Suecia se ha convertido este jueves en el miembro número 32 de la OTAN, poniendo fin a dos siglos de no alineación militar.

Lo cierto es que Suecia ya había ido dando pasos para acercarse a la OTAN desde hace tres décadas, suscribiendo la iniciativa Asociación Por la Paz de la Alianza, que permitió la participación de soldados suecos en las misiones de Kosovo y Afganistán.

Y la anexión de Crimea por Rusia en 2014 fue el argumento usado para estrechar aún más la relación, permitiendo por ejemplo por primera vez la presencia en su territorio de tropas de la OTAN para hacer maniobras conjuntas, además de provocar la reinstauración del servicio militar y el envío de un destacamento permanente a la isla báltica de Gotland.

Pero fue el inicio de la intervención militar de Rusia en Ucrania en febrero de 2022 el que desencadenó un proceso, de la mano de Finlandia, que culminó tres meses después con el envío de una solicitud de ingreso.

Para ello fue necesario que dos de las tres principales fuerzas parlamentarias, los socialdemócratas y los ultraderechistas Demócratas de Suecia, modificaran su política contraria a la OTAN, cambiando el orden de fuerzas en la Cámara sobre esa cuestión.

El ingreso de ambos países fue ratificado en junio de ese año en la cumbre de la Alianza en Madrid, pero las reticencias de Turquía y Hungría provocaron que se demorase un año, en el caso de Finlandia, y casi dos, en el de Suecia.

Turquía esgrimió la «permisividad» de Estocolmo con el exilio kurdo y la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

En el caso de Budapest, se aludió a críticas anteriores de Suecia al Gobierno húngaro, aunque finalmente su Parlamento –el único que faltaba de los 31 países miembros de la OTAN– ratificó hace dos semanas el ingreso sueco.

La importancia estratégica del Báltico

Suecia cuenta con unos 25.000 soldados y la fuerza aérea más grande de los países nórdicos, con un centenar de cazas, además de la isla de Gotland, la mayor de todo el Báltico y de gran valor estratégico.

El objetivo de la OTAN es reforzar su presencia en el Báltico para influir en la capacidad de movimiento de la flota rusa en San Petersburgo y Kaliningrado.