Macron hace trampas para elegir a uno de entre sus cinco «mosqueteros»
No le bastó con la temeridad de disolver la Asamblea Nacional y adelantar elecciones tras la victoria de la ultraderecha en los comicios al Parlamento de la UE.
De hecho, Rassemblement National venció de largo en votos tanto en la primera como en la segunda vuelta de las legislativas. Solo la irrupción del improvisado Nouveau Front Populaire (NFP, coalición de izquierdas) y su decisión de renunciar a presentar candidatos en la reválida para frenar a la ultraderecha, secundada de no muy buena gana por los macronistas de Ensemble, impidió que Jordan Bardella, el joven rostro amable de Marine Le Pen, ganara y tuviera posibilidades de convertirse en primer ministro.
Se oyeron desde el principio malas lenguas que aventuraban que el objetivo del presidente otrora jupiterino era precisamente ese: nombrar a Bardella con la esperanza de que su formación se quemara bajo su égida durante los últimos años de mandato.
Esa pérfida, y peligrosa, hipótesis cobra fuerza tras todas estas semanas que, con la excusa primero de los Juegos Olímpicos y la advertencia después del riesgo de ingobernabilidad, Macron ha tardado en deshojar la margarita. Cierto es que el presidente francés no está obligado a designar al candidato, esta vez candidata, con mayor número de escaños. Y que desde la ultraderecha hasta el macronismo, pasando por la derecha, amenazaban a Lucie Castets con una moción de censura.
Pero ahí está la trampa. Ensemble maquilló su debacle gracias a los préstamos del NFP, pero ambos suman 350 escaños (la mayoría es de 289). Macron insistió en que Castets no le gustaba por «insumisa». Pero era una excusa. Nunca estuvo dispuesto a negociar candidatura alguna surgida de la izquierda.
Macron-D’Artagnan tenía cinco mosqueteros: Bernard Cazeneuve, Xavier Bertrand, Valérie Pécresse, Karim Bouamrane y Michel Barnier. Al final ha optado por este último. Pero es igual. Lo que les une a todos, desde el social-liberalismo a la derecha, es la ambición.
Esta le sobra a la ultraderecha. Y la última y terca astracanada de Macron les puede catapultar de cara a las presidenciales de 2027. El último regalo del Júpiter devenido Nerón.