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Unionismo democrático o ser Kiko Rivera

Mick Jagger encabezó una carta unionista antes del referéndum de Escocia en la que, partiendo del respeto a una decisión que correspondía única y exclusivamente a los habitantes de la isla, les pedía que no se marchasen.


Casi al mismo tiempo, en el Estado, Kiko Rivera, hijo de Isabel Pantoja, tonadillera y blanqueadora de dinero malayo, mandaba «un mojón» tuitero a Pep Guardiola después de que este reivindicase el derecho a votar. Obviamente, la caricatura no representa al paisanaje del otro lado del Ebro, también encarnado en la «España de Lorca y Miguel Hernández» que defendió el lunes David Fernández mientras unos energúmenos trataban de reventar un debate en Madrid con la connivencia absoluta de la Policía.

Hasta el momento, sin embargo, la posición política de PP y PSOE se parece más a la del famosete «low cost» que a la del legendario cantante de los Rolling Stones. Y en esto, uno echa de menos el paso adelante del unionismo democrático, ese que defiende el derecho a decidir por compromiso con las urnas y para luego votar «no» a un Estado propio.

No creo en el dogma-progresista-español que dice que el independentismo es fuerte contra «esta» España y vaticina que la victoria de un proyecto transformador en Madrid convertiría el Estado en una arcadia feliz de la que nadie querría marcharse. Suele venir acompañado de un «ahora no toca». En este momento que tanto se habla de «procesos constituyentes», estamos ante una buena oportunidad para dejar las elucubraciones futuras y ayudar a abrir una grieta real y tangible en el régimen: la catalana. Tampoco quiero confundir enemigos. El responsable de que no se vote es exclusivamente un Estado en decadencia. Pero defender la democracia es bueno para Catalunya y también para todo cambio futuro.

Y eso, ahora, pasa por apoyar sin ambages una desobediencia masiva.