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Sí a la coordinadora del no

Pello Guerra

El régimen acuñó la expresión «la coordinadora del no» para etiquetar e intentar descalificar a todos aquellos partidos que no comulgaban con sus faraónicos proyectos, esos que nos iban a catapultar al progreso y que, en realidad, nos han hundido en la miseria al hipotecarnos hasta las cejas. Venimos de unos años en los que en Nafarroa los perros se ataban con longaniza y había pasta a mansalva para gastar, como si no hubiera un mañana. Entonces se acometieron proyectos descomunales, como el célebre «binomio Itoiz-Canal de Navarra» (cómo les gusta ese tipo de consignas), el TAV, el Navarra Arena o el Circuito de Los Arcos, por citar los más conocidos, aunque la lista es muy extensa y no ha parado de crecer incluso en estos tiempos de austeridad.

Los que alzaban la voz contra esos dispendios ya sabían qué respuesta iban a recibir del régimen. Daba igual cuáles fueran sus argumentos, si estaban sólidamente fundamentados y si se basaban en la sapiencia de expertos reconocidos e independientes. Ni siquiera entraban a valorarlos, a estudiar si tal vez lo que se planteaba era más sensato y si se ofrecían alternativas más razonables para el dinero del conjunto de la ciudadanía. Bastaba con decir que detrás de esas propuestas estaba la coordinadora del no, así, en genérico, para rechazarlas, siempre queriendo dar la impresión de que era gente que se oponía a todo porque sí.

Pero aquellos tiempos en los que el régimen vivía por encima de sus posibilidades han pasado y ahora se mira de otra manera esos proyectos que en su momento eran tan “importantes y necesarios”. Ha hecho falta que los recortes nos dejaran con menos médicos y profesores, y peores servicios en general para que todo el mundo se echara las manos a la cabeza y se escandalizara por los derroches de los partidos que nos han gobernado y de sus colaboradores necesarios. Ahora resulta que a la gente le llama la atención que se hubiera permitido semejantes dispendios, que no se hubiera conseguido poner un punto de sensatez para frenar unos gastos que nos han dejado sin fondos para necesidades básicas.

Hasta hay quien se queja de que algunos partidos de la oposición se llegaran a abstener a la hora de votar algunos de esos proyectos, olvidando que había formaciones que entonces ni siquiera podían estar presentes en el Parlamento porque habían sido ilegalizadas.Y que la mayoría del régimen en la Cámara era la que se encargaba de desbaratar cualquier intento de poner coto al derroche.

Como se suele decir, a toro pasado, todos somos Manolete. Qué fácil resulta ahora criticar esas barbaridades después de haber mantenido un silencio cómplice que dejaba hacer. De todos modos, bienvenidas sean todas esas personas a la coordinadora del no al régimen, porque resulta muy gratificante que finalmente hayan visto la luz y se hayan caído del caballo, ya que esa es la mejor forma de garantizar que despropósitos de semejante calibre no se vuelvan a consentir.

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