Alessandro Ruta

‘Crêuza de mä’, el disco en dialecto que inventó un estilo hace 40 años

La obra musical del italiano Fabrizio De André, una especie de viaje a través del Mediterráneo escrita en el idioma original de la ciudad de Génova, se convirtió en todo un éxito a pesar de un idioma casi imposible que entender, hace ahora 40 años.

De André, con un laud alemán en 1975.
De André, con un laud alemán en 1975. (Wikimedia Commons)

Y de repente, hace 40 años, se empezó a cantar en dialecto genovés, una lengua que al primer golpe de oído parecía incomprensible, parecido al árabe o algo así. A cantar en genovés o, al menos, a silbar aquella música, mágica y evocadora.

 

«Para mí es el mejor disco en la historia reciente». Con estas declaraciones se lanzó el director de cine Wim Wenders, después de escuchar ‘Crêuza de mä’.

¿De qué hablamos, quién obró este curioso milagro?

Se trataba del undécimo trabajo de Fabrizio De André, el ‘Bob Dylan italiano’, estrenado hace ahora 40 años.

Génova, ruidos e historias del Mediterráneo

«En un país joven como Italia, mantener el dialecto resulta fundamental, los dialectos son la verdadera autenticidad». Así hablaba Fabrizio de André, genovés criado en una familia burguesa pero símbolo del cantautor anárquico, siempre defendiendo a los últimos de la fila, a los más desafortunados.

De este modo ‘Faber’ se había convertido en un artista exitoso y conocido en las décadas de los 60 y 70. Discos como ‘La buona novella’, una reinterpretación de los evangelios apócrifos, o el conmovedor ‘Non al denaro non all'amore né al cielo’, trasposición en música de la ‘Antologia de Spoon River’ de Edgar Lee Masters, habían hecho de De André el nuevo grande chansonnier a nivel europeo, con su voz única modelada por whisky y cigarrillos.

Eran discos maravillosos, todos en italiano, con versos convertidos en iconos, en himnos: «No me mató la muerte sino dos guardias santurrones, me buscaron el alma paliza a paliza».

Y sin embargo, en una experiencia artística «en dirección contraria y obstinada», De André daría un paso adelante todavía, más en profundidad: una obra entera en el dialecto de su ciudad, aquella Génova erigida en puerto importantísimo del Mediterráneo, cruce de caminos, de personas y de mundos, cada uno con sus historias y por supuesto con sus idiomas.

De André iba a dar un paso adelante todavía, más en profundidad: una obra entera basada en la Génova cruce de caminos, historias e idiomas

 

De André había ya compuesto canciones que hablaban de Génova, una ciudad única con el mar por delante y los montes a sus espaldas, que se desarrolla «en horizontal», es decir a lo largo de la costa, un poco como Donostia pero muchísimo más grande.

Una ciudad, Génova, república independiente en la Edad Media, en cuya parte vieja las calles son estrechas y ruidosas, animadas por gente de todo tipo, desde las prostitutas hasta los camalli, palabra del dialecto local que denomina a quienes trabajan en las cargas y descargas del puerto.

«De los diamantes no nace nada, del estiércol nacen las flores», son palabras de Faber en ‘Via del campo’ de 1967, una canción que parece un cortometraje sobre esas callejuelas del centro.

El viaje a través del dialecto

En Génova no se encuentra solamente la calle llamada Via del Campo sino también las crêuza de mä. Son los senderos, típicos de la región de Liguria y por consecuencia de su capital, que desde el monte o las colinas bajan hacia el mar pasando al lado de las casas. Un mar que allí se llama Ligure pero que forma parte del Mediterráneo; el centro del mundo hasta la llegada a América de Cristóbal Colón (Cristoforo Colombo, irónicamente un genovés).

Aguas donde navegaban las poblaciones más diversas, dejando objetos, historias o simplemente huellas en el mayor puerto de la zona: Zena, siguiendo con el dialecto local. Cada uno con su tradición y sus sonidos, creando una mezcla única. Componen una atmósfera que De André, gracias a su fiel colaborador Mauro Pagani, recrea de manera espectacular, utilizando por ejemplo instrumentos como el oud marroquí o el bouzouki griego. Un tipo de música llamada «ethnic pop», aunque la etiqueta no agota el trabajo de De André. Los textos, en consecuencia, tenían que estar en el lenguaje que él mejor conocía, no el italiano sino el genovés, la lengua de los navegadores y de los barcos que cruzaban el Mediterráneo.

En este salto al vacío, el autor usó instrumentos como el oud marroquí o el bouzouki griego, aunque encasillarlo como «ethnic pop» no agota el trabajo

 

Fue un salto al vacío absoluto y valiente, tocando temas tanto populares como internacionales, desde la Génova popular (‘Â duménega’, ‘El domingo’) a la figura de ‘A' píttima’, el recaudador de dinero en la República de Génova, pasando por la sensual ‘Jamin-a’ o la leyenda de ‘Sinán Capudán Pasciá’, un siciliano capturado por los otomanos y luego convertido en visir, en el primer ministro del sultán.

Son siete canciones en total, poco más de media hora de música, donde destaca la atmósfera mágica creada por las palabras, que salen profundas de la boca de De André.

«A ver si vendemos algo en Génova»

Según la revista especializada ‘Rolling Stone Italia’, ‘Crêuza de mä’ es el cuarto mejor disco en la historia del país transalpino. Por delante tiene, entre otros, a ‘La voce del padrone’ de Franco Battiato. Según el gran artista David Byrne, fundador de los Talking Heads y premio Oscar en 1988 por la banda sonora de ‘El último emperador’, está «entre los diez discos más decisivos de la década de los 80».

De André dudaba en la presentación de si el disco se compraría incluso en la ciudad, pero acabó vendiendo 400.000 copias

 

Una obra maestra, ‘Crêuza’, que inauguró de hecho la world music, ganadora de unos cuantos premios pero difícilmente replicable. «A ver si vendemos alguna copia en Génova», bromeaba De André cuando fue estrenado el disco, hace cuatro décadas. Pues fueron casi 400.000 ejemplares (normalmente un álbum extremadamente exitoso llegaba al milión y medio), que lo convirtieron en un triunfo inesperado y a Faber en un mito aún más grande.

Saliendo de su zona de confort, llevándonos a soñar, dio también una señal casi política. «Mauro Pagani y yo queríamos hacer algo que pudiese cautivar a los demás a través de lo que nos había cautivado a nosotros, de Gibraltar al Bósforo con raíces árabes y occitanas», explicó De André. «Para los que quieran participar en este viaje con nosotros, el disco está a su disposición», resumió.

Recuerdo a De André con una de las letras de sus canciones en una de las principales calles de Génova. (Wikimedia Commons)