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La espuela, en Oviedo

En un partido con muchas imágenes (los dos golazos de De las Cuevas y Merino, la roja a Berenguer, Martín descamisado y desatado…), me quedo con la de Indar Gorri pidiendo a gritos por el altavoz a los jugadores que salieran a recibirse una ovación más que merecida. Sí, cierto, no estaba el horno para bollos, pero una temporada así no debería acabar con un trago amargo. Si las despedidas siempre son tristes, las no-despedidas dejan aún peor cuerpo.


Y había muchas cosas por las que seguir brindando incluso tras el 2-3 del Huesca: que ha sido un lujo disfrutar de una estrella en ciernes como Mikel Merino (brutal segunda vuelta), que han aparecido jugadores de casa para una década entera, que ese chaval de 60 años del banquillo nos ha hecho disfrutar como niños, que la grada se ha revitalizado y que nuestros primos hermanos gasteiztarras lo han conseguido. Zorionak ta ikusi arte!

Lo demás, es fútbol, un juego en el que la diferencia entre el éxito y el resto es tan leve como el agarrón de camiseta de Alex Berenguer a Tyronne. Hasta el minuto 27, el partido era el más tranquilo de la temporada después de aquel del Lugo que se solucionó para el descanso. La expulsión lo cambió todo. Que Murphy era de Huesca lo demostró el chicharro de Luis Fernández en la falta consiguiente y el 1-2 a los cinco minutos.

A partir de ahí pintaba mal la cosa y quizás en el banquillo faltó temple… y calculadora. El empate, conseguido titánicamente tras un arranque de segunda parte en el que se agotaron las escasas fuerzas, no era tan malo visto lo visto. Descartaba al Alcorcón y dejaba a Osasuna bastante más fácil el play-off ganando en Oviedo (hubiera necesitado solo un tropiezo de sus cuatro rivales y ahora requiere dos). No ha sido buena la gestión de la ambición hecha por Martín en estos dos últimos partidos. Puestos a arriesgar, más lógico era hacerlo en Tarragona, ante un rival al que teníamos sometido y con el que el golpe hubiera sido doble, que ante el Huesca, donde la apuesta resultaba mucho más suicida. El de Campanas prefirió jugársela a un toque de inspiración de Martins o De las Cuevas a reforzar el centro del campo con Maikel Mesa o incluso la defensa con Unai. Error. Pero bueno, quienes llevan toda la temporada acusándole injustamente de «amarrategi» tendrán que callar esta vez.

Queda la espuela en el Tartiere. Y en estos casos ya se sabe: suele ser un trago más con el cuerpo ya cansado, pero siempre cabe la opción de que derive en subidón y alargue la noche. Acabe Oviedo como acabe, eso sí, esta vez prohibido irse a casa sin despedirse.