El Tratado de Alta Mar (Biodiversity beyond natural jurisdiction, BBNJ, por sus siglas en inglés) firmado por los estados miembros de Naciones Unidas gracias al multilateralismo, requiere la ratificación de 60 países para entrar en vigor antes de 2025, pero hasta el momento solo han hecho siete, antes de la primera reunión de las Partes la próxima semana.
Alta mar abarca las aguas internacionales, aquellas que están fuera de la jurisdicción de cada Estado, comprende dos tercios del océano, y uno de los espacios más ricos en biodiversidad del planeta; sin embargo, a pesar de ello, es una zona poco conocida por la ciencia, y solo protegida completamente por un 1% de su extensión.
El Tratado de Alta Mar sobre biodiversidad, más allá de la jurisdicción nacional, firmado el 19 de junio de 2023, necesita actualmente la adhesión de 53 países más para entrar en vigor, solo lo han hecho Belice, Chile, Islas Mauricio, Micronesia, Mónaco, Palaos y el archipiélago de las Seychelles.
La primera reunión de la Conferencia de las Partes del acuerdo será del 24 al 26 de junio en Nueva York, con el objetivo de determinar las instituciones y los procesos necesarios para el desarrollo del mismo. Una reunión previa a la Cumbre del Océano de Naciones Unidas en París, el próximo año.
«Crucial» para la conservación de las especies
En alta mar se registran las rutas migratorias de especies como ballenas, tiburones o atunes, entre otras muchas, y controlar los usos de alta mar «es crucial, porque actualmente no existe ningún mecanismo político internacional para la conservación de la biodiversidad en estas zonas», señala un artículo publicado en la revista ‘Nature’.
Los científicos describen en el documento ‘Salvar la alta mar, plan para el cambio climático’, por qué y cómo el BBNJ representa una oportunidad única de tener en cuenta cómo definir e implementar mejor las Áreas Marinas Protegidas (AMP) de alta mar, particularmente para las especies migratorias cuyos hábitats y patrones de migración están cambiando debido al calentamiento de las aguas, el cambio de corrientes oceánicas y la alteración de las redes alimentarias.
Rebecca Hubbard, directora de la organización Alianza de Alta Mar (High Seas Alliance), ha señalado a Efe que, «como demuestra claramente esta investigación, solo podemos responder eficazmente a la crisis climática y de biodiversidad si planificamos en función de un entorno en constante cambio».
Cuando el BBNJ fue adoptado por los estados miembros de la ONU, «fue aclamado como el triunfo del multilateralismo, dando esperanza a los ciudadanos de todo el mundo de que los líderes actuarán para proteger la vida en el océano», ha asegurado la directora de High Seas Alliance, que desde su fundación en 2011 junto a sus más de 50 ONG miembros y la Unión Internacional para la Conservación para la Naturaleza (UICN) trabaja para proteger el océano más allá de la jurisdicción nacional.
Este Tratado supone «la oportunidad de garantizar que sus procesos sean flexibles y que aborden los desafíos de los impactos del cambio climático en más de dos tercios del océano mundial».
En opinión de Hubbard, «el tiempo no está de nuestro lado» y señala que las temperaturas récord del océano del año pasado recuerdan que «la presión está sobre los líderes mundiales para que conviertan rápidamente sus palabras en ley y que ratifiquen el Tratado del Alta Mar ahora».
«Todo, desde las ballenas hasta los peces, se trasladan siguiendo las aguas cálidas. Esta agitación oceánica, debido en gran medida al cambio climático, puede ser abordada por el Tratado de Alta Mar, por eso su rápida ratificación es tan importante», ha asegurado el doctor Lee Hannah, científico sénior de Biología del Cambio Climático en el Centro Moore de Ciencias de Conservation International y autor principal del artículo de Nature.
El BBNJ es un nuevo acuerdo que forma parte de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y una vez que entre en vigor, el tratado «permitirá aplicar nuevas herramientas de conservación marina y proteger la alta mar de las actividades industriales humanas».
El artículo recoge tres «pasos cruciales» que el Tratado de Alta Mar debe adoptar para abordar eficazmente los impactos del cambio climático en las especies: colaborar con la gestión pesquera y otras organizaciones de alta mar para conservar especies en movimiento; coordinar planes estratégicos para redes de conservación en alta mar y jurisdicciones nacionales; y compartir y desarrollar capacidad científica en todas las jurisdicciones para modelar la dinámica del ecosistema oceánico y los movimientos de especies en respuesta al cambio climático.