Keep calm... and get on with it
Es difícil saber cuál es el objetivo de mi imputación por publicar un artículo que, personalmente, creo que no «enaltece el terrorismo». No deja de ser curioso que, en este momento político, ayer en la Audiencia Nacional hubiese otros dos hechos relacionados con ese tipo penal: un juicio a un joven por una pancarta y otra imputación contra once personas que se manifestaron públicamente.
Lo que tengo claro es que a nosotros no nos corresponde juzgar. Nuestra función, además de informar y valorar hechos en base a una línea editorial clara, es garantizar la libertad de expresión, no juzgar opiniones libres. A eso nos dedicamos, somos un periódico. Lo que de ninguna manera podemos aceptar es una censura preventiva, la autocensura.
No somos dados al victimismo. No nos gusta ese papel pese al boicot, la discriminación y el acoso que hemos sufrido desde el nacimiento del periódico -baste recordar que, a cuenta de la deuda de «Egin», que se nos atribuyó injustamente, probablemente seamos la empresa del Estado que más tiempo lleva judicialmente intervenida; vamos para diez años-. Tampoco nos gustan los personalismos. Dice una de las normas de este oficio que el periodista no debe ser el protagonista. Pero es que además el nuestro es un proyecto colectivo, basado en esa comunidad de lo que nosotros denominamos «lectores con criterio».
Creo que uno de los objetivos no explícitos puede ser sacarnos de nuestra dinámica y meternos en otra ajena, caduca, estéril. Ante eso solo podemos hacer una cosa: periodismo político independiente. Mientras se pretenda acallar a la gente, seguiremos siendo la voz de los sin voz.