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La salida de la UE fractura la forzada unidad británica

La salida forzada de Escocia y el norte de Irlanda de la UE a pesar de su voto por la permanencia, reabre el debate sobre el futuro del Reino Unido. En Edimburgo y Belfast ya reclaman la autodeterminación para asegurar su presencia en las instituciones europeas.


Escocia y el norte de Irlanda viven un déficit democrático por las consecuencias del resultado del referéndum. Difícil de entender para los unionistas, pero muy claro desde la perspectiva nacional de las llamadas «regiones» británicas que, a pesar de haber votado mayoritariamente por la permanencia, ahora se ven abocadas a la salida de la Unión Europea contra su voluntad.

En Escocia, donde una mayoría del 62% votó por la permanencia, la cual fue refrendada en todos los distritos electores, la salida de la UE es la gota que colma el vaso. Con una voluntad europea clara, el Partido Nacional Escocés (SNP) siempre ha defendido la permanencia en las instituciones europeas, incluso durante la campaña del referéndum de independencia de 2014. En esos momentos, el Gobierno británico usó la estrategia del veto a la entrada en la UE de una Escocia independiente como uno de los argumentos contra los nacionalistas. Irónicamente, dos años después, los escoceses encaran la salida de la UE precisamente por su pertenencia al Reino Unido.

Las reacciones desde el Gobierno de la nacionalista Nicola Sturgeon no se han hecho esperar. El primero en advertir de las consecuencias de una posible salida de la UE fue el que fuera primer ministro escocés y ahora parlamentario del SNP en Londres, Alex Salmond, que inmediatamente sugirió que la consecuencia del resultado del referéndum es una nueva consulta sobre la independencia de Escocia.

«Significa que Nicola Sturgeon tiene que avanzar en el programa electoral, que decía que el Parlamento escocés tiene el derecho a convocar un segundo referéndum sobre la independencia de Escocia si se produjese un cambio significativo y material en las circunstancias, como que Escocia se viera arrastrada a la salida de la Unión Europea contra la voluntad de los escoceses», recordaba Salmond. «Esto es lo que ha ocurrido».

La primera ministra escocesa ayer mismo advertía de que en vista del voto «fuerte e inequívoco» a favor de la permanencia, y del hecho de que «el pueblo escocés ve su futuro como parte de la UE», un segundo referéndum es «muy posible». Considera la salida de Escocia de la UE en estas condiciones como «democráticamente inaceptable».

«Comenzaremos a preparar la legislación que se requiere para que se produzca un nuevo referéndum cuando lo decida el Parlamento», añadió Sturgeon, cuyo Gobierno no posee la mayoría en la Cámara escocesa, pero que contaría con el apoyo de los diputados verdes escoceses, cuyo líder, Patrick Harvie, aseguró que Escocia «debe mantener abiertas todas las opciones para protegerse» ante una posible salida de la UE, a la vez que expresaba su enfado por «la campaña racista, manipuladora y engañosa» de los que defendían la salida de la UE.

Sin embargo, la convocatoria de un nuevo referéndum no deja de ser difícil. Para empezar, la salida de Cameron de la jefatura británica en octubre no le deja ni el poder, ni posiblemente la voluntad, para conseguir el apoyo de su partido a la legislación necesaria en Londres para oficializar el referéndum de independencia de Escocia, y más sabiendo que en esta ocasión el resultado podría ser muy diferente al de 2014. Cameron pasará a la historia como el primer ministro que por ambición personal rompió la UE, pero sería un legado muy duro el sumar a ello «la división del Reino Unido».

En el norte de Irlanda sólo los unionistas del DUP celebraban el resultado final del referéndum que favorece la salida de la UE. En las declaraciones de su líder y primera ministra norirlandesa, Arlene Foster, no se adivinaba ningún atisbo de reflexión ante un resultado que en los Seis Condados norirlandeses decía que la mayoría de los votantes (56%) se inclinan por la permanencia.

El mapa norirlandés de estos resultados refleja la división que aún existe entre los distritos electorales de mayoría unionista, donde la opción de la salida ganó, frente a aquellos donde los nacionalistas tienen mayor presencia. Así, la permanencia ganó en todos los condados fronterizos con la república irlandesa y en Belfast. «Creo que es un buen resultado para el Reino Unido. Nuestro estado-nación se ha definido claramente sobre a dónde quiere ir», afirmaba la unionista obviando que la opción defendida por su partido había salido derrotada entre los votantes norirlandeses.

Sin embargo, para el viceministro principal norirlandés, el republicano Martin McGuinness, el resultado del referéndum abre finalmente la puerta a la posibilidad de que los norirlandeses ejerzan su derecho a la autodeterminación.

Consulta sobre la unidad de Irlanda

El presidente de Sinn Féin, Gerry Adams, quien acompañó a McGuinness durante la rueda de prensa en Stormont, reiteraba la necesidad de un referéndum sobre la unidad de Irlanda y hacía un llamamiento a Londres y Dublín para que garanticen el respeto al «deseo democrático» de los norirlandeses de permanecer en la UE. Una consulta de autodeterminación en el norte de Irlanda se plantea difícil, ya que además de necesitar el apoyo del Parlamento de Londres, necesitaría una mayoría en Stormont, donde el DUP tiene la posibilidad de vetar la decisión.

«Existe una gran preocupación por el impacto negativo en las dos economías de la isla y tendrá serias consecuencias para el empleo y la inversión; y para las familias y comunidades», apuntaba el líder republicano, que mostró su preocupación ante la posibilidad de la reintroducción de controles de seguridad en la frontera entre el norte y el sur de la isla y su impacto en el Acuerdo de Viernes Santo y el proceso de paz».

«Los norirlandeses han votado por la permanencia en la UE. El Acuerdo de Viernes Santo es un acuerdo internacional. Como parte en este acuerdo, el Gobierno irlandés debe defender los intereses de los irlandeses ante el Consejo Europeo en la reunión de la próxima semana y en futuras negociaciones», exigió Adams.