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Interview
Estela Barnes de Carlotto
Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo

«La falta de justicia puede generar que ustedes vuelvan a tener un Franco y nosotros un Videla»

Los militares argentinos jamás pensaron que mujeres como Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, serían capaces de encontrar por sí mismas a 115 nietos robados a sus madres en los centros clandestinos de detención. Carlotto ha tenido la dicha de encontrar al suyo hace escasos tres meses. Hace 36 años, su hija solo pudo tenerlo en brazos cinco horas.


El 5 de agosto, Estela Barnes de Carlotto recibió por boca de la juez federal María Servini de Cubría la noticia que llevaba esperando más de 36 años. Los resultados del análisis genético de un joven llamado Ignacio Hurban eran un 99,9% compatibles con los de ella. Acababa así una búsqueda que comenzó en abril de 1977, cuando, gracias al testimonio de una exdetenida, supo que su hija mayor, Laura, secuestrada en noviembre de 1976, estaba embarazada de aproximadamente seis meses y medio. Este 5 de agosto, Carlotto gritó, lloró y abrazó con emoción a Servini de Cubría y a los suyos.

Después vino el reencuentro con Guido -el nombre que su hija había elegido-. Un camino que ya llevan transitando más de tres meses, en los cuales se han reunido con la presidenta argentina, Cristina Fernández, el ecuatoriano, Rafael Correa, y el papa Francisco en el Vaticano. De todo ello ha conversado con GARA en Bilbo, donde ha recogido los dos reconocimientos que anualmente otorga el festival contra la censura Zentsura AT.

¿Cómo ha vivido estos tres meses de reencuentro?

La noticia fue un bálsamo de alegría, una sensación inexplicable. Yo soy una persona muy tranquila, pero ese día empecé a gritar, a saltar y abrazar llorando a Servini de Cubría. Después vino el proceso de darle la noticia a Guido. Fue una buena noticia para todos, que alimentó la esperanza de que se puede.

Yo no sabía cuándo se iba a producir el encuentro. Él le dijo a mi hija Claudia `déjame pensar, vamos a ver'. A veces ese `vamos a ver' puede ser muy largo. No sabíamos cómo era él, ni cuál sería su reacción, ni quiénes lo habían criado... estábamos en blanco y con una tremenda expectativa.

Increíblemente, nos llamó al día siguiente. Nos encontramos y lo vi por primera vez en la casa de mi hija Claudia. Él llegó con su compañera y sus amigos y ahí pude abrazarlo, verlo, tocarlo. Fue difícil porque empecé a imaginar que ese hombre había estado en la panza de mi hija, que era el hijo del amor de ella con su compañero, que se lo arrebataron a mi hija a las cinco horas de nacer, que él pasó a vivir con un matrimonio que le dio amor pero que no era su familia. ¡Cuántas cosas se le van a remover en su interior de ahora en adelante! Es un chico con muy buen humor y chistoso, alegre y músico. Todo esto lo vamos descubriendo poco a poco. He podido también conocer la historia de su papá, un ser excelente, músico también. Todas las condiciones de Guido son las de su papá y mamá, pero físicamente no se parece en nada a mi hija. Así que si yo esperaba encontrarlo en la calle por su parecido con Laura estaba perdida. Él también nos está conociendo, a veces un poco asustado porque somos muchos y bien expresivos. Mis nietos son arrolladores, pero él se adapta y ahora con las nuevas tecnologías es mucho más fácil compartir. Ya no hay distancias.

Tras la noticia, lo llamó la presidenta argentina, Cristina Fernández, para conocerlo. Después, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, nos invitó a Guido, a su compañera, a mi hija Claudia y a mí a las islas Galápagos. Fue un viaje en el que los cuatro convivimos, comimos, cenamos juntos.

Las Abuelas tenemos por norma que se debe darles tiempo, tenerles paciencia y esperar, porque los tiempos de este cambio tan grande son muy fuertes. ¡Está moviéndose en un mundo tan distinto al propio! Porque se crió en el campo durante 14 años... Él se tiene que despojar -de hecho ya lo está haciendo- de que esas personas no son sus padres y que, si bien a papá y mamá no los podrá conocer, estamos nosotros para contarle su historia. Yo estoy ejerciendo el papel de abuela, que puede decirle alguna cosa, acomodarle la ropa, ver cómo se ríe y divierte en el mar jugando con las focas... estoy queriendo recuperar esas imágenes que no tuve de cuando era niño.

En setiembre se dictó sentencia por los crímenes en el centro clandestino de La Cacha, donde estuvo secuestrada su hija Laura, y en octubre arrancó el juicio por los delitos de lesa humanidad en Monte Peloni, en Olavarría, donde fue criado Guido y donde fue evidente la complicidad civil...

Creo que todo el pueblo sabía que Guido no era hijo de ese matrimonio, porque la mujer nunca estuvo embarazada. Olavarría es una ciudad muy de derechas y cómplice. Importantes empresarios de la zona impusieron la ley del silencio. Con el juicio de La Cacha estamos intentado reconstruir el camino de cómo se lo quitaron a mi hija, por qué manos pasó. Este matrimonio fue a buscarlo de noche en auto hasta La Plata, a un lugar que dicen desconocer. Ahí se lo entregaron como se da a un perro o un gatito. No pensaron dónde estaba la madre o por qué. Nada, silencio. Mi nieto tiene una actitud de amor hacia ellos, pero está recapacitando sobre cómo y por qué llegó a ese lugar. Supongo que sacará sus conclusiones, que no se las vamos a imponer ni a apurar. Si alguien le tiene que decir algo es la Justicia. Yo no los voy a juzgar, ni a condenar ni a eximir de culpa; la Justicia está interviniendo.

En la conferencia de Bilbo ha incidido en la prevención...

Cuando voy a los centros escolares y les hablo de los campos de concentración que hubo en Argentina les pido que no piensen en Auschwitz; allá el horror era visible, en Argentina todo fue clandestino, los quemaron, dinamitaron los cuerpos, los tiraron al mar... Cada campo es un lugar de memoria, pero también de vida. Los jóvenes deben ser activos y estar presentes. Entre todos debemos prevenir, porque esos militares -que nos llamaban locas y no se imaginaron que cuando a una madre se le provoca un dolor tan grande se convierte en una leona- siguen siendo peligrosos porque no confiesan. Lejos de arrepentirse, se vanaglorian de sus crímenes y están diciendo que los volverían a cometer.

¿Cómo valora la actitud del Estado español sobre los crímenes del franquismo?

Estoy en total desacuerdo con que se pretenda el olvido. El Estado echa la basura debajo de la alfombra, pero algún día esa basura saldrá a relucir. La verdad es eterna. Se puede alegar que una generación de víctimas quiso olvidar pero pasaron otras y ahora están los nietos; estos jóvenes que quieren descubrir el pasado. La no-justicia genera la posibilidad de repetir la historia; de que ustedes vuelvan a tener un Franco, nosotros un Videla y otros países otros. Eso hay que prevenirlo. ¿Cuál es mi mensaje? Si un Estado no colabora, la juventud debe movilizarse en paz, tiene derecho a pedir, porque los gobiernos están para hacer lo que el pueblo necesita y no para negarle los derechos. La actitud del Gobierno español es lamentable, porque, insisto, si se oculta hay riesgo de que se repitan los hechos y eso nunca más debe suceder. No se puede negar la verdad ni quiénes fueron los responsables.

Sumarnos a la querella en Argentina es, además, una forma de agradecer a todos aquellos que nos ayudaron en una época en la que necesitábamos que nos protegieran cuando en Argentina todavía había impunidad. Por eso, los escuchamos y apoyamos de forma incondicional. Cuenten con nosotras, es nuestro mensaje.

«Ya hemos recibido algunas informaciones, creo que el Papa está dando instrucciones»

A principios de octubre, el Papa la recibió en audiencia junto a su nieto. ¿Cómo valora este cambio de actitud de la jerarquía de la Iglesia católica?

La historia de la Iglesia argentina es muy triste, dolorosa y terrible. Los obispos, salvo siete u ocho, fueron colaboradores de la dictadura por acción u omisión. En plena dictadura, cuando los teléfonos estaban intervenidos, decíamos entre nosotras `vamos a escribir una carta para el hombre de las flores blancas', en alusión al Papa, que nunca nos recibió, ni siquiera cuando fue a Argentina. En ese momento estábamos haciendo vigilia en la plaza y giró la cabeza.

Quien nos recibió en 1998 fue Juan Pablo II, ya muy viejo. También tuvimos serios inconvenientes porque alguna mano negra nos borró de la lista y si no hubiera sido por quienes nos acompañaban desde Buenos Aires no hubiéramos podido verlo. Él nos dijo `todos oramos por ellos', por los niños. Fue una respuesta vacía porque nosotras queríamos datos, saber dónde estaban los nietos que habían entregado instituciones de la Iglesia católica como el Movimiento Familiar Cristiano. «Oración es acción, hagan algo», dijimos a nuestro regreso a Argentina.

El pasado año recibimos la sorpresa de tener un Papa argentino. Sentimos alegría porque era argentino, pero también cierto resquemor. Luego comprobamos que ese `se dice que' que circulaba no era cierto. En abril de 2013, lo vimos en la audiencia general de cada miércoles. Verlo alzando a los chiquitos, vistiendo zapatos viejos, sin cruces valiosas o anillos de oro nos reveló lo que luego se probó, que había ayudado a mucha gente. En esta nueva audiencia he vuelto a encontrar al mismo Papa abierto, preocupado por los problemas del mundo, rogando por la paz y la salud de nuestra presidenta. Hasta habló de fútbol con mi nieto, cuyo equipo había ganado al suyo. Yo no le hice ningún pedido como presidenta de Abuelas porque no correspondía. Ya los haremos.

Han grabado un spot con el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina pidiendo la colaboración ciudadana...

Es un gesto muy bueno. En la reunión que mantuvimos las Abuelas con monseñor Arancedo le comentamos que nos parecía muy interesante lo que estábamos conversando, pero que queríamos que la Iglesia supiera lo que él piensa y que la sociedad argentina sepa también que la Iglesia está dispuesta a ayudar. Nos respondió afirmativamente e hicimos la grabación. Ya hemos recibido algunas informaciones. No hemos encontrado nada que nos entusiasme, pero no importa, ya vendrá; hay que esperar. Creo que el Papa está dando instrucciones. Yo tengo está enorme felicidad, pero faltan más de 300 nietos. La historia continúa. A.LERTXUNDI