El capitán del barco ya no estará la temporada que viene, pero dejó hechos los deberes en su última travesía con la nave rojilla. Tras disputar cuatro competiciones –algo histórico– con diferente regusto, Jagoba Arrasate volvió a firmar, por quinto curso consecutivo, una permanencia holgada en la máxima categoría.
Una duradera estabilidad en Primera que ahora está pendiente de darle continuidad por parte de Vicente Moreno, quien aterriza en un vestuario con un bloque hecho –a expensas de lo que suceda en este próximo mercado veraniego–, lo que le puede facilitar la tarea, pero a la par tener el listón muy alto por los resultados de su antecesor.
Unas cifras que en el último ejercicio del técnico de Berriatua en el banquillo osasunista, aún siendo meritorias, han quedado un tanto relativizadas por la dirección rojilla al ser comparadas con el curso histórico anterior, de difícil repetición, postura de reproche que ha sido una de las causas de la no continuidad del preparador vizcaino.
Menor rendimiento
Y una de las causas de este menor rendimiento de la escuadra navarra se justifica por el hecho de que jugadores clave en el esquema han ofrecido un nivel sensiblemente inferior durante la 2023-24. Una espina dorsal que, tanto en defensa como en ataque, no ha tenido la productividad esperada en un curso con diferentes escaparates en los que poder brillar.
Por diferentes causas, David García, Lucas Torró y Moi Gómez, llamados a ser los líderes en las diferentes líneas, no han estado a la altura que se esperaba de ellos y eso el equipo lo ha acusado de manera importante. Además, hubo un episodio que causó mucho daño, sobre todo anímico, en el plantel y eso se trasladó de manera notoria al césped: la eliminación de la Conference.
Club, plantilla y entorno cayeron en un ejercicio de autosugestión derivado de la creencia de que los días de vino y rosas se iban a prolongar sine die, que ni siquiera decayó cuando Arrasate advirtió sobre la dureza que como rival iba a plantear el Brujas.
El que el conjunto flamenco llegase hasta las semifinales del torneo no hizo sino confirmar el buen ojo del de Berriatua, pese a que sus pupilos estuvieron a poco más de media hora de dejarlo en la cuneta.
Entre una cosa y otra, Osasuna quedó muy tocado de semejante experiencia y le costó superarla para centrarse en las competiciones que, como suele reiterar el tópico, te dan de comer. De hecho, el cuadro navarro obvió en un buen número de compromisos esa imagen de bloque sólido y difícil de superar que se había ganado a pulso un año antes.
Budimir y canteranos
El contrapunto a ese bajón defensivo, y en gran medida la razón por la que el equipo rojillo no sufrió apuros en la liga, lo puso la efectividad de Budimir, protagonizando su mejor ejercicio como goleador. Las 16 dianas del ariete croata no solo le colocaron en el olimpo de los anotadores históricos rojillos, sino que también le permitieron estar peleando por el pichichi.
A esa gran noticia, se sumó a lo largo de la 2023-24 la de la consolidación de algunos canteranos, como es el caso de Iker Muñoz, ganándose un merecido puesto titular en el ancla, y la irrupción de un Jorge Herrando que le dio estabilidad a la zaga osasunista desde su posición como central zurdo en el último tramo de la competición de la regularidad.
Tampoco hay que olvidarse de la gran apuesta económica del club en el pasado mercado veraniego, un Raúl García de Haro que, pese a tener que estar bajo la sombra de Budimir, marcó seis dianas en apenas 13 titularidades, mostrando sus buenas dotes ofensivas.