Los grandes números son ya conocidos. El PNV fue la formación que más votos perdió el pasado 21A, seguido de los partidos de la izquierda confederal, y la de EH Bildu fue la candidatura que más votos ganó, seguida a mucha distancia del PP, cuyos buenos resultados han pasado algo desapercibidos, quizá debido a que la aritmética les ha reservado un puesto en la irrelevancia en el Parlamento de Gasteiz. En cualquier caso, el ascenso de la izquierda soberanista y la derecha española parece estar conectado a la bajada del PNV.
Así lo sugiere el análisis de los resultados de las elecciones según la renta de cada sección –división administrativa de entre 500 y 2.000 personas– en las tres capital de la CAV, Gasteiz, Bilbo y Donostia. Lo que se ha hecho en los gráficos es dividir las secciones en diez partes, ordenadas de menor renta disponible a mayor. A continuación, se recogen los resultados de estos tres partidos en porcentaje de voto en cada uno de los diez bloques. Se ha prescindido del PSE, porque apenas ha tenido variaciones en el porcentaje de voto recibido, y de Vox y la izquierda confederal, por situarse en una escala mucho menor.
De lo que se trata es de observar el comportamiento de PNV, EH Bildu y PP –las fuerzas que más variaciones registraron– según la renta de los votantes. Las consecuencias sugieren con fuerza que el PNV dejó el pasado 21 de abril de ser el catch all party o big tent party, el partido «atrapalotodo» con el que los anglosajones se refieren a aquellas formaciones que, en estado de gracia, son capaces de aglutinar el voto de sectores con intereses en principio opuestos.
Aunque retuvo la victoria gracias a la movilización de su base en Bizkaia, el PNV perdió porcentaje de voto en todos los estratos. El discurso del miedo a EH Bildu no le sirvió ni para hacer frente a su auge ni para frenar el regreso de sectores privilegiados al redil del PP.
Es decir, durante el último ciclo político, el PNV ha sido capaz de aglutinar voto abertzale y españolista, de rentas bajas y de rentas altas. Ha sido capaz de contener el crecimiento de EH Bildu y de comerle la tostada al PP, todo al mismo tiempo. Esto acabó el pasado 21 de abril.
Gasteiz, caso paradigmático
El gráfico que de forma más indiscutible da cuenta de este fenómeno es el del voto según la renta en Gasteiz. La comparación entre las líneas de 2024 y 2020 apenas necesita comentarios. Hace cuatro años, EH Bildu solo superó al PNV en el 10% más empobrecido, tras el cual los jeltzales se impusieron en el resto de franjas. En el 10% más rico, Urkullu aventajó en 14 puntos al PP, al obtener un 35,7% de los votos, frente al 21,3% de la candidatura que entonces encabezaba Carlos Iturgaiz.
Cuatro años más tarde, el cambio es radical. EH Bildu obtiene una ventaja de 12 puntos entre las rentas más bajas –fue de solo tres puntos en 2020–, pero es que se impone en las siguientes seis franjas. Es decir, su dominio entre las rentas bajas y medias fue inapelable hace dos domingos. No es hasta las tres franjas con las rentas más altas que el PNV se impone a EH Bildu. Pero es entonces cuando, entre el 10% más rico, aparece el PP igualando la partida con los jeltzales. Un 29,5% para los primeros y un 29,7% para los segundos. Empate técnico.
La evolución del porcentaje de voto de cada partido da la medida de este cambio. EH Bildu gana apoyos en todos los segmentos, aunque la subida es más pronunciada entre las rentas bajas. El PP también registra importantes subidas en porcentaje de voto, pero en dirección contraria: a mayor renta, mayor incremento de apoyos. Las pérdidas del PNV, por último, se reparten a lo largo y ancho de la escala social. Pierden entre cuatro y seis puntos en todos los estratos, tanto en secciones ricas como en las empobrecidas.
Evidencias en Donostia
La dinámica se muestra también de forma bastante diáfana en Donostia, sobre todo en cuanto al juego entre PNV y EH Bildu. En 2020, ambas formaciones tuvieron un desempeño parecido en las rentas bajas y medias-bajas, a partir de las cuales la izquierda soberanista caía en picado y los jeltzales dominaban con facilidad. El 21A, sin embargo, la candidatura de Pello Otxandiano se impuso entre las rentas bajas y medias, y no fue hasta las medias-altas cuando emergió la lista encabezada en el herrialde por Bakartxo Tejeria.
El PP quedó lejos del PNV en las rentas altas, en consonancia con la sociología política del herrialde, pero la tendencia fue la misma que en Gasteiz. Los jeltzales perdieron el mayor porcentaje de voto en el 20% más rico de la ciudad –cerca de ocho puntos menos–, mientras que los de Javier de Andrés mejoraron su desempeño sobre todo en esas franjas –6,7 puntos más entre el 10% más privilegiado–.
Indicios en Bilbo
La tendencia no es tan evidente en Bilbo, donde el PNV siguió imponiéndose en todos los estratos. A estas alturas es indiscutible que si los jeltzales retuvieron la victoria en votos el 21A, fue por la potente movilización de su base en Bizkaia, algo que se refleja en particular en Bilbo. Mientras en Donostia y Gasteiz perdió seis puntos porcentuales, en su feudo la caída se redujo a la mitad, quedándose en tres puntos porcentuales.
Con todo, vuelve a ser sencillo encontrar señales de la misma tendencia si se miran los datos con lupa. En 2020, la distancia en las rentas bajas entre el PNV y EH Bildu osciló entre los 13 y los 15 puntos. Ahora se ha situado entre los cuatro y los siete. En el otro extremo, la distancia entre jeltzales y PP en las rentas altas fue de entre 30 y 35 puntos hace cuatro años. El pasado 21A, fue de entre 18 y 28 puntos. El colchón del PNV en Bilbo es mucho más grueso, pero no escapa a la dinámica general, ya que ve cómo EH Bildu y PP le disputan votos antagónicos que antes convivían cómodamente en su regazo.