Los encarcelados por las huelgas de 1934 que terminaron presos en el fuerte de San Cristóbal han sido recordados especialmente en el homenaje a los presos de Ezkaba y a sus familiares que ha tenido lugar ante las puertas de esa instalación este domingo a mediodía, en el aniversario de la fuga masiva que acabó con más de 200 muertos en 1938.
Los organizadores, el colectivo Txinparta-Fuerte San Cristóbal, Red de Memoria Colectiva, habían animado a acudir al acto llevando una botella con un mensaje, dibujo, poesía, una flor… Quienes lo han hecho han podido intercambiarla por otra que lo era la suya, tras los que Txinparta pide que se le remita el mensaje recogido en las botellas «para que lo podamos compartir en nuestras redes, entretejiendo así los hilos de esta memoria compartida».
Como cada año, se ha procedido a una ofrenda floral acompañada por música, danza y palabras de la organización rememorando lo sucedido en ese fuerte militar convertido en prisión con condiciones de reclusión dantescas. Pero en esta ocasión se han fijado especialmente en un aspecto: las víctimas que acabaron encarceladas por su participación en las huelgas del año 1934, que tuvieron especial fuerza en Asturies (la llamada Revolución de Asturies o Revolución de Octubre).
Se da la circunstancia de que fue después de este acontecimiento cuando se decidió convertir el fuerte en penal. Todavía faltaban dos años para el Alzamiento franquista, bajo cuyo dominio se agudizaría la condición de prisión de exterminio de este penal.
El hambre, el frío y las enfermedades precipitarían la huida masiva del 22 de mayo de 1938, día en que cerca de 800 presos se echaron ladera abajo por el monte Ezkaba para intentar sobrevivir a la represión. Más de 200 murieron en la persecución consiguiente y se cree que solo tres pudieron ponerse a salvo tras cruzar la frontera.
Jovino Fernández, uno de ellos
Precisamente este sábado el Gobierno de Nafarroa ha dado por completado el sendero memorial que recuerda aquella epopeya de la fuga, con la instalación en Urepel de un monolito que evoca a Jovino Fernández. Se trata de uno de aquellos tres huidos que consiguieron librarse.
Fernández está relacionado también con las huelgas de 1934, puesto que fue encarcelado por vez primera al participar en la protesta de Asturies. Había nacido en 1908, era natural de Toreno (León) y trabajaba como minero. No obstante, a Ezkaba no llegaría a consecuencia de este brote revolucionario en plena II República sino años después, al ser detenido por las tropas franquistas en el transcurso de la guerra. Había luchado en el bando republicano intentando impedir la caída de Bilbo.
Entre los encarcelados después de las huelgas de 1934 está acreditado que había sobre todo trabajadores de Eibar además de asturianos (siete de estos últimois morirían a consecuencia de la fuga). Con todo, al acto de este domingo han acudido también descendientes de otras víctimas del tétrico penal, desde localidades como Encinas de Abajo (Salamanca).