Una venda electoral antes de la herida
El consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, presentó ayer su proyecto de presupuestos de la CAV para 2024, que anunció que seguramente serán los últimos de los que se vaya a encargar. El aviso de jubilación tocó el corazoncito de grupos de la oposición, cuyos portavoces le desearon suerte en su nueva etapa vital. Pero, hasta entonces, cada uno sigue en su papel y nadie regala nada. Quedó claro que si el Gobierno quiere algún apoyo tendrá que ganárselo, aunque lo cierto es que con su mayoría absoluta va sobrado para garantizarse la aprobación de las cuentas.
Pedro Azpiazu afirmó que el próximo 9 de noviembre iniciará conversaciones con los partidos –excepto con Vox– para buscar «posibles alianzas». A lo que añadió el matiz de que «sé que no es fácil en un año electoral recabar apoyos».
No lo dirá por su experiencia propia como consejero y ni siquiera por la de ningún Gobierno liderado por Iñigo Urkullu. Su antecesor, Rikardo Gatzagaetxebarria, vio aprobados los presupuestos de 2016 con el PNV gobernando en minoría, gracias al apoyo de 6 escaños del PSE y la abstención de los otros 10. Y él mismo sacó adelante las cuentas de 2020 con la abstención de los representantes de Podemos y Equo, mientras los de Ezker Anitza-IU votaron en contra junto al resto de la oposición. Eso fue un 27 diciembre y a los 45 días el lehendakari disolvió el Parlamento, lo que gustó poco a los morados.
Así que la afirmación de «sé que no es fácil en un año electoral recabar apoyos» suena a ponerse la venda antes de la herida; más cuando, vistos los antecedentes de la Ley de Educación, Iñigo Urkullu parece estar más a gusto a solas con el PSE que sumando otras compañías.