Ingo Niebel

Berlín otorga carta blanca a Tel Aviv en su guerra contra Palestina

El tripartito del canciller Olaf Scholz (SPD) respalda incondicionalmente a Netanyahu. Frente a los desencuentros de los últimos años, el viraje resulta llamativo. Aun así, no deja de ser la actitud de una élite, ya que el 54% de los alemanes sigue viendo con malos ojos al Estado israelí.

El canciller alemán, Olaf Scholz, en su reciente visita a Israel.
El canciller alemán, Olaf Scholz, en su reciente visita a Israel. (Michael KAPPELER | AFP)

Mientras la ONU busca poner fin a la crisis humanitaria en Gaza, el canciller alemán, Olaf Scholz, ha dado carta blanca a su homólogo israelí, Benjamin Netanyahu. «Israel es un estado democrático con principios muy humanitarios que le dirigen» afirma. «Y por eso, uno puede estar seguro de que también el Ejército israelí respetará en todo lo que hace las reglas que emanan del Derecho Internacional», sigue.

Pocos días antes, su ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, de los Verdes ecologistas, rechazó un alto el fuego diciendo que «solo habrá paz y seguridad para Israel y para las y los palestinos si se combate al terrorismo».

Con estas declaraciones, Netanyahu puede sentirse más que satisfecho, porque desde que gobierna nunca ha tenido un Ejecutivo germano tan dócil como el actual. «La seguridad de Israel es razón de Estado», prometió Scholz el día después de los ataques de Hamas. Es un mantra que consta ahora en una declaración conjunta que han firmado los tres socios de gobierno –SPD, Verdes y Partido Liberaldemocrático (FDP)– y la líder de la oposición, la Unión Demoćrata Cristiana (CDU).

Scholz continua así lo que su antecesora en el cargo, Angela Merkel (CDU), empezó en 2008, cuando dijo en el Parlamento israelí sobre el exterminio de los judíos en su país: «Esta responsabilidad histórica de Alemania forma parte de la razón de Estado de mi país. Esto significa que la seguridad de Israel nunca es negociable para mí como Canciller alemana». Este proceso de acercamiento se inició en 1952 cuando la República Federal resarció a Israel por el Holocausto. La socialista República Democrática (RDA) no reconoció al Estado judío y apoyó a Palestina. La izquierda siguió este ejemplo hasta que en 1994, primero los Verdes y luego también Die Linke, cambiaron de posición.

Aun así, había desencuentros. En 2012, Netanyahu no recibió al presidente del SPD, Sigmar Gabriel, después de que este escribiera en su página de Facebook sobre su visita a Hebron: «Esto es para palestinos un espacio sin ley. Es un régimen de apartheid para el cual no hay ninguna justificación».

La élite alemana calla ante la banalización constante que supone comparar a Hamas con el régimen nazi.

Quien hoy en día utiliza ese término es tachado directamente de «antisemita», la acusación predilecta para acallar voces críticas en Alemania. En 2012 Netanyahu declaró «persona non grata» al Premio Nobel de Literatura Günter Grass cuando, ante «la hipocresía de Occidente», se posicionó en contra del golpe preventivo de Israel contra Irán y en favor de que hubiera un control internacional de las instalaciones nucleares de ambos países. El flanco débil de Grass consistía en que durante mucho tiempo había ocultado su pertenencia a las SS de Armas.

La banalización del nazismo

Hoy en día, Netanyahu sigue reinterpretando la historia diciendo sobre los ataques del 7 de octubre: «Esta es una crueldad que conocimos solo en los crímenes nazis durante el Holocausto». Afirma también que «Hamas son los nuevos nazis», mientras la élite alemana calla ante semejante banalización del mayor crimen cometido contra la Humanidad.

El precio de esa solidaridad germano-israelí lo pagan los palestinos, también en Alemania. La Feria Internacional del Libro de Frankfurt canceló el homenaje a la autora palestina Adania Shibli «por el terror contra Israel». Ya no es grato que en su afamada novela ‘Un detalle menor’ narre el hecho real de cómo en 1949 soldados israelíes secuestraron, violaron y asesinaron a una beduina musulmana. La Feria decretó que «ha de posicionarse en plena solidaridad con Israel», haciendo «especialmente visibles las voces judías e israelíes», acallando las palestinas.

En Berlín se ha prohibido llevar el pañuelo palestino en las escuelas. De hecho, cualquier manifestación, aunque solo denuncie la grave situación humanitaria en Gaza, es tachada de «propalestina», sinónimo de «proHamas». Así se criminaliza la inmigración de origen turco y árabe, donde las simpatías están más con Palestina.

Además, solo existe Netanyahu, como si aparte de su Gobierno no existieran otras sensibilidades políticas contrarias a él. La imposición de la «solidaridad incondicional» se debe también a que un tercio de los alemanes piensa «bastante» o incluso «muy mal» del Estado judío, según un sondeo de la Fundación Bertelsmann hecho en 2022. El mismo porcentaje compara la política israelí contra los palestinos con el nazismo.

El apoyo incondicional de Berlín a Tel Aviv también se explica por dos razones. Israel suministra a Alemania el sistema antimisiles Arrow 3, drones y entrena sus comandos especiales, que se hallan ahora en Chipre. A cambio, recibe submarinos y barcos de guerra que llevan misiles nucleares. Ya en los años 60 ambos países trabajaron en la bomba atómica en Argentina, al margen del control de EEUU.

Además, la política alemana carece de estrategas para la política exterior. Los ha sustituido por «los tácticos que solo saben pensar en cuatro años», lo que dura una legislatura, subraya el historiador Herfried Münkler con sorna. Por eso Berlín cada vez se aísla más a nivel internacional.