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Fallece Robert Badinter, al que el Estado francés debe la abolición de la pena de muerte

El abogado Robert Badinter, autor de la iniciativa que permitió, siendo él ministro de Justicia y François Mitterrand presidente, abolir la pena de muerte en el Estado francés, ha fallecido este viernes en París a la edad de 95 años.

Robert Badinter en su alocución en el 40 aniversario de la abolición de la pena de muerte en el Estado francés.
Robert Badinter en su alocución en el 40 aniversario de la abolición de la pena de muerte en el Estado francés. (Ian LANGSDON | AFP)

El abogado Robert Badinter ha fallecido en la noche del jueves al viernes, en París, a la edad de 95 años. Ministro de Justicia bajo la presidencia del socialista François Mitterrand (1981-1986), el Estado francés le debe la aprobación, el 9 de octubre de 1981, de la ley por la que se abolió la pena de muerte.

La batalla librada por Badinter no fue ni con mucho fácil, ya que por aquel entonces la clase política francesa era abiertamente partidaria de mantener la pena capital.

No contento con ese avance histórico, Badinter mantuvo durante el resto de su vida un compromiso inquebrantable con la abolición universal de la pena de muerte.

Robert Badinter nació en París el 30 de marzo de 1928, en el seno de una familia judía que había emigrado al Estado francés desde Besarabia (actual Moldavia).

Y ha muerto precisamente en la fecha de aniversario de la redada en la calle Sainte-Catherine de Lyon, ocurrida el 9 de febrero de 1943, durante la cual su padre fue arrestado. Moriría durante la deportación en el campo de concentración de Sobibor, en Polonia.

Tras cursar estudios de literatura y derecho y licenciarse en la Universidad de Columbia, el joven Badinter empezó a ejercer en el colegio de abogados de París, al tiempo que abordaba una rica carrera profesional que le llevó a trabajar como abogado de negocios y profesor universitario.

A principios de la década de 1950, se implicó en una de las muchas causas que defendió en favor de la libertad de las personas y de los pueblos.

Concretamente, ejerció la defensa de los que se conocían como los «porteadores de maletas», que no eran sino activistas franceses que organizaban el transporte de fondos en apoyo a los independentistas argelinos.

Su lucha contra la pena de muerte se remonta al 28 de noviembre de 1972, día en que uno de sus clientes, Roger Bontemps, condenado como cómplice de una mortal toma de rehenes, fue ejecutado. Esa ejecución hace que el abogado se cuestione sobre el sentido de la justicia.

«Me juré, al salir del tribunal esa mañana al amanecer, que toda mi vida lucharía contra la pena de muerte», declaró en 2021 a la agencia AFP en una entrevista sobre su trayectoria vital.

«El abogado de los asesinos»

Su defensa de personas que arriesgaban la pena capital hizo que se le pusiera en la picota en incontables ocasiones. Así ocurrió cuando, en 1977, libró de la pena de muerte a Patrick Henry, condenado por un caso de muerte de menores, y al que finalmente el tribunal castigó con la cadena perpetua. Otros cinco condenados salvaron la vida en los años posteriores gracias a su defensa.

No era para nada extraña en aquella época la imagen de un Robert Bandinter que entraba en los tribunales entre insultos y también era habitual para él recibir cartas amenanantes. «Para la opinión pública, yo era el abogado de los asesinos», admitiría en distintas entrevistas.

Una campaña que no cesó incluso después de abolida la pena de muerte, ya que siguió eligiendo casos difíciles de defender e impulsando medidas para ensanchar las libertades. Así, el 3 de junio de 1983, policías rodearon su despacho entre consignas de «Badinter asesino» y «Badinter a Moscú».

Para entonces, otros avances habían salido de su pluma de fino jurista: en agosto de 1982 se votó su iniciativa a favor de la despenalización de la homosexualidad.

También hay que reconocerle la abolición de los llamados distritos de alta seguridad, auténticas mazmorras dentro de las prisiones, o la ley sobre indemnización a víctimas de accidentes.

Tras su salida del Gobierno presidió durante nueve años, entre 1986 y 1995, el Consejo Constitucional y ya con otro socialista, François Hollande, en el Elíseo (2012-2017), contribuyó a la reforma del Código Laboral.

En la primera de una auténtica salva de reacciones por el fallecimiento de una personalidad que ha sido generalmente respetada como «una referencia moral», el actual presidente del Consejo Constitucional, Laurent Fabius, se ha referido a Robert Badinter como «un hombre justo entre los justos» y ha destacado su contribución al progreso «del derecho y el humanismo».