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Ruina

Uno de los ejercicios introducidos por Caparrós en Tajonar la semana pasada consistía en que la defensa titular de cuatro tenía que frenar a un tropel de diez atacantes. Cada vez que la jugada no acababa en gol, el utrerano lo remataba con un elocuente «¡Ruina!». Luego llegó Butarque y al Leganés le bastó con un jugador, como en el 2-0, para desarbolar a toda la defensa. Hay un consuelo: no se puede hacer peor. La ruina futbolística es total.

Alineación de Osasuna en el desastroso partido ante el Leganés. (Enrique DE LA FUENTE)

El ¿juego? de Osasuna tocó fondo en Leganés, donde el resultado fue lo mejor. El primer tiro le salió por la culata a a Caparrós. Cambiar el esquema era imprescindible para revitalizar al equipo, que es para lo que le han contratado, pero tenía sus riesgos, por las inercias acumuladas y por el desconocimiento del plantel. Puestos a sacar lecciones positivas, «Jokin» ya sabe lo que tiene entre manos tras 90 minutos muy clarificadores: un portero al que no se puede abocar a jugar con los pies, un lateral izquierdo supuestamente específico que defiende muy mal, un central izquierdo con problemas de velocidad, un doble pivote con enormes problemas técnicos, una línea de tres por delante con escaso físico y un buen delantero desperdiciado. Del banquillo ni hablamos; todas las apuestas de Vasiljevic por hallar un mirlo blanco han fracasado por el momento.



Butarque fue el Anduva de Osasuna en Segunda, el sitio donde se le vieron todas las costuras, del minuto 1 al 90. En Miranda tocaron fondo los rojos en dos campañas consecutivas, y es probable que otro tanto haya ocurrido en Leganés, porque sencillamente no se puede jugar peor. Pero ojo, porque donde sí cabe más ruina es en el entorno, en lo que va más allá del partido y los puntos: que los pocos futbolistas con caché (Sergio León) empiecen a pensar en otros horizontes, que en el mercado de invierno lleguen más mediocridades cuando la prioridad debía ser sacar gente y no meter más, que la destitución de Martín genere una escalada de reproches, y sobre todo que la hinchada se desmoralice o se harte… Una pena cuando el osasunismo había tocado el cielo en junio. Y una alarma cuando a la temporada le quedan 26 partidos, una eternidad.

En estas circunstancias, hasta el mal calendario puede ser un aliado. Las dos visitas al Sadar de Atlético y Barça son de las que se cuentan por derrota segura para un equipo de este nivel, pero pueden servir para empezar la casa por los cimientos, por la defensa que refleja mejor que otra cosa la ruina futbolística. Caparrós siempre ha sido un especialista en blindar sus equipos y jugársela a resultados cortos. A ver...