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Interview
FEDERICO MALPICA BASURTO
DIRECTOR DEL INSTITUTO ESCALAE, ASESOR EDUCATIVO

«Quiero animarles a innovar de forma colectiva y consensuada»

Hijo de docentes, a este mexicano afincado en Barcelona la educación le viene de cuna. Es doctor en Educación y asesor en centros de enseñanza y universidades de diferentes países. Ayer propuso unas claves para la innovación en el marco de las Jornadas Pedagógicas de las Ikastolas en Hernani.


La conferencia de Federico Malpica ha ido muy bien a la vista de los comentarios de los docentes de las ikastolas en el rato del café. El doctor en Educación también se ha sentido muy cómodo. Cuenta a GARA que cree que han podido conectar y se pueden llevar cosas interesantes para aplicar en las aulas. De hecho, sabe que mucho de lo que ha dicho ya se está llevando a la práctica en las ikastolas. Por ejemplo, los paseos de aprendizaje que permiten aprender a unos de otros. Un docente hace visitas periódicas a otras aulas, y luego al revés. «Estas innovaciones se han hecho como centro. Eso es lo interesante, ya que se necesita consistencia».

¿Cuál es el mensaje más importante que quiere transmitir a las ikastolas?

Tenemos que hacernos fuertes como colectivo ante las presiones externas. Un centro y un profesional que no es capaz de hacer un proyecto con otros está desguarnecido, a la intemperie. Tener un proyecto educativo en conjunto, formar colectivo con otros colegas nos permite que, aunque puedan venir leyes, presiones o evaluaciones externas, tengamos muy claro qué es lo que tenemos que hacer con nuestros alumnos. Quiero animarles a desarrollar innovaciones, pero siempre de forma colectiva y consensuada.

Defiende que hay que acordar el perfil que queremos que tenga el alumnado al concluir su ciclo en el centro.

Creo que está claro que hay un perfil. Lo que no está claro es que lo tomamos en cuenta para dar clases. Hay que hacer un trabajo de consensuar, contextualizar y socializar ese perfil de salida del alumno. No solo con los docentes, también con madres y padres, con toda la comunidad educativa.

Ha intervenido en centros educativos de seis países. ¿Qué diferencias ha visto entre ellos? ¿El modelo cambia mucho o es bastante parecido?

Hay varios modelos, pero creo que compartimos varios problemas en la educación a nivel mundial. En la charla exponía algunos como el poco reconocimiento a la innovación que existe en los centros o el aislamiento profesional donde cada uno está en su clase. Seguimos teniendo unas estructuras muy similares y eso genera comportamientos y problemas también muy similares. Luego siempre hay ejemplos de proyectos innovadores, escuelas haciendo cosas diferentes; los he encontrado en todos los países. Por tanto, no hay tantas diferencias; es más un tema de recursos y de cómo se aprovechan estos. También de voluntad. Hay sociedades o sistemas educativos que tienen una voluntad fuerte y un respeto por la profesión. Es una de las claves del modelo finlandés. Para ellos la educación es sagrada y ser docente es un honor. Esto es lo que tenemos que conseguir.

¿Cuál fue su experiencia como alumno y por qué eligió este camino? ¿Qué le ha empujado hacia la innovación?

Mi padre fue docente de vocación. Es ingeniero químico, pero acabó dando clases. Fue director de un instituto y también de una universidad. Además, me dio clase. Mi madre fue maestra de Primaria y también me dio clase. La educación me viene de cuna. En los veranos le ayudaba a mi padre limpiando las bancas, pintando los salones de clase… También entendí que era mi vocación desde joven siendo monitor en diversas actividades. Mi primer trabajo fue en una escuela, a pesar de haber estudiado Administración. Me quise especializar en temas pedagógicos y me fui a Barcelona. Me interesaba el punto de vista de la organización porque veía que afectaba mucho al proceso educativo. También me gustó el doctorado en Calidad y Procesos de Innovación Educativa. Los docentes siempre hacen lo mejor que pueden y por tanto no debemos ir con evaluaciones a ver qué hacen mal, sino con propuestas de cómo hacer mejor en conjunto.

¿Podría poner algún ejemplo ilustrativo de las intervenciones que realiza en centros educativos con el Instituto Escalae?

Ayudamos a instituciones educativas a estructurar sus procesos de innovación, para que tengan una innovación pedagógica más sostenible, que dure en el tiempo. Comenzamos en México. Allí trabajamos, por ejemplo, con la Universidad Mondragon. Hemos trabajado con gobiernos, como el de Perú o el Ministerio de Educación de Colombia. Hemos podido acoplar el modelo de trabajo que tenemos a diferentes necesidades de diferentes contextos y hemos visto que está siendo útil.

También disponen de herramientas online.

Tenemos una herramienta de autodiagnóstico pedagógico, que permite analizar de manera muy profunda lo que ocurre dentro del aula. La está utilizando Escola Nova 21, un movimiento de innovación en Catalunya. La acaban de usar para que 500 escuelas de Catalunya se autoevalúen. Tenemos, además, un gestor de proyectos educativos, una herramienta de colaboración en línea. La más nueva es la plataforma de formación permanente del profesorado que se llama TeachersPro y que permite desarrollarse a partir del trabajo con otros colegas a nivel internacional.

¿Cuántos trabajadores son en Escalae? ¿Cómo funcionan?

Trabajamos unas once personas a tiempo parcial o completo, y tenemos colaboradores en diferentes países. Con correo electrónico del instituto somos 29. Tenemos facilitadores que acompañan los procesos en Finlandia, Perú, Colombia o México, y nuestro equipo base está en Barcelona. También tenemos una cátedra que acabamos de inaugurar con la Universidad de Málaga. En el País Vasco trabajamos con los colegios de los Escolapios. Las ikastolas nos ayudaron en la experimentación y les estamos muy agradecidos.