Mirari Isasi
Aktualitateko erredaktorea / Redactora de actualidad

Rendición de cuentas, clave para acabar con la impunidad

Sin rendición de cuentas no hay justicia ni posibilidad de acabar con la impunidad israelí. El régimen sionista y sus cómplices lo saben, y también quienes exigen mecanismos que obliguen a Israel a asumir su responsabilidad por la ocupación, las violaciones de los derechos y los crímenes de guerra.

Un momento de la intervención por videoconferencia de Aruri, Francis y Quzmar.
Un momento de la intervención por videoconferencia de Aruri, Francis y Quzmar. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Desde hace 75 años, Israel viola sistemáticamente los derechos humanos del pueblo palestino y comete crímenes de guerra. 75 años de impunidad ligada a la ocupación que han permitido esa vulneración constante de los derechos de los palestinos y contra la que es imprescindible la rendición de cuentas para que el pueblo palestino tenga «derecho a tener derechos».

Con el fin de debatir en torno a la rendición de cuentas en el marco del colonialismo y la impunidad israelíes en Palestina, la ONG vasca Mundubat, con el respaldo de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo, reunió los dos últimos días en Bilbo a activistas y responsables de importantes organizaciones civiles palestinas, expertos en derecho penal internacional y derechos humanos, representantes políticos europeos y vascos y juristas en la conferencia #A4Palestine. Transitar de la denuncia a la acción para acabar con una impunidad que está convirtiendo a la comunidad internacional en cómplice de un genocidio que, afirma Mundubat, podría haberse evitado.

La ONG vasca defiende que una solución a la situación que se vive en los territorios palestinos debe estar basada en la justicia, que implica la rendición de cuentas por 75 años de ocupación y sus consecuencias; el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas; y el ejercicio del derecho de autodeterminación.

Todos los ponentes de la primera jornada coincidieron en la rendición de cuentas como cuestión fundamental para acabar con la actual situación y para lograr justicia. En Palestina y en el mundo.

También se denunció el doble rasero de los organismos internacionales, como la Corte Penal Internacional en los casos de Ucrania y Palestina, y qué decir de los Estados aliados y cómplices del régimen sionista, al tiempo que reclamaron presionar a Israel como se hizo con el régimen de apartheid sudafricano, a través incluso del boicot a sus productos y de la imposición de sanciones.

Los encargados de poner en contexto la impunidad israelí en Palestina fueron Issam Aruri, director general del Centro de Asistencia Jurídica y Derechos Humanos de Jerusalén; Sahar Francis, directora general de la organización de apoyo a los presos Addameer Prisoner Support and Human Rights Association; y Khaled Quzmar, director general de la organización palestina de los derechos de la infancia Defence for Children International-Palestinian Section.

Aruri aseguró que el pueblo palestino está luchando sin tregua desde hace más de 100 años, desde la Declaración de Balfour de 1917, «una traición cuyas consecuencias sufrimos todavía, porque la ocupación es resultado directo de aquello». Recordó que Israel, «el guardián de los intereses de EEUU en la zona», nació como proyecto colonial por intereses de británicos y franceses debido a la posición geoestratégica de Palestina, que no era un desierto vacío, sino un punto intermedio entre Europa, Asia y África con tres maldiciones: petróleo, gas –a orillas del Mediterráneo, en Gaza– y los lugares santos.

Según Aruri, el régimen sionista ofrece al pueblo palestino de Gaza aceptar la supremacía israelí, abandonar la Franja hacia el Sinaí o la muerte, y nosotros «queremos una solución que no sea dolorosa. Israel tiene que admitir su responsabilidad y rendir cuentas, no puede estar por encima del derecho internacional. Ya toca llevar a los criminales ante la Justicia».

Sahar Francis denunció «el uso de la ley, el derecho y las órdenes militares como herramienta de los colonizadores para imponer, controlar, humillar, oprimir y castigar a toda la población palestina para poder mantener su proyecto colonial», y sostuvo que no se entiende lo ocurrido el 7 de octubre sin conocer esa utilización.

Indicó que la cuestión de los presos es un buen ejemplo de la falta de rendición de cuentas: «Esa falta de rendición de cuentas permite que Israel repita sus crímenes una y otra vez durante décadas. Por eso, la CPI tiene que perseguir a Israel por sus crímenes y la ONU debe establecer un tribunal especial para Palestina».

El régimen militar que aplica Israel sobre el territorio palestino ocupado le permitió detener a 10.000 palestinos durante la Primera Intifada; a 15.000, en la Segunda, muchos de ellos por largos periodos con pruebas secretas. La revisión ilegal de todas las leyes militares y procedimentales le permite detener al mayor número de personas en el menor espacio de tiempo. 3.000 hasta el martes desde el 7 de octubre.

Hasta el 6 de octubre había 5.200 presos y presas, y ahora son ya más de 2.000 los detenidos administrativos –figura que permite encarcelarlos sin juicio ni cargos– casi cien de ellos menores. Seis presos han muerto desde el 7 de octubre.

Derecho a la vida

Quzmar denunció que la situación de los niños es igual o peor que la de los adultos. Más de 5.500 han muerto en Gaza en estas semanas. «Los niños están pagando el precio de la ocupación con sus vidas», recordó.

«El derecho a la vida es uno de los principales, y se está violando. Normalmente se violan otros derechos, pero en Palestina se está violando el derecho a la vida. Cada 5-6 minutos un niño es asesinado en Gaza», señaló. «Esta es la situación y muchos Estados creen que Israel ejerce su derecho a la defensa. Pero esto no es el comienzo de la historia, lo ocurrido el 7 de octubre llevaba cocinándose desde 1917», afirmó. «Sin el apoyo de EEUU, Canadá y Europa, Israel no podría seguir con sus ataques. Es un genocidio sistemático que tiene que cesar de inmediato», concluyó.

Denunció la impunidad total de Israel y criticó la inacción de la comunidad internacional para que Israel rinda cuentas. «Sin rendición de cuentas no hay forma de poner fin a sus crímenes. (…) Si no se hace nada, no se pondrá fin al genocidio», sostuvo. En su opinión, se han malgastado 30 años en procesos de paz que no han servido para nada y es el momento de buscar soluciones políticas.

Urgió a la CPI y al Consejo de Derechos Humanos a que sigan trabajando para llevar a los responsables de estos crímenes ante la Justicia, e instó a que todos los Estados hagan los que esté en sus manos para poner fin a este genocidio, ya que los que no hagan nada serán considerados cómplices.

Los tres señalaron, además, que en Cisjordania se está dando también una limpieza étnica, en este caso, a manos de los colonos, que han matado ya a diez personas desde octubre; se multiplican las detenciones, se está desplazando forzosamente a la población, y se están multiplicando los ataques de la extrema derecha a civiles y a organizaciones de derechos humanos.

Una mujer llora por la muerte de un palestino en un ataque al campo de refugiados de Balata, en Nablús, Cisjordania. (Kenzo TRIBOUILLARD/AFP)

La abogada palestino-sueca Nada Kiswanson, el consultor sudafricano de la ICTJ especializado en iniciativas de justicia transicional en varios países Howard Varney y la médico y activista en la búsqueda de justicia y mecanismos de rendición de cuentas por la muerte de sus hermanos Ru’a Rimawi,analizaron el papel de los mecanismos internacionales.

Kiswanson incidió en que la rendición de cuentas hay que reconocerla como justicia, verdad, reparación y no repetición, cuestiones que no son negociables. Y mencionaron la obligación del Estado de investigar, enjuiciar y castigar la violación de los derechos humanos y el derecho humanitario internacional. Es necesario, dijo, garantizar que las personas sean penalmente responsables de esos crímenes para prevenir su repetición y restaurar la confianza de la sociedad. La abogada criticó la falta de independencia y de voluntad de los tribunales israelíes, y la ausencia de otros mecanismos independientes disponibles en el país, mientras que Israel se niega a colaborar con la CPI.

Por su parte, Varney aseguró que se han acumulado muchísimas evidencias para que esa corte internacional investigue lo que está ocurriendo en Gaza y destacó que en situación de conflicto no puede haber justicia transicional. Sin embargo, dijo que se puede apelar al idealismo y plantear medidas a largo plazo, aunque ahora parezca imposible pensar en una sociedad democrática en Palestina: «Lo que está pasando quizá sea un punto de inflexión y sirva para que todo el mundo diga que ya basta». Hay que crear las condiciones, insistió, para una justicia transicional que puede desempeñar un papel en la construcción de la paz y la reconstrucción de la sociedad en ausencia de sistemas de justicia y reparación. Eso sí, cualquier modelo debe abarcar todos los territorios palestinos.

Recordó el proceso sudafricano, su Comisión de la Verdad y la Reconciliación y la rendición de cuentas, aunque reconoció que la tendencia en Palestina e Israel es «inquietante» dadas las graves vulneraciones de los derechos humanos. «Una atrocidad nunca justifica otra», sostuvo Varney, quien subrayó que solo un proceso de rendición de cuentas pondrá fin a este ciclo de violencia.


«Ser palestino es razón suficiente para que te maten»

Ru'a Rimawi busca también mecanismos de rendición de cuentas. Contó su historia como víctima de las atrocidades israelíes y la falta de justicia por la muerte de sus dos hermanos, Thafer y Jawad, de 19 y 22 años, «mis seres humanos favoritos», durante una incursión militar en Kfar Ein. Un testimonio desgarrador.

El asalto a la aldea fue respondido con lanzamiento de piedras. Thafer recibió tres disparos en el pecho. A Jawad, que corrió en su ayuda, una bala explosiva en la pelvis le destrozó arterias e intestinos. Una vez en el hospital, Jawad fue directo al quirófano, mientras que Thafer fue llevado a Ramallah en ambulancia, acompañado por su hermana. Se estaba desangrando, pero había que encontrar una ruta sin controles militares, porque los soldados los detendrían y Thafer moriría esperando pasar. Al estar herido sería considerado un combatiente y se llevarían su cuerpo. «Esa es la absoluta falta de empatía que sufrimos», constató.

Al llegar al hospital, no tenía pulso y los intentos de reanimación fueron en balde. «Mi mamá me llamó para decirme que Jawad había muerto. Me dijo: ‘Jawad se ha ido. Jawad murió. Ya no está vivo. Por favor, dime que Thafer está bien. No puedo perderlos a ambos’, suplicó. Me di cuenta de que Thafer tampoco despertaría. Los habíamos perdido a ambos», contó con la voz rota.
«Eran dos jóvenes que salieron a defender nuestra aldea. Jóvenes con piedras frente a uno de los ejércitos más poderosos del mundo», señaló.

A la pregunta que algunos se hacen de «¿por qué tiran piedras si saben las consecuencias?», Rimawi respondió con otra: «¿Qué más pueden hacer?». «Cuando eres testigo de la injusticia y víctima de un genocidio, ¿qué otra opción te queda que no sea defenderte si sabes que nadie más lo hará?», interpeló.

Rimawi contó que sus primeros recuerdos son episodios de brutalidad policial: el temor a las bombas, las incursiones, el arresto de su padre... «Sentimientos de terror que no nos han abandonado nunca», dijo.

Denunció que «el mundo ha permitido que el simple hecho de ser palestino sea razón suficiente para que te maten». Y se preguntó: «¿Qué justicia hay para los palestinos?». En su opinión, el pueblo palestino tendrá justicia cuando se le permita vivir y no solo existir en un ciclo interminable de violencia... cuando «no tenga que contar a desconocidos el dolor que siento».

«La justicia exige mirar adelante, pero solo habrá justicia cuando nos garanticen nuestros derechos y no la habrá mientras se mantenga el actual statu quo. Justicia es una Palestina libre», subrayó. «¿Cuántas tragedias más necesita ver el mundo para actuar?», preguntó.