Desplome de las bolsas europeas y la libra
Las primeras consecuencias del Brexit en el mercado fueron las caídas en las bolsas, la libra y el petróleo; aunque los bruscos movimientos iniciales no permiten aventurar los efectos futuros.
La victoria del Brexit ha desatado una catarata de consecuencias e incertidumbres a todos los niveles. Las bolsas, la libra y el petróleo se desplomaron ayer con estrépito, mientras que las empresas expuestas a Gran Bretaña se tientan la ropa ante un futuro desconocido y los bancos centrales se unen para evitar el colapso.
El primer batacazo se lo dieron las bolsas, que habían apostado contra la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, y se vieron arrolladas por el miedo a la inestabilidad del sistema financiero y las consecuencias directas en las cuentas de resultados de las cotizadas. Todos los índices bajaron con estrépito, sobre todo el Ibex, que sufría la mayor caída de la historia al perder un 12,35%. El 10 de octubre, en el peor balance hasta ahora, se dejó un 9,14%. El próximo lunes comenzará desde los 7.787,70 puntos, con lo que cede un 18,40% en el año.
Según el índice de sensibilidad al Brexit, elaborado por S&P, el Estado español es el octavo con mayor exposición, por encima de Alemania, Italia y el Estado francés.
Las compañías con presencia en Gran Bretaña, por tanto, se derrumbaban sin paliativos ante las dudas y el previsto deterioro de su economía, pese a invocar un periodo muy corto de incertidumbre. Santander perdió un 19,89%, Sabadell, un 19,29%, Telefónica, un 16,12%, BBVA, un 16,18%, Iberdrola, un 10,20%, y Ferrovial, un 9,32%. Pero todavía peor lo hizo IAG, el holding que integra a British Airways, Iberia, Vueling y Aer Lingus, que se despeñaba un 26,86%, después de rebajar sus previsiones de beneficio para este año. En el Ibex, hasta 19 valores perdieron más de un 9%.
En Europa, las caídas de París (-8,04%) y Fráncfort (-5,82%) eran también profundas. Pero no tanto en Londres, donde el FTSE 100 se dejó un 3,15%. La debilidad de la libra, según los expertos, beneficia a las grandes compañías británicas por obtener sus ingresos en otras monedas. En Wall Street, el Brexit también hizo mella en los índices, que recortaban al inicio de las negociaciones más de un 2%.
No menos llamativo era el desplome de la libra frente al dólar, que había sido capaz de recuperar más de un 6%, pero que ayer llegó a perder más de un 10%, hasta los 1,33 dólares, nivel no visto desde 1985. Posteriormente moderó el descenso. El euro llegaba a las 0,82 libras, tras subir más de un 7,5%.
De cara a los próximos meses es difícil pronosticar si podrá salir del atolladero gracias a la ayuda del Banco de Inglaterra. Según su gobernador, Mark Carney, tiene listos 250.000 millones de libras para estabilizar la moneda, así como un paquete de medidas adicionales si fuera imprescindible.
La histórica caída de la libra ha hecho reaccionar también al resto de bancos mundiales, que han anunciado ya la ejecución de las acciones necesarias para proporcionar la liquidez necesaria para dar estabilidad a los mercados.
Por su parte, el petróleo se alejó a la baja con contundencia de los 50 dólares en el barril de Brent, pero los expertos lo ven como un movimiento especulativo apoyado en la inestabilidad, dado que su evolución dependerá, básicamente, del equilibrio de la oferta y la demanda.
¿Qué pasará? En este momento se hace más que difícil acertar con el impacto del Brexit. Si hacemos caso al ministro de Finanzas, George Osborne, el panorama pinta muy mal para los británicos en el corto plazo. De momento, estima que es necesario un ajuste de 30.000 millones de libras –unos 38.000 millones de euros–. Como consecuencia, será necesaria una subida de impuestos o un duro recorte de los gastos en sanidad, educación y defensa. El FMI, por su parte, augura una bajada entre el 1% y el 3,7% en el PIB británico para 2017, mientras que la inflación subirá entre el 2,6% y el 4%. Para la UE, el impacto se verá reflejado en una disminución entre el 0,2% y el 0,5%.
No obstante, todavía es aventurado adelantar los efectos recíprocos en las economías de Gran Bretaña y la UE, puesto que hay varios escenarios posibles donde situar las relaciones comerciales futuras entre ambas partes.