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898 para un año de cinismo


Precisamente el día en el que Begoña Huarte y Mikel Zuluaga eran detenidos en Igoumenitsa, el Gobierno español hacía público el balance de un año de supuesta política europea de acogida de refugiados. En total, según los datos de Interior, 898 personas han sido reubicadas o reasentadas. Es decir, algo más de dos personas al día desde diciembre de 2015. Bastante lejos de las 17.000 a las que Madrid se comprometió a acoger en la cumbre celebrada en Malta en 2015. Con su acción desobediente, los activistas vascos lograban ayudar en 24 horas a más personas de lo que hace todo un Estado en el mismo período de tiempo. Desde aquel encuentro de mandamases, la situación para migrantes y solicitantes de asilo no ha hecho sino empeorar. El pacto con Turquía (que, no olvidemos, acoge a dos millones de sirios, para empezar) dificultó su acceso a las costas griegas. El Mediterráneo, la vía más utilizada ahora, siguió siendo una tumba indecente. A su vez, el cierre de las fronteras como la de Macedonia condenó a miles de refugiados a permanecer atrapados en Grecia. Ante este panorama, resulta muy cínico apelar a la «legalidad» como argumento para rechazar una acción como la de Huarte y Zuluaga. Claro que la solución integral sería adoptar políticas públicas humanas pero, ¿alguien puede creer que estas llegan sin presión popular? De acciones similares en el pasado se construyeron relatos épicos.