Un triunfo incontestable, pero sobre unos cimientos de apatía, desafección y recelo general
Es indudable que, con un 32% de los votos y una proyección de escaños en la segunda vuelta abrumadora (de 400 para arriba), la victoria de Macron es incontestable. Y se suma a su triunfo en las presidenciales.
De ahí lo acertado del titular de “L’Opinion”, cuando remarcaba que «Macron plie le match (Doblete de Macron)». Pero ese mismo diario económico matizaba en su editorial el triunfo, recordando que «ni su 24% en la primera vuelta de las presidenciales, ni el 50% (al final un 51,2%) de abstención apuntan a una Francia rendida a la Macronmania». Y es que la abstención, seis puntos superior al récord de 2012 (57%), denota, más allá del hartazgo, la resignación e incluso una huelga de voto de las clases populares, sobre todo de los jóvenes, una crisis del sistema que puede tener efecto de bomba retardada.
No hay que olvidar que las candidaturas de Macron (sumadas a las de Modem) lograron cientos de miles menos de votos que los que el ya presidente logró en la primera vuelta de las presidenciales.
No le falta razón a todo el arco opositor en el sentido de que solo uno de cada siete (15,39%) electores del censo ha votado una opción que puede lograr una mayoría aplastante en la Asamblea Nacional. No obstante, cabría recordar que casi todas estas opciones se han dejado la friolera de la mitad o más de los votos que lograron en las presidenciales. Sin paliativos.
Es el caso del Front National, que ha pasado la criba en 119 de las 577 circunscripciones (en 20 de ellas, incluida la liderada por Marine Le Pen, en primer lugar) y de La France Insoumise, que pugnará por 69 escaños. El primer puesto de su líder Mélenchon en la circunscripción de Marsella y sus grandes oportunidades no ocultan la desazón y los errores de una plataforma de izquierdas que despertó esperanzas en mayo con un 19% de votos.
Sin descartar que la participación mitigue el tsunami Macron (solo queda fuera en 19 circunscripciones), el pescado está vendido. Lo que no obsta para que desprenda olor. Ha triunfado la OPA de Macron sobre el PS y sobre parte de la derecha. Pero los problemas de legitimidad política de las instituciones francesas siguen ahí.