Comunidades cristianas piden a los obispos vascos que denuncien la tortura y exijan su erradicación
Las Comunidades Cristianas Populares, la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria y Herria 2000 Eliza han pedido a los obispos y al conjunto de la Iglesia vasca que denuncien la práctica de torturas y que exijan su erradicación.
Varias decenas de personas se han concentrado esta mañana en las escalinatas de la catedral nueva de Gasteiz bajo los lemas ‘Torturaren aurka’ y ‘He sido enviado a liberar a los presos’, a convocatoria de las Comunidades Cristianas Populares, la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria y Herria 2000, en la víspera del Día Internacional de los Derechos Humanos.
Los organizadores han leído un comunicado en el que señalan que la denuncia de la tortura «y el procesamiento de sus ejecutores y de quienes la utilizan debe convertirse en un clamor popular y universal ante este crimen contra la dignidad humana», y han subrayado que «instituciones y organizaciones de todo tipo tienen la obligación ética de erradicar esta práctica degradante, todavía legal en algunos estados y utilizada en muchos de ellos».
Han recordado que documentos de diferentes organismos internacionales como relatores la ONU, de la Comunidad Europea o Amnistía Internacional han incluido al Estado español en la práctica de la tortura y que sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos le han condenado por no investigar denuncias de tortura. Además, «algunos jueces de la Audiencia Nacional han reconocido la existencia de torturas para conseguir inculpaciones de pertenencia o colaboración con ETA y les han negado validez procesal a algunas de las declaraciones», absolviendo recientemente a decenas de jóvenes vascos.
Por ello, han instado a todas las instituciones y sectores sociales, culturales y políticos «a que alcen su voz de manera contundente contra esta degradación policial y política».
Asimismo, se han referido a la Iglesia católica, que en su concilio Vaticano II denuncia y exige la erradicación de la tortura en todas sus formas, y han explicado que aunque anteriores obispos vascos han condenado esta práctica, los actuales prelados «todavía no los han denunciado ni reprobado». «Para nuestra Iglesia, la denuncia y la exigencia de su erradicación constituye una obligación ética y cristiana ineludible», han remarcado.
Por ello, han reclamado a los obispos vascos que denuncien esta «lacra» y exijan a sus responsables su erradicación.
Finalmente, han expresado su solidaridad y afecto a quienes han sufrido este «cruel atropello» y han señalado que para abrir caminos de «liberación y de esperanza para la justicia, la paz y reconciliación» es un paso «imprescindible y urgente» que haya «justicia para todas las personas víctimas de la tortura».