Inspirada en la propias vivencias que el director experimentó siendo un niño aborigen en un internado católico, esta película apuesta por ser un ejercicio muy ambicioso y tonalmente complejo, que aporta una dosis inesperada de ingenio a cuestiones sociales que Warwick Thornton había explorado de manera más austera en sus excelentes películas anteriores, ‘Samson and Delilah’ y ‘Sweet Country’.

La película, aunque un tanto errática, nunca deja de cautivar, beneficiándose, al igual que sus predecesoras, del ojo extraordinario del guionista, director y director de fotografía para captar la luz y el entorno, yendo más allá de lo puramente pictórico.

El estilo visual de la película es igual de notable que la interpretación de Cate Blanchett, la cual y además de ejercer como productora, viste los hábitos de la peculiar abadesa del orfanato.

No obstante y a pesar del empaque que aporta la prestigiosa actriz australiana, quien nos cautiva es el debutante Aswan Reid, un chaval de ojos chispeantes y pura energía, que asume el rol de una persona sin nombre cuya primera aparición en la pantalla nos lo muestra como una auténtica fuerza de la naturaleza, un torbellino frenético cuyos movimientos han sido tratados por su director –asumiendo un gran riesgo– mediante cámara lenta.

Dicha escena, acompañada por la banda sonora de los siempre hipnóticos Nick Cave y Warren Ellis, recrea el secuestro del niño por la Policía. A lomos de sus caballos, recorren un árido tramo del desierto del Outback y en su constante lucha por liberarse de sus captores y alejado de su hogar, el joven protagonista finalizará su ruta incierta a las puertas del lugar que dirige el personaje encarnado por Blanchett, un modesto refugio para niños, algunos de ellos indígenas, que fueron abandonados o secuestrados.

Sobre esta base, ‘The New Boy’ podría ser definido como un drama cautivador e inquietante pero irregular, sobre todo cuando el director recurre en exceso al simbolismo.