Benjamin Netanyahu se convirtió ayer en el dirigente extranjero que más veces ha hablado en el Congreso de EEUU, cuatro veces, por tres de Winston Churchill. Netanyahu llegó invitado por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson.
El primer ministro israelí fue aplaudido durante una hora, con varios congresistas en pie, pero la realidad es que ese fue el único momento reseñable de la visita comenzada el lunes. Para empezar, nadie fue a recibirlo al aeropuerto, al no ser una visita de Estado, sino una invitación del Congreso, que técnicamente no ha sido gestionada entre ambos Gobiernos. Ahora que, además, ni siquiera es candidato, el presidente Joe Biden tiene más margen de libertad y, de hecho, su mensaje de esta madrugada para explicar su decisión de retirarse tenía visos de restarle todo el protagonismo mediático a Netanyahu. Con todo, se espera que hoy se reúnan ambos mandatarios, al igual que la vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris. Es probable que antes de volver a casa Netanyahu visite también Florida para reunirse con Donald Trump.
La incomodidad demócrata se mostró de distintas maneras: unos 130 congresistas boicotearon el discurso del primer ministro israelí (Bernie Sanders recordó que Netanyahu «es un criminal de guerra. No debería ser invitado, no pienso ir») o buscaron alguna excusa para no estar en Washington, empezando por la propia Kamala Harris, que tenía un acto de campaña en Indiana. En una visita normal, debería haber sido ella, como vicepresidenta, la que presidiera la sesión. La presidenta pro tempore Patty Murray tampoco estuvo en la Cámara, y fue el senador de Maryland Ben Cardin el representante demócrata que aparecía en las imágenes de fondo. Los demócratas no olvidan que en su anterior visita al Congreso, en 2015, Netanyahu rompió la cortesía diplomática al criticar en la propia institución el acuerdo alcanzado por el Ejecutivo de Barack Obama sobre el programa nuclear iraní.
PROTESTAS MASIVAS
En contraste con el boicot y el número de ausencias del campo demócrata, destacaba en el hemiciclo de Washington la presencia de la progresista Rashida Tlaib. La primera representante palestino-estadounidense en el Congreso de EEUU acudió con un pañuelo keffiyah al cuello, mientras hacía girar un cartel en el que por un lado se leía «criminal de guerra», y en el otro «culpable de genocidio».
Esta vez el momento político ha jugado a favor de los demócratas; la retirada de la carrera electoral de Biden y la espectación surgida alrededor de Harris han eclipsado por completo la visita de Netanyahu, que tenía todos los visos de ser un acto electoral republicano (fue ideada por el speaker conservador de la Cámara de Representantes, Mike Johnson), tal y como advirtieron los 30 israelíes que firmaron la carta en contra la visita unos días antes. Entre las firmas aparecen el exdirector del Mossad Tamir Pardo y otros cuatro altos cargos, y varios de representantes y exdirigentes militares y diplomáticos del Estado de Israel contrarios a Netanyahu.
Y es que las protestas no se han limitado a EEUU, sino que en el propio Israel se ha criticado que el primer ministro viaje a Washington en un momento de tensión extrema y con una situación muy volátil tanto al norte en la frontera de Líbano como en el sur con los huthíes yemeníes. Los familiares de los rehenes secuestrados se manifestaron en Tel Aviv en el momento en el que Netanyahu hablaba en Washington, para protestar que no hubiera hablado de un acuerdo para liberarlos.
Mientras Netanyahu se dirigía a un Congreso totalmente vallado y con medidas de seguridad extremas, decenas de miles de personas se manifestaron en la capital, en el «día de la ira» contra su visita. Ahmad Abuznaid, director de la Campaña por los Derechos de los Palestinos denunció que «los criminales de guerra como Netanyahu no son bienvenidos» en EEUU.
Las primeras protestas comenzaron el martes, con centenares de manifestantes judíos realizando una sentada dentro del Capitolio, en la que se denunció el genocidio en Gaza y se reclamó que EEUU dejara de enviar armas a Israel.
Netanyahu no se olvidó de los manifestantes que protestaban fuera del Congreso, hasta el punto de llegar al insulto y a la burla. Atacó a los rectores de universidad que rechazaron desalojar las acampadas en protesta por el genocidio en Gaza. «Los inaceptables insultos que dibujan un Israel genocida quieren deslegitimar a Israel, demonizar el Estado judío y demonizar a los judíos de todo el mundo. No es de extrañar que hayamos visto un espantoso aumento del antisemitismo», dijo.
Sobre las decenas de miles de manifestantes que protestaban contra él señaló: «Os habéis convertido oficialmente en los idiotas útiles de Irán». Y aseveró que la mayoría de la población estadounidense no había caído «en las mentiras de la propaganda de Hamas y continúan apoyando a Israel».
Lo cierto es que las encuestas más recientes muestran que el apoyo a Israel se sitúa en el 42%, mientras que un 48% está en contra de la guerra en Gaza.