En medio de rumores sobre su designación inminente, Macron recibirá el lunes al último primer ministro de François Hollande, Bernard Cazeneuve, como opción para liderar un nuevo gobierno.
La reunión, que por ahora no ha sido anunciada oficialmente por el Elíseo, tendrá lugar por la mañana y fue confirmada por fuentes del entorno de Cazeneuve a distintos medios locales, como la cadena televisiva TF1.
El encuentro incrementa la solidez de la hipótesis de que será el elegido por Macron para suceder en el puesto de primer ministro al macronista Gabriel Attal, quien dimitió hace 50 días, tras los resultados de las elecciones legislativas anticipadas del 30 de junio y 7 de julio.
La candidatura de este político y abogado de 61 años a ocupar nuevamente el palacio de Matignon emergió con fuerza después de que Macron descartara nombrar a la aspirante propuesta por la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP), Lucie Castets.
En la ronda de este lunes Macron cruzará impresiones también con dos expresidentes de la República: Nicolas Sarkozy y Francois Hollande. Este último se mostró muy crítico con su actitud la pasada semana, cuando le reprochó una «falta institucional» por negarse a designar a un representante de la izquierda ganadora en las elecciones. Como quiera que Cazeneuve fue primer ministro nombrado por Hollande, el dato puede entenderse como un intento de Macron de legitimar su propia decisión y de a la vez evitar críticas de su antecesor del PS.
A última hora del domingo se ha conocido que Macron también recibirá al conservador Xavier Bertrand, presidente de la región de Altos de Francia y que tendría alguna opción para el cargo, aunque menos que Cazeneuve. Su nombre ha sido postulado sobre todo desde la derecha.
Posibles efectos
Volviendo a Cazeneuve, el que fuera primer ministro del presidente François Hollande (2016-2017) es, según filtraciones del Elíseo a la prensa, la única personalidad considerada capaz de evitar «una mayoría en contra».
Es decir, como primer ministro garantizaría hipotéticamente una cierta estabilidad, como Macron quiere, al reunir los apoyos suficientes para superar mociones de censura en una Asamblea Nacional profundamente dividida.
Pero un nombramiento de Cazeneuve, que es de izquierdas pero abandonó el Partido Socialista (PS) en 2022 en protesta por sus alianzas con la formación más radical de Jean-Luc Mélenchon, La Francia Insumisa (LFI), amenaza con generar un auténtico temblor en la izquierda y una ruptura del NFP.
Esa coalición, que está integrada por los socialistas, los comunistas, los insumisos y los ecologistas, mantiene oficialmente la postura de que Castets es la única opción, ya que como el NFP es la primera fuerza en la Asamblea (193 escaños, muy lejos de la mayoría absoluta de 289) reclama a Macron el derecho a gobernar.
Pero la hipótesis de Cazeneuve ha evidenciado ya profundas divisiones en el seno del PS, agitadas por las corrientes que no son partidarias de la estrategia de alianzas con LFI que defiende el primer secretario del partido, Olivier Faure.
Así lo demuestra el posicionamiento público de figuras como la alcaldesa de París, Anne Hidalgo (cercana a Cazeneuve), quien ayer mismo aseguró que el antiguo primer ministro socialista sería una opción «seria» y «creíble» para gobernar, capaz de trabajar con todos los partidos.
Contando con que algunos diputados socialistas y comunistas se separarían de la línea oficial del NFP para darle su apoyo, Cazeneuve podría virtualmente mantenerse en el Gobierno gracias a los macronistas (166 diputados), grupos minoritarios y la derecha tradicional de Los Republicanos (47).
Incluso la ultraderecha de Marine Le Pen, tercera fuerza en la Asamblea con 142 diputados, ha evitado amenazar con censurar a Cazeneuve, algo que sí se hizo de inicio ante la posibilidad de un gobierno salido del NFP.
La gran incógnita sería qué clase de políticas llevaría a cabo Cazeneuve y a quién colocaría como ministros, ya que a pesar de ser una personalidad de izquierdas dependería eminentemente del macronismo y la derecha.