Cuatro finales y tres títulos en cinco años. Lo de estos Kansas City Chiefs, dirigidos por Andy Reid, lleva camino de ser una de esas dinastías que perduran en la memoria de la NFL. Si no lo es ya.
Esta noche, frente a San Francisco 49ers, han vuelto a remontar una desventaja de 10 puntos para primero forzar la prórroga y luego sentenciar en el tiempo extra.
La clave es el tiempo. Porque a este nivel, si le dan tiempo cualquiera pone la bala allí donde pone el ojo. La calidad se da por supuesta. La diferencia es conseguir esa décima extra que permite pensar, que permite afinar, que permite al destinatario llegar al punto fijado.
Pero cuando las líneas defensivas se imponen en la trinchera, el tiempo se extingue como una llama sin oxígeno. Eso ha ocurrido en esta Super Bowl LVIII, un encuentro con dos defensas dominantes que han eclipsado durante muchos minutos a las rutilantes estrellas de las ofensivas.
En la primera mitad ha sido especialmente llamativa la impotencia de Kansas City para dar a su quarterback, Patrick Mahomes, la posibilidad de organizar su ataque como acostumbra. La línea defensiva de San Francisco hacía colapsar a sus pares y el 15 de los Chiefs corría para proteger su vida. Asfixia.
McCaffrey abre la lata
Del otro lado las cosas pintaban algo mejor, aunque Purdy y sus muchachos tampoco lo tenían fácil. Shanahan se sacaba de la pizarra una jugada a tres bandas para que McCaffrey, quién sino, pisara la tierra prometida. 10-3 al descanso, todo por decidir. Estos Chiefs ya remontaron en sus dos títulos más recientes.
La segunda parte comenzaba con posesión de Kansas. Un mal pase, intercepción. Pero Mahomes se echaba el equipo a la espalda para ganar yardas corriendo. Con 10-6 en el marcador, los Niners entregaban el balón en la zona roja en una mala recepción de un punt. Pase a Valdez-Scantling y voltereta, gracias por el regalo (10-13).
Último cuarto, la hora de los valientes. Shanahan lo es. En vez de patear para empatar, se jugaba un cuarto down. La apuesta podía haber sido su tumba, pero entre Purdy y Jennings le daban la razón. El punto extra se ha ido al limbo. Podía haber sido 17-13 pero no, 16-13. Un punto a veces es más que un punto.
Un partido nuevo
Por eso Kansas ha podido conformarse con responder con otro field goal y empatar a 16. Restaban poco más de cinco minutos y empezaba un nuevo partido. En una final que no será recordada por su calidad, al menos no ha faltado emoción. Mi amigo Jorge, fan de San Francisco y pesimista compulsivo, al borde del infarto.
El kicker de los Niners, Jake Moody, se resarcía de su error anterior con una patada que volvía a poner por delante a los suyos, 19-16 con 1,53 minutos en el crono. El tiempo, ay, el tiempo.
Kansas se plantaba a 11 yardas de la tierra prometida con 10 segundos por jugarse. El pase no llega a Kelce y patea Butler para irnos a la prórroga. La segunda de la historia. Como si el lunes fuera festivo. Pero bueno, dicen que una vez al año no hace daño.
Primera posesión para San Francisco. Tres puntos más, 22-19, para meter presión a Kansas, obligado a anotar en el siguiente ataque. Un touch down les daba el título. Dicho y hecho, Mahomes tomaba las riendas para demostrar que va camino de ser una leyenda. Yarda a yarda, hasta asistir a Hardman y poner el 22-25 final. Tercer título en cinco años, los Chiefs mandan.