Los 20 años de ‘Fahrenheit 9/11’, el máximo éxito de Michael Moore
En julio de 2004 se estrenaba el documental-manifiesto ‘Fahrenheit 9/11’ del director estadounidense Michael Moore, una tremenda acusación al Gobierno de George W. Bush que para entonces había ganado ya la Palma de Oro en Cannes.
Las películas de Michael Moore siempre han constituido un evento desde que el mundo entero empezó a conocer su rostro redondo, su pelo largo, su (a veces) larga barba y sus gafas. El fenómeno surgió a partir del 23 de marzo de 2003, cuando ‘Bowling for Columbine’, un documental sobre la masacre perpetrada en un instituto en la ciudad de Littleton, en el Estado de Colorado, ganó el premio Oscar.
¿Sobre qué versaba? Dos chavales armados (uno, además, menor de edad) entraron y mataron a 12 personas antes de suicidarse. Era la representación plástica y a la vez dramática de un mundo, Estados Unidos, donde conseguir armas era extremadamente fácil. Y donde los simpatizantes de este uso masivo de rifles o pistolas eran por un lado un potente lobby y por otro la consecuencia de unos medios de comunicación que inoculaban miedo día a día.
Cuando dijo al recibir el Oscar por ‘Bowling for Columbine’, «no queremos esta guerra, mister Bush, ¡vergüenza!», Moore ya estaba avanzando su siguiente andanada
El discurso de Moore cuando recibió el Oscar fue quizás el momento más recordado. Allí empezó a cargar contra la Administración de George W. Bush, por aquel entonces comprometida hasta la médula en la guerra contra el Irak de Saddam Hussein: «Nosotros hacemos ficción y vivimos tiempos ficticios, con un presidente ficticio que ha ganado las elecciones con resultados ficticios. No queremos esta guerra, mister Bush, ¡vergüenza!».
Parecían palabras meramente puntuales, el ataque de un militante contra el hombre más poderoso del mundo. Pero en realidad era ya el entrante del menú que Moore estaba preparando; otra película de impacto, ‘Fahrenheit 9/11’, estrenada el 25 de julio de 2004, es decir hace 20 años.
‘Fahrenheit 9/11’, un manifiesto
Si uno piensa en la palabra «documental», la primera percepción es probablemente imaginarse los del ‘National Geographic’. Animales, fondos marinos, esas cosas, o como mucho la biografía de alguien o un episodio histórico.
Hasta la victoria de ‘Bowling for Columbine’ los ganadores de los Óscar en la categoría documentales eran detalles propios de frikis. Pocos se convertían realmente en populares, como el espectacular ‘When we were kings’ (1996) sobre el combate de boxeo entre Muhammad Alí y George Foreman en 1974, en Kinshasa, el famosísimo ‘Rumble in the jungle’.
Todas estas películas se mantenían «neutrales», sin representar ningún punto de vista: documentaban, literalmente, nada más. Con Michael Moore, por contra, cambiaba todo, porque en primer lugar sus trabajos eran manifiestos que desarrollaban sus ideas, a través de episodios cercanos como ‘Roger & Me’, donde el director contaba la crisis de la comunidad de su ciudad, Flint, desencadenada por las estrategias de la multinacional General Motors.
Hasta entonces la mayoría de estos trabajos solo documentaban, no ofrecían un punto de vista. Moore opta por manifiestos de sus ideas
Moore documenta y al mismo tiempo reflexiona. Toma como «excusa» la crisis de GM para atacar el capitalismo salvaje que puede condicionar el día a día de las personas si las cosas no van bien. Y lo hace a través de películas que tienen una estructura muy peculiar: su propia voz que comenta desde fuera, de manera sobre todo irónica, y un interesantísimo montaje entre imágenes y música.
Sin olvidarse del lado serio de la cuestión, que normalmente aparece en el tramo final de sus trabajos. Como cuando en ‘Bowling for Columbine’ Moore entrevista a Charlton Heston, inolvidable actor en las décadas de los 50-60 y presidente del lobby de la National Rifle Association, y deja en el patio de su casa la foto de una chica muerta por un arma de fuego, en un accidente.
Son manifiestos, más que documentales. Y la cumbre artística de Moore fue seguramente ‘Fahrenheit 9/11’, que no ganaría el Óscar sino la Palma de Oro en el Festival de Cannes, en mayo de 2004, cuando lo pudieron ver solamente los que estaban en La Croisette. En el Estado español llegaría a las carteleras el 24 de julio de aquel mismo año, hace dos décadas.
El ataque a la Administración de George W. Bush
‘Fahrenheit 9/11’ se podría resumir así: Michael Moore ataca duramente al Gobierno de George W. Bush recuperando documentos y noticias inéditas sobre el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001 y explicando con ello la verdadera (según MM) razón del inicio de la guerra contra el Irak de Saddam Hussein.
Noticias inéditas y que buscan claramente poner en ridículo al hombre más poderoso del planeta. De hecho casi nadie sabía que George W. Bush, mientras los «terroristas» se lanzaban con los aviones en contra de las Twin Towers, estaba en una escuela de Florida (Estado donde gobernaba su hermano Jeb) leyendo un cuento a un grupo de niños. Y que durante siete minutos, con Nueva York en llamas, avisado por un colaborador, se mantuvo concentrado en la lectura.
Casi nadie sabía que, con Nueva York en llamas y ya avisado de ello, Bush estuvo siete minutos concentrado en la lectura de un cuento en una escuela de Florida
Tampoco casi nadie conocía a los antepasados de Bush junior, sus intentos de invertir en el petróleo protegido por su padre George (sin W.) y con ayudas «raras» por parte de algunos saudíes. Y una familia real saudí que, según mostraba Michael Moore, siempre había estado conectada con los Bush y que al mismo tiempo conservaba buenas relaciones hasta con los Bin Laden.
Todo esto con un montaje rápido y vivaz, la música de nuevo importantísima sobre todo cuando Moore quiere atacar personalmente al presidente de Estados Unidos, acusado de ser en última instancia poco más que un tonto que habla con léxico de cowboy, rodeado por gente impresentable y babosa como Colin Powell, el hombre del frasco esgrimido como «casus belli» para iniciar la guerra contra Irak y Saddam Hussein.
Resulta maravilloso en este sentido el inicio de ‘Fahrenheit’, una especie de carrusel a cámara lenta de todos aquellos que tenían mando en el Gabinete de Bush, para que el espectador pueda enfocar a los protagonistas.
Como en ‘Bowling for Columbine’, el final también es muy conmovedor, con las madres de los soldados enviados a Irak a morir. Jóvenes radicados de entornos pobres que reciben la promesa de salarios más dignos pero que en realidad se iban a transformar en carne de cañón.
Si el lado documental es muy impactante, hay partes de la película donde Moore deviene más en fan de las teorías del complot, conspiranoicas, reflejando noticias que no son ciertas, como detalles relativos a las elecciones de Estados Unidos de 2000. El director sostiene que fueron «robadas» y resulta cierto que el estado decisivo había sido Florida, donde Jeb Bush era gobernador, pero dejar caer esa tesis como inicio de la película es bastante resbaladizo.
En cualquier caso, con sus 222 millones de dólares ganados, ‘Fahrenheit’ fue no solamente el máximo éxito de Michael Moore, sino también el documental más taquillero de la historia.