El ataque de represalia de Israel por el lanzamiento el pasado fin de semana de 300 drones y misiles iraníes en respuesta al bombardeo israelí de su consulado en Damasco, que mató a 16 personas, llegó en la madrugada de ayer. Un ataque con drones contra la ciudad industrial de Isfahán, que alberga el programa nuclear iraní y la central de Nataz en el centro del país, cuyo alcance fue limitado y no causó víctimas ni daños importantes.
En su intento de provocar una guerra regional y de desviar la atención sobre su brutal ofensiva en la Franja de Gaza, Israel siguió bombardeando también Líbano, al atacar un «edificio militar» de Hizbulah en Aita al-Shaab (sur); Siria, al bombardear sus sistemas de defensa antiaérea en Deraa (sur); e Irak, donde se investigaba el hallazgo de restos de un misil israelí en Al-Aziziya, en la provincia de Waset (centro).
Irán aseguró haber derribado tres drones en Isfahán tras activar sus sistemas de defensa y acusó a la prensa afín a Israel de «magnificar» el ataque, aunque dio a entender que no responderá. Tanto las autoridades iraníes como la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) informaron de que las instalaciones nucleares no fueron alcanzadas.
Ni Israel, como es habitual, ni el Pentágono reconocieron el ataque, aunque el secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, se apresuró a decir que su país «no está implicado en operaciones ofensivas». No obstante fuentes militares estadounidenses señalaron a medios del país que el ataque fue «limitado» y que hubo una notificación previa de Israel a EEUU.
Soldados israelíes mataron ayer a al menos seis personas en el campamento de refugiados de Nur Shams, en la Cisjordania ocupada. El grupo Mártires de al Aqsa confirmó en redes sociales la muerte del líder de la brigada de Tulkarem, Mohamed Yaber, alias «Abu Shuya», quien aparentemente era el objetivo del asalto israelí. En 2024, Israel ha matado a al menos 138 palestinos en Cisjordania.
De nuevo, se repitieron ayer los llamamientos generalizados a la desescalada y a la contención y las advertencias a Irán, tanto por parte de los aliados de Tel Aviv como de organismos internacionales. Y otra vez se pone de manifiesto la doble vara de medir de quienes insisten en el «derecho de Israel a defenderse» cuando ataca, pero no en el de los agredidos.
El ataque en territorio iraní se produjo horas después de que EEUU vetara en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución para aprobar la adhesión de Palestina como Estado miembro de pleno derecho en la organización, evidenciando su soledad en esta cuestión. Doce países votaron a favor; dos (Suiza y Gran Bretaña) se abstuvieron y EEUU se opuso.
34.012 muertos
Mientras Israel intenta centrar la atención en Irán, sus tropas siguen arrasando la Franja de Gaza, con el aval que les proporciona con el férreo apoyo de sus aliados. Antes del ataque contra Isfahán, varias informaciones apuntaban a que Tel Aviv cedía a la presión de EEUU sobre su eventual respuesta al ataque iraní del pasado sábado a cambio del aval de Washington a su incursión terrestre sobre Rafah.
La ofensiva continuaba ayer, sobre todo en el centro de la Franja, y el balance de víctimas mortales sigue subiendo. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad gazatí, los ataques israelíes en las últimas 24 horas mataron a 42 personas e hirieron a 63, lo que eleva el total de muertos a 34.012 –la mayoría de ellos menores y mujeres– y el de heridos, a 76.833. A ellos hay que sumar los más de 8.000 palestinos que siguen desaparecidos bajo los escombros.
El Ejército israelí anunció que había ampliado su «control operacional» sobre el llamado corredor Nari, una carretera que divide la parte septentrional de la Franja de Gaza de la parte meridional y que las tropas sionistas emplean para lanzar ataques e incursiones.