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Un ataque preventivo y unos efectos aún hoy catastróficos

El 9 de junio de 1967, el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, anunció su dimisión en un discurso televisado tras verse derrotado por el Ejército de Israel. El mundo árabe quedó consternado. Atrás quedaban sus poco afinados pronósticos de marzo: «No entraremos en Palestina con su suelo cubierto de arena... entraremos en ella con su suelo lleno de sangre».


La contienda bélica entre Israel y los países árabes de junio de 1967, la Guerra de los Seis Días, cambió radicalmente el mapa de Oriente Medio y marcó un giro en la historia de la zona. Aún hoy toda la región sufre las consecuencias. Las imágenes que esta misma semana hemos visto en París, donde un refugiado sirio inició un ataque a martillazos rápidamente neutralizado por agentes armados, animan a pensar que buena parte del mundo se está «palestinizando», está adoptando formas de hacer frente a lo que considera injusticia desesperadas y sin posibilidades de éxito, suicida en el caso de los palestinos que tratan de apuñalar a las fuerzas israelíes con modestas armas blancas.  

Entre el 5 y el 10 de junio Israel invadió el Sinaí egipcio, Cisjordania, la Franja de Gaza, Jerusalén Este y la meseta siria del Golán, con una guerra relámpago cuyas consecuencias todavía se sienten. Posteriormente Israel se retiró del Sinaí, se anexionó el Golán y Jerusalén Este (capital teórica del futuro Estado palestino, cada vez más judaizada a través de la expulsión de los palestinos y de la creación de colonias solo para judíos), y Cisjordania sigue ocupada, con cada vez más presencia ocupante entre las ciudades palestinas. También se retiró de la Franja de Gaza como consecuencia de la resistencia palestina, pero la mantiene bajo el más cruel de los bloqueos.

Los Estados árabes ya habían fracasado en dos guerras contra la potencia incrustada a la fuerza en la geografía de Oriente Medio con ayuda occidental (1948 y 1956). Pero la presión constante de la opinión pública de los países árabes forzaba a sus líderes a continuar la lucha contra Israel. Varias semanas de tensión precedieron a la contienda, que encaja prefectamente en el marco más amplio de la Guerra Fría entre la URSS y EEUU. En mayo, Egipto, dirigido por Gamal Abdel Nasser, exigió y consiguió la retirada de los Cascos Azules del Sinaí y luego cerró el estrecho de Tirán a los barcos israelíes, lo que desató el bloqueo del golfo de Aqaba.

Ese mismo mes, el día 30, el responsable del servicio secreto israelí Mossad, Meir Amit, pidió al secretario de Defensa de EEUU, Robert McNamara, el apoyo total al proyecto expansionista israelí sobre los territorios árabes, según relata Suhail Hani Daher Akel, el primer representante de la OLP en Argentina. «Queremos tres cosas de ustedes: primero, abastezcan nuestro arsenal de guerra; segundo, que nos ayuden en las Naciones Unidas; tercero, aíslen a los soviéticos de la región», explica Akel, que añade que McNamara respondió: «Le he escuchado alto y claro. Pregunto, ¿cuánto tiempo necesitaría Israel para derrotar a los egipcios?». «Una semana», le respondió el espía israelí.

En la madrugada del lunes 5 de junio de 1967 los cazabombarderos israelíes atacaron las bases aéreas egipcias. Blindados israelíes se dirigieron hacia el frente egipcio. Los países árabes se declararon en guerra contra Israel. Jerusalén acabó bajo el fuego de los morteros. Por la noche, Tel Aviv anunció haber puesto fuera de combate a la aviación egipcia.

«Para mí, fue la Guerra de los Tres Días. El Ejército de Liberación de Palestina se componía de 5.000 hombres –explica a AFP Nafez al Atti, 21 años en 1967–. Cada familia de Gaza había tenido que enviar a uno. Cuando empezó la guerra, pensábamos que estábamos preparados para al menos resistir. Teníamos un sueño, queríamos un país. El primer día, estaba en una base en la frontera cerca de Jan Yunes. Sobre las 10 horas oímos explosiones. Una hora después, un oficial nos dijo: ‘El país está perdido. Tienen tanques, los que quieran marcharse pueden hacerlo’. Éramos cinco en la base, desertaron tres. Nos quedamos dos soldados con dos kalashnikov y un cañón viejo. El tercer día, volví a la ciudad. Todo estaba destruido y la gente huía. Entendí que habíamos perdido».

«No abandonar jamás a Jerusalén»

El general Moshe Dayan entró con sus fuerzas a la vieja ciudad de Jerusalén, explicando mejor que nadie lo que luego ha sido la actitud de Israel: «Venimos aquí para quedarnos y no abandonar jamás a Jerusalén».

El día 6, Israel se apoderó de Gaza, entonces bajo administración egipcia, y sus tropas entraron en Jerusalén Este. El Consejo de Seguridad adoptó por unanimidad una resolución pidiendo un alto el fuego inmediato.

El 7 de junio estalló una gran batalla entre blindados en el corazón del Sinaí, mientras que el Ejército israelí ocupaba la ribera oriental del canal de Suez. La marina se apropió de Sharm el Sheij y despejó el golfo de Aqaba. «El grueso del Ejército egipcio huye en desorden y hemos ocupado la mayor parte del Sinaí», declaró el comandante en jefe israelí, el general Itzhak Rabin. El Ejército ocupó la mayor parte de la ribera occidental del Jordán. Jordania aceptó el alto el fuego. «Hemos logrado los objetivos políticos y de seguridad», declaró el general Dayan.

El 8 de junio, los israelíes llegaron al canal de Suez. La radio egipcia esperó hasta la noche para anunciar la aceptación del alto el fuego pedido por el Consejo de Seguridad. Nasser anunciaría su dimisión horas más tarde. Se registraron el día 8 disparos de artillería en la frontera entre Israel y Siria, que al día siguiente se convirtieron en combates. Tel Aviv conquistó las cimas que le preocupaban.

El 10 de junio, Nasser anunció que seguiría siendo presidente «de acuerdo con la voluntad popular». En el frente sirio-israelí, el combate causó estragos. Israel había movilizado todo su arsenal militar para aniquilar las posiciones sirias.

«Otros habían tomado Jerusalén y el Sinaí. Nosotros estábamos nerviosos porque los Altos del Golán aún no estaban de actualidad. La moral, por los suelos. No entendíamos de política. Llegó la orden: ‘Subimos’ (a los Altos). Fuimos con moral de hierro. El sentimiento de alegría y de felicidad desapareció cuando la artillería siria disparó. Empezamos el día con 25 tanques y lo acabamos con 3», ha relatado Ehud Gross, 21 años en 1967.

 

Tel Aviv se planteó hacer estallar una bomba nuclear en el Sinaí

La revelación de que Israel tuvo un plan para hacer estallar una carga nuclear poco antes de que empezara la Guerra de los Seis Días el 5 de junio de 1967 ha puesto de nuevo sobre la mesa la sensible cuestión del armamento nuclear de la potencia ocupante, por el momento la única de Oriente Medio que posee tan poderoso «instrumento de disuasión».

Pocos antes de que estallara dicho conflicto, las autoridades israelíes temían un ataque de sus vecinos árabes, por lo que idearon un plan para hacer estallar una carga atómica en el península del Sinaí, según el historiador israelí Avner Cohen.

Este autor reveló los detalles del plan en un artículo publicado por el centro de reflexión estadounidense Wilson Center y retomado por el periódico “The New York Times”. El ministerio de Exteriores israelí no quiso comentar la información.

Cohen se basa en una entrevista realizada en 1999 y 2000 a un general retirado, Yitzhak Yaacov, quien fuera responsable de la unidad de investigación y desarrollo del Ejército israelí en 1967. Según Yaacov, fallecido en 2013, existió un plan llamado Option Samson para enviar paracaidistas al desierto del Sinaí con el objetivo de hacer estallar una carga atómica a pocos kilómetros de la base militar de Abu Ageila, un cruce clave para el acceso al centro de la península.

«Tienes un enemigo que dice que te va a tirar al mar. Te lo crees. Te dice que te lanzará armas químicas. ¿Y qué buscas? Todo lo que puedas hacer para detenerlo», explicaba Yitzhak Yaacov en la entrevista publicada por el Wilson Center.

Sin embargo también se mostraba prudente y, junto a numerosos documentos, el historiador asegura que ese plan «era más un ejercicio técnico-teórico para una hipótesis improbable que un auténtico plan militar».

«Estoy de acuerdo con la posición [del jefe de Estado Mayor de la época, Zvi] Tzur, que decía que antes de la guerra de 1967 los dirigentes israelíes no consideraban seriamente la posibilidad de llevar a cabo –ni tampoco eran capaces de hacerlo– una demostración nuclear», escribe.

La publicación de estas informaciones y el artículo del “New York Times” han provocado polémica en Israel. Según el historiador Michael Oren, diputado centrista y viceministro sin cartera del Gobierno de Netanyahu, esta teoría «no se sostiene». Oren critica que Cohen se base en un único testimonio, y no en «las decenas o incluso miles de documentos recientemente desclasificados sobre la Guerra de los Seis Días donde no aparece ni medio indicio» sobre la existencia de un arma nuclear.

Si bien se sospecha que Israel construyó su primera bomba nuclear en los años 1960, no fue confirmado por una fuente interna hasta que Mordejai Vanunu, un extécnico nuclear israelí, reveló detalles del programa de armas nucleares en 1986. Estiman que posee ya entre 75 y 400 ojivas nucleares.GARA