contra el Manchester City en junio y han tenido que superar un dispositivo de seguridad muy estricto para poder acceder al campo.
Desde el martes se podía ver a muchos aficionados del Inter hacer turismo por la capital donostiarra y el día del partido pasearse por la playa y bañarse para aprovechar el día de verano, pero al llegar al campo había en su zona 30 empleados de la empresa de Seguridad que contrata la Real con un dispositivo que incluía un cacheo de arriba abajo, quitarse los zapatos para ver que no introducían nada en anterior y tenían que despojarse de todos los objetos susceptibles de poder ser arrojados al campo, incluidas las llaves del coche o las monedas que debían depositar en unas bolsas de plástico, donde escribían su nombre, para recogerlas después del partido con el resguardo que recibían.
Los 200 ultras no han tenido libertad de movimientos, han sido controlados en la zona de Sagües, para después conducirlos hasta el campo por el centro de Donostia rodeados de ertzainas y han accedido al espacio reservado a la afición visitante con el partido ya comenzado sin que se registraran incidentes como los vividos con los ultras de la Roma en marzo.