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Interview
AITOR ASPE
DIRECTOR

«Queremos que sientan empatía con esta historia trágica y apasionante»

El último trabajo del directo bilbaino se ha estrenado en la sección Zinemira de Zinemaldia. Es su primer largometraje y se ha atrevido con una historia que, hasta la fecha, no era muy conocida en Euskal Herria: «Baskavígin: La matanza de los balleneros vascos». Hoy es su último día en Zinemaldia.


Hasta el año 2015 una ley permitía matar a los vascos en Islandia. Saltaron las alarmas cuando la prensa se hizo eco de la derogación de esa ley. Pero, ¿por qué existía? “Baskavígin” cuenta la historia de los balleneros vascos que mataron hace 500 años en Islandia y explica la razón de la existencia de la citada ley.

En Euskal Herria el suceso no se hizo popular hasta el año pasado.

Los historiadores y los expertos ya llevan mucho tiempo investigando y hay documentación histórica muy buena. Lo que no se conocía tanto era a nivel de sociedad, sin embargo en Islandia la mayoría de la población de a pie la conoce. Como es un país pacífico, este es uno de los sucesos más trágicos de su historia. Es a raíz del salto a la prensa de la noticia de la derogación de la ley que permitía matar a los vascos cuando realmente la gente se entera.

En el documental también se recrean los hechos.

Tuvimos claro que aunque fuese un gran reto, las recreaciones históricas eran importantes. Que viesen lo sucedido. Pensamos que una película dramática era la mejor manera de que esta historia se conociera.

¿El objetivo es acercar la historia a la sociedad?

Queremos que sientan empatía con esta historia trágica pero apasionante. Es como una película de aventuras.

¿Ha habido contradicciones en las entrevistas?

No, no ha habido grandes contradicciones. Sí matizaciones, porque cada experto está centrado mucho en su área de conocimiento y el resto lo conoce menos. Las entrevistas las condujo Aner Etxebarria y había logrado tener una visión global, tanto que los propios historiadores se sorprendían.

¿Está todo grabado en Islandia?

Gran parte sí, pero también hemos tenido un rodaje en Cádiz porque el barco que usamos era el Nao Victoria. Otra parte del rodaje lo hicimos en Ezkio, en el museo de Ugartubeitia, y los interiores se han grabado en Euskal Herria. Y en Islandia estuvimos 15 días rodando.

¿Cómo les recibieron?

Fue muy curioso porque era como vivir la historia dos veces. Es decir, al final el documental es una historia de entendimiento entre dos culturas, a pesar de que ocurriera este suceso tan trágico. Y se veía como en dos escalas: dentro de la historia y fuera. Cuando tomábamos un descanso, la gente –vascos e islandeses– se paraba a hablar y era muy bonito ver esa mezcla.

Tenemos la sensación de que fueron super hospitalarios con nosotros, estaban muy atentos, encantados.

¿Las culturas son tan distintas?

Sí, pero no son antagónicas. Me recuerda un poco a nosotros porque en esa primera distancia son un poco distantes, se guardan un poco y luego ya en cuanto entran en confianza van contigo al fin del mundo.

Han intentado mezclar ambas culturas mediante la música.

Sí, el compositor de música es islandés, Hilmar Örn Hilmarsson, y me gustó el concepto de “pidgin”, mezclar la música tradicional vasca e islandesa. Además, en aquella época surgió un lenguaje híbrido entre el euskara y el islandés, y aún se conservan esos glosarios vasco-islandeses, muy básicos, pero que antaño necesitaban usar para poder comerciar y entenderse entre ellos.

Han financiado parte del proyecto mediante un crowdfounding. ¿Es el futuro de los trabajos audiovisuales?

Para cierto tipo de producciones el crowdfounding ayuda mucho. No solo en cuanto a financiación, sino para tener a un grupo de gente desde el principio y calibrar un poco la percepción. Es el primer grupo de fans que tienes, que se han implicado y a mí me gusta mucho la idea. Es como una cooperación, y Katixa de Silva ha hecho una muy buena labor en cuanto a tener pendientes de nuestro día a día a todos los mecenas, para que la gente se sintiese parte del proyecto. Un proyecto que además ha llegado a buen término.