Notas a vuelapluma con los homenajes a Urkullu y la ya larga espera a Pradales
Iñigo Urkullu, que no se quería marchar, va de homenaje en homenaje, e Imanol Pradales, que se llevó la sorpresa de que tenía que llegar, parece agazapado a la espera de entrar en la vorágine de firmar su pacto, cumplir su trámite de investidura y después tomar posesión del cargo y formar Gobierno.
Estamos ya metidos en la semana del pleno de investidura en el Parlamento de Gasteiz que desembocará en la toma de posesión del cargo de lehendakari por parte de Imanol Pradales el sábado en la Casa de Juntas de Gernika. Después se conocerá la composición del nuevo Gobierno, que todo apunta que será el más amplio de todo este siglo.
¿Cómo hemos llegado aquí? Se podría decir que por las dotes visionarias de la presidenta de la Cámara que intuyó un acuerdo antes de que existiera. Pero es más acertado recordar que desde que se supo que PNV y PSE sumaban mayoría absoluta nadie dudó de que su pacto se repetiría, pese a todas las pullas de los unos contra los otros con las que nos quisieron entretener en campaña. Las diferencias que mantuvieron en cuestiones troncales para cualquier proyecto común, se desvanecen al olor del reparto de carteras.
No ha habido un diagnóstico de la situación y la búsqueda de un acuerdo para formar un gobierno, sino la evidencia de que se iba a formar ese gobierno y la necesidad de adornarlo con alguna documentación con forma de programa.
Y hemos llegado aquí también porque a finales de noviembre el PNV decidió cambiar de candidato cuando el todavía lehendakari estaba más que dispuesto a seguir. Hay quien dice que se sintió apuñalado por la dirección de su propio partido. En la espalda concretamente. Al menos en estos últimos días en el cargo, Iñigo Urkullu está recibiendo homenajes y muestras de cariño. Algunas tienen un marcado carácter simbólico, como el acto que tuvo lugar ayer en Gernika, donde las Juntas Generales de Bizkaia le entregaron un retoño del roble, que a saber dónde podrá plantar ahora que no dispondrá de los jardines de Ajuria Enea.
Pero aún más simbólico y significativo fue que entre los organizadores de homenajes de despedida haya estado Iberdrola, cuyo presidente, Ignacio Sánchez Galán, le preparó el pasado día 10 una recepción en su torre bilbaina y puso a sus trabajadores en fila para aplaudirle. Urkullu también ha recibido obsequios de patronales vascas y otras instituciones sociales y culturales. Los sindicatos, sin que hayan explicado por qué, no se han sumado a esta ola de homenajes públicos al lehendakari saliente.
Iñigo Urkullu presidirá hoy su último Consejo de Gobierno. Al parecer, entre homenaje y homenaje y junto a sus últimos discursos, está dando forma a un proyecto personal, que no pasa por volver a la presidencia del EBB, como públicamente ha propuesto a través de los medios de Vocento el ex diputado general de Bizkaia José Alberto Pradera.
Iñigo Urkullu presidirá este martes su último Consejo de Gobierno y, entre despedida y despedida, parece estar ultimando un proyecto personal.
En un artículo titulado ‘La reputación del PNV’, Pradera ha dejado escrito que «la mala gestión de la salida del lehendakari Urkullu, en un buen momento electoral, es otra idea del fracaso de la bicefalia. La bicefalia no es eso y le pido a Pradales que exija una leal bicefalia a la ejecutiva que salga tras el proceso esperado. Lo mejor que nos puede pasar es que el que ha sido lehendakari del Gobierno y del EBB vuelva para presidir el EBB y ayudar a encarrilar el futuro».
Al ex diputado general, y ahora alto directivo de varias empresas de inversiones, compraventa urbanística y publicidad, no le gusta que el PNV apoye gobiernos en los que esté Sumar. Pero mucho tendrían que cambiar las cosas para que Iñigo Urkullu vuelva a Sabin Etxea. De hecho, ayer no estuvo en la Asamblea del PNV porque acudió el acto de entrega de los premios Lurra Bizkaia 2024.
Por cierto, hay quien por obligación profesional ha seguido las dos últimas campanas electorales del PNV, y ha observado a Iñigo Urkullu mucho más volcado en las europeas con Oihane Agirregoitia, que en las autonómicas con Imanol Pradales.
Y es que, entre llamamientos a la tranquilidad, las aguas bajan revueltas en el PNV, donde muchos ven la necesidad de cambios tras los negados sopapos electorales, pero no se aclara si es un problema de fondo o de formas, de si es que el mensaje no cala o de que precisamente el mensaje es lo equivocado.
Hasta ahora se había minimizado que hubiera un problema, y ahora afloran las urgencias. Koldo Mediavilla, influyente miembro del EBB, ha escrito este fin de semana que al PNV tienen que llegar «nuevos actores que regeneren la primera línea de una organización renovada», a lo que añadía que «se imponen cambios de todo tipo. Modos de entender la acción política y su gestión como un servicio público encaminado a construir un país. Nueva comunicación que facilite la información y la participación frente al individualismo y la contaminación de una globalización sin límites. Relevos también en los liderazgos».
Mediavilla, que lleva toda la vida en el partido, propone una Asamblea histórica de reseteo, como la de 1977 en Iruñea tras la legalización después de la dictadura, y la de Zestoa en 1987, consumada la escisión de Eusko Alkartasuna. Entre ambas pasaron 10 años. Desde entonces han transcurrido ya 37.
Juan María Aburto siente que el partido es un incomprendido y Aitor Esteban, como su esposa, Itxaso Atutxa, ve un PNV analógico en tiempos digitales (digitales de bits e IA, no de poner cargos a dedo que de eso...). Aburto y Esteban hablan de relevo generacional, pero no aclaran de quién. Parecen pensar en otros. Aunque, como ya dijo Joseba Egibar, «toca renovar también a personas referentes en la estructura del partido. Y yo soy uno de ellos». Ese «uno de ellos» se entendió como un claro aviso a «otros».
Entre tanto, los afiliados del PSE y la Asamblea del PNV aprobaron no se sabe muy bien qué, si un preacuerdo de once folios entre ambos partidos, que no tiene ninguna concreción, cuando ya hay un documento más concreto y completo para mañana, o simplemente el permiso para que ambas direcciones pacten como siempre, que parece el caso de los jeltzales.
Lo único que se conoce de momento es ese preacuerdo tan bien intencionado y que recuerda el tópico de los concursos de miss o míster respondiendo eso de «la paz en el mundo». Nadie podría oponerse a generalidades como «promover la paz, la justicia y el bienestar para todas las personas», «garantizar una sanidad pública, universal, dimensionada y de máxima calidad en Euskadi, convirtiendo nuestro sistema de salud público en una referencia europea» o «impulsar las iniciativas necesarias para mejorar el acceso a la vivienda, especialmente entre la juventud».
Pero como dice el presidente del PP de la CAV, Javier de Andrés, estando de acuerdo en cuáles pueden ser las prioridades, no se puede olvidar que precisamente han sido los firmantes de ese preacuerdo, PNV y PSE, «quienes han llevado a la actual situación social, económica e institucional».
Este miércoles se espera no solo para conocer algo más del acuerdo de gobierno, sino para volver a ver a Imanol Pradales, el candidato que ganó las elecciones hace ya casi dos meses, y desde entonces apenas ha aparecido en la foto de registro de actas en el Parlamento y en un par de mítines de las europeas y como secundario.
Quizá haya sido una forma del PNV de gestionar los tiempos entre la despedida de un lehendakari irritado y la llegada de otro desconocido, pero hasta el momento ha dado más imagen de liderazgo Eneko Andueza que cualquiera de sus socios
Se espera que a partir de ahora, Imanol Pradales y la formación del Gobierno atraigan como un pararrayos toda la atención mediática, pero será difícil que pasadas las primeras semanas el PNV se libre del escrutinio mediático del proceso renovación de su ponencia política y reelección de sus órganos internos, que debe producirse en la segunda mitad de 2024 y enero de 2025.
El jueves en el Parlamento y el sábado en Gernika se oficializará el relevo entre Urkullu y Pradales, con el «entusiasmómetro» conectado.