Nuevas elecciones sin sorpresas a la vista
Sudáfrica celebra elecciones el próximo 7 de mayo, fecha en la que por primera vez podrá votar la generación nacida tras el final del apartheid. Más allá de la segura victoria del presidente Zuma, está por ver hasta donde la Sudáfrica democrática es capaz de seducir a estas nuevas generaciones, claves para que el ANC mantenga el poder en el futuro.
Aunque nadie duda de la victoria del actual presidente, Jacob Zuma, en las elecciones del próximo 7 de mayo, la cita con las urnas servirá para observar hasta dónde llega el malestar social visible en los últimos años en Sudáfrica. La vista se fijará especialmente en la juventud, ya que por primera vez podrá participar en unos comicios la llamada generación ‘Born free’ –nacida libre–, aunque se espera que opte en gran número por la abstención.
Hay dos elementos que ponen fuera de toda duda la victoria de Zuma en las elecciones, pese a las muchas críticas, tanto internas como externas, que se le hacen –incluyendo a históricos como Ronnie Kasrils o la mayor central sindical del país, COSATU, aliada tradicional del ANC–. El primero es la propia naturaleza del ANC y su lugar en el imaginario colectivo sudafricano, mientras que el segundo es, sencillamente, la ausencia de una alternativa creíble.
Sobre el primer punto, como recuerda el senador de Amaiur Urko Aiartza, buen conocedor del país y del ANC, hay que entender que no se trata de un partido al uso, sino que es todavía «un movimiento de liberación nacional», y como tal, «un movimiento amplio en el que se juntan personas de tendencias diferentes».
Este hecho, junto al destacadísimo lugar que el ANC y su lucha contra el apartheid ocupan en el imaginario colectivo de la mayoría de Sudáfrica explican su supremacía electoral pese a las numerosas protestas que día a día recorren el país. El escritor sudafricano Hein Marais lo explica bien al señalar que «una protesta de la comunidad no implica automáticamente la condena de la idea del ANC». Una cosa son los dirigentes coyunturales del ANC, por tanto, y otro el ANC en si.
Sin alternativa dentro de la oposición
El principal partido de la oposición es la Alianza Democrática (AD), que obtuvo un 18% de los votos en 2009 y al que avala una gestión aparentemente eficiente en lugares como Ciudad de Cabo, donde tienen el poder. Pero aunque las cosas empiezan a cambiar poco a poco, sigue siendo visto como el partido de los blancos; de hecho, en él se integraron en su día los restos del Partido Nacional, la formación que dominó el apartheid. En su candidatura incluyen a personas de la clase media negra emergida con la ayuda del ANC, pero cabe recordar que dicha clase media apenas supone un 10% de la población negra total.
El segundo partido más votado en 2009 fue el Congreso de los Pueblos –escisión del ANC provocada por los seguidores del expresidente Mbeki–, con un 7% de los votos. Por su parte, el Partido de la Libertad Inkatha (IFP), del octogenario Buthelezi, consiguió el 4,6% de los votos, principalmente entre los zulúes de la región de Kwazulu-Natal. Aunque las encuestas auguran un apoyo de entre el 20 y el 25% para Alianza Democrática, ninguna de estas tres formaciones supone amenaza alguna para el ANC –que ha ganado todas las elecciones libres con más del 60% de los votos–.
Cabe, destacar, sin embargo, que este año entran en competencia dos nuevos partidos, aunque ninguno de los dos supone tampoco ninguna amenaza. El primero es el de los Luchadores por la Libertad Económica (EFF), del expresidente de la Liga Juvenil del ANC, Julius Malema. Pese a que su intención es situarse a la izquierda del ANC –propone varias nacionalizaciones–, las credenciales de su líder, millonario gracias a contratos públicos, y su retórica populista apenas le permitirán recibir algún voto de castigo al ANC. La segunda opción que se presenta por primera vez este 7 de mayo es Agang Sudáfrica, creado por la militante antiapartheid y exdirectora general del Banco Mundial Mamphela Ramphele. Su objetivo, sin embargo, es la mencionada clase media, lo que la sitúa más como rival de AD que del ANC.
En resumen, el ANC se enfrenta a una oposición que apenas ofrece alternativas a los sectores más castigados por el paro y la desigualdad, ya que como señala Aiartza, «¿alguien puede pensar que AD podrá hacer algo mejor por las clases populares?». En cualquier caso, parece un argumento insuficiente para justificar la situación actual, ya que «el principal peligro es que las nuevas generaciones no vean el ANC como referente» para solucionar sus problemas, según el senador abertzale, quien añade que «lo más posible y deseable es que tras estas elecciones el ANC entre en un proceso de debate para encarar los retos que tienen como partido y como pueblo».