Este es el testimonio remitido por Médicos Sin Fronteras (MSF) a los medios de Javid Abdelmoneim, responsable del equipo médico de la ONG que trabaja en el Hospital Nasser, el último hospital de tercer nivel que queda en el sur de Gaza y donde la situación es «catastrófica».
«Durante los ataques que implican un gran número de víctimas, te ves –en el departamento de urgencias– en un charco de sangre, en medio de una multitud. La sala es ruidosa y el olor a sangre lo inunda todo. Multitud de personas intentan llegar al servicio de urgencias, mientras los guardias de seguridad del hospital hacen todo lo posible para mantener fuera a los familiares y seres queridos que los acompañan, para no saturar el centro.
En el Hospital Nasser atendemos a pacientes de cirugía, traumatología y quemaduras. El sábado 13 de julio, recibimos a cientos de heridos y muertos por un ataque israelí. El ataque alcanzó una zona a la que las fuerzas israelíes habían aconsejado repetidamente que se dirigieran los desplazados. Comprendimos que algo terrible había ocurrido por las enormes explosiones que se produjeron más cerca que nunca del hospital. Casi inmediatamente después, escuchamos las ambulancias.
Pronto se desató el caos en el hospital. Nuestro equipo corrió al servicio de urgencias. Una de las pacientes, de tres años, estaba herida. Sus padres estaban junto a ella, preocupados. Respira y me mira, así que debe de estar bien, pensé. Pero cuando le quité el vendaje, me di cuenta de que tenía todo el muslo izquierdo desprendido hasta el hueso.
Me dirigí a la siguiente paciente, una mujer cubierta de polvo. Cuando me acerqué a ella, me miró e intenté sonreír y hablar con ella. Respiraba con normalidad, tenía los ojos abiertos y no veía sangre por ninguna parte. Pero cuando le quité el vendaje, gran parte de su intestino emergió.
‘¿Cómo es posible que me esté mirando?' Pensé. Segundos después, las puertas se abrieron de golpe. Llegaron varias personas heridas, algunas de ellas, personal de primeros auxilios.
‘¿Por qué le atendemos si no puede respirar?’
Entre ellos había un joven que no respiraba, así que intentamos reanimarlo, pero la enfermera nos miró y preguntó: '¿Por qué le atendemos si no puede respirar? Tenemos que salvar otras vidas'. Nadie tenía el valor de hacer pasar al siguiente. El joven que no respiraba era hijo de alguien. Pero teníamos que atender al siguiente, y luego al siguiente, y así continuamos.
En la sala de urgencias había sangre por todas partes. Los pacientes estaban tirados en el suelo porque no quedaban camas libres. Tenía que agacharme para atenderlos. Podía sentir mis rodillas mojadas por la sangre constantemente.
No es la primera vez que atiendo a personas que han sufrido un incidente con víctimas múltiples. El olor a sangre es el mismo dondequiera que estés. La diferencia es que aquí, en Gaza, el horror impacta más aún y cala hondo. En medio de nuestro trabajo, vimos a nuestro colega, un anestesista de MSF, en la sala de urgencias. Le pregunté qué hacía allí y por qué no estaba en el quirófano. 'Acabo de enterarme de que mi casa ha sido destruida y que mis hijas y mi sobrino están aquí en alguna parte', me dijo.
Más tarde supimos que habían matado a su sobrino. Todos nuestros compañeros están directamente afectados por la violencia y el desplazamiento. No tienen tiempo para procesarlo. Cuatro días después de ese ataque, nos enfrentamos a otro incidente con víctimas masivas en el hospital. Esto parece no acabar nunca.
Cuatro días después de ese ataque, nos enfrentamos a otro incidente con víctimas masivas en el hospital. Esto parece no acabar nunca.
Nuestro personal médico palestino todavía está aquí, tratando de detener hemorragias, atender brazos fracturados y brindar atención quirúrgica, pero seguimos perdiendo pacientes.
Nuestros compañeros palestinos llevan nueve meses viviendo esto, trabajando mientras escuchan noticias sobre la muerte de sus seres queridos. Agotados y traumatizados es poco para describir la pérdida que siguen sufriendo.
Estamos esperando el próximo incidente con víctimas en masa. Ningún lugar es seguro en Gaza
Con el banco de sangre en niveles críticos, hemos tenido que recurrir a donaciones. La tensión es excesiva. Necesitamos que pare. Esto es el fin. No hay otro sitio adonde ir si Nasser tiene que cerrar».
Un mes de julio «terrible» en el sur de Gaza
En un comunicado ayer, MSF denunció que «está siendo un mes de julio terrible en el sur de Gaza». «Los incesantes bombardeos y ataques aéreos de las fuerzas israelíes se cobran la vida de cientos de personas en la Franja, mientras el personal médico de los hospitales se ve al límite para tratar de atender a los heridos graves. Solo en los últimos 10 días, los equipos de MSF han respondido a cuatro incidentes con víctimas masivas», remarcó.
Ahmad Abu Warda, responsable de actividades médicas en el Nasser, relató que no dejan de llegar «familias enteras: ya sea muertas o heridas. Estamos intentando priorizar quién va al quirófano».
«Vemos llegar ambulancias cada dos minutos a urgencias. Hay muchos niños, niñas, mujeres y adultos mayores. Vimos al menos un paramédico entre los heridos», incidió desde Khan Younis, Pascale Coissard, coordinadora de emergencias en Gaza.