Más allá del esperpento político español en torno a la investidura de Sánchez, se agradeció la contundencia del reelegido presidente español a la hora de exigir un alto el fuego y denunciar la «matanza indiscriminada» de palestinos en Gaza y Cisjordania.

A falta de que no sean más que palabras de quien detenta, no se olvide, la presidencia de la UE, la falta de una posición internacional mínimamente coherente y autónoma de Europa frente a EEUU invita a todo menos al optimismo.

En los primeros días de la venganza israelí contra la incursión desde Hamas, cuando ya se atisbaba que estábamos ante la antesala de una matanza, solo España, Francia, Bélgica, Portugal e Irlanda se posicionaron a favor de un alto el fuego inmediato en la Asamblea de Naciones Unidas. Austria, Croacia y Hungría votaron en contra <y Alemania, Dinamarca, Italia y Países Bajos se abstuvieron.

Similar jaula de grillos se aprecia en los debates en la UE en torno al día después. Borrell asegura que los Veintisiete están de acuerdo en que no puede haber éxodo de palestinos de Gaza, en que Israel no puede volver a ocupar la Franja y en que esta tiene que sear gobernada por una Autoridad Palestina sin participación alguna de Hamas.

A partir de ahí afloran las discrepancias. Algunos apuestan por la actual y denostada ANP. Otros abogan por la implicación directa de las satrapías del Golfo  o del vecino Egipto. Alemania habla de un mandato de la ONU.

Todos rescatan ahora la solución de los dos Estados. Esa que llevan sin imponer a Israel desde hace 80 años. «Quo Vadis?» (A dónde vas?). La UE no responde.