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Interview
SERGIO PEÑALVER
DIRECTOR GENERAL DE BLACKBINDER

«El principal reto es ir dándonos a conocer entre los músicos»

Carlos Piñuela, Koldo Ábrego y Sergio Peñalver son los tres socios de Blackbinder, una startup iruindarra creada en 2013. Aunque su perfil es técnico, Peñalver está al frente de una plantilla que cuenta con musicólogos y músicos entre sus empleados e inversores.


En nombre de la empresa hace referencia al archivador negro que los músicos utilizan para clasificar sus partituras. Paradójicamente, su objetivo es hacerlos desaparecer. Para ello han desarrollado una aplicación que ha despertado el interés de múltiples inversores. Prefieren no desvelar la estrategia con la que planean abordar un mercado potencial de 250 millones de clientes potenciales.

La idea surgió hace más de diez años. ¿Cómo nace?

Mientras asistía a un concierto de la Orquesta Nacional de España, Carlos (Piñuela) se dio cuenta de la cantidad de ruidos que se producen en la ejecución de una obra en directo, entre ellos, el del paso de páginas. También de que casi la mitad de la orquesta deja de tocar su instrumento en algún momento para pasar la página. Analizando su propio trabajo, cayó en la cuenta del problema que representa el trabajar la música en una estructura de páginas cuando la música es algo lineal; un flujo continuo de principio a fin, que no se merece estar encasillado en ese formato. Para reflejar este hecho, hemos creado Blackbinder, la primera solución tecnológica que se olvida de las páginas y muestra la música escrita de una forma continua, de forma similar a un telepronter o a un rollo de papel.

Desarrollaron la aplicación en colaboración con la Universidad Pública de Navarra y llegó al mercado en 2015. ¿Cómo funciona?

No reproducimos la partitura. Escuchamos la música y movemos la partitura de tal forma que el intérprete siempre está leyendo lo que necesita para tocar de una forma fluida. Le permitimos disfrutar de la interpretación sin preocuparse por pasar páginas, dar saltos abruptos para realizar repeticiones o cualquier otro inconveniente de trabajar con ese formato. La ventaja principal es que el músico no necesita nada para leer la partitura. Ni pedales, ni pinzas ni cellos para sujetar las páginas, puesto que no hay.

También permite el uso compartido por varios músicos.

Un músico puede realizar una anotación y compartirla con el resto de su agrupación, ordenar abrir determinada obra y en cada dispositivo se mostrará la particella correspondiente, o indicar moverse a determinado número de compás o marca y automáticamente todos los músicos estarán situados en ese lugar de la partitura.

 

¿En qué punto está la app?

En este momento estamos priorizando aquellas funciones que hagan que la adopción por parte de los músicos sea lo más natural y sencilla posible. No queremos que haga falta un «manual de usuario».

Aspiran al ser el estándar de lectores de partituras digitales.

Ser el estándar significa que cualquier músico que use partituras digitales en los próximos años lo haga usando nuestro formato. La base tecnológica ya la tenemos preparada y protegida por una patente europea que estamos extendiendo internacionalmente. El primer objetivo que nos marcamos es empezar a penetrar en el mercado y en ello estamos centrando nuestros esfuerzos actualmente.

¿Cómo monetizarán su uso?

Es algo que estamos validando con el mercado. La ambición de convertirnos en un estándar tiene un condicionante muy importante: no es prioritario facturar. Es mucho más importante facilitar el uso de la herramienta, aunque lógicamente nos interesa generar ingresos para poder auto-financiarnos.

¿Cuáles son sus retos actuales?

El principal reto es ir dándonos a conocer entre los músicos y conseguir tener un fondo de partituras suficiente para que cualquier músico pueda disponer de la que necesite. Por otra parte, en la Ciudad de la Música de Pamplona, vamos a poner en marcha una experiencia piloto para que varios profesores usen Blackbinder como herramienta en su actividad docente de forma habitual. También tenemos acuerdos para hacer conciertos tecnológicos con la Orquesta Nacional de España y con la Orquesta Sinfónica de Euskadi.

Es una herramienta para músicos hecha por músicos.

Así es. Contamos con dos musicólogas, dos programadores con estudios medios y superiores de Piano y con Carlos, con el título superior de Guitarra Clásica. Además, dentro de nuestro pull de inversores, contamos con dos músicos de referencia internacional que además nos ayudan activamente en el desarrollo de la tecnología.

Han participado en premios como los Toribio Echevarria en los que acaban de ser finalistas. ¿Qué supone para ustedes?

El reconocimiento es muy importante. Supone una alegría tanto para nosotros, como para la gente que tenemos alrededor y que sufre con nosotros y por nosotros. Pero además, los premios concentran gran cantidad de personas relacionadas con el mundo del emprendimiento, de la innovación y de la inversión y los contactos que se obtienen son de gran valor.