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El Kremlin muestra músculo bélico

Rusia lanzó ayer las maniobras militares conjuntas con Bielorrusia en su frontera occidental, colindante por tanto con países miembros de la UE y de la OTAN. El Kremlin las presenta como «puramente defensivas» y en clave «antiterrorista» pero los aliados, sobre todo los bálticos y los del este, las denuncian como una «demostración de fuerza».


El Kremlin organiza cada cuatro años maniobras militares en el Occidente ruso. Las anteriores fueron en 2013 y durante los tres años siguientes realizó rotaciones con ejercicios bélicos en otras regiones del vasto territorio del gigante euroasiático.

El Ministerio de Defensa ruso aseguró ayer, en el inicio de las maniobras Zapad-2017 (Occidente en ruso) que tienen «un carácter puramente defensivo y no van dirigidas a ningún país en concreto». En la misma línea, el comandante del distrito militar occidental de Rusia, Andrei Kartapolov, explicó la víspera que el guion de los ejercicios militares, que culminarán el miércoles 20 de setiembre, es «hacer frente a grupos extremistas que han penetrado en el territorio de la Unión Estatal (de Rusia y Bielorrusia) para cometer atentados terroristas».

El escenario de las maniobras serán seis polígonos militares situados en Bielorrusia, y otros tres en territorio ruso, en las regiones de Leningrado, Pskov y el enclave de Kaliningrado, todas fronterizas con la UE.

El simulacro «afrontará la infiltración de grupos extremistas» en Bielorrusia y el enclave de Kaliningrado desde tres países imaginarios (Veishnoria, Vesbaria y Lubenia), pero fácilmente identificables con Lituania, Letonia y Polonia. Concretamente, Veishnoia se hallaría en parte en el noroeste de Bielorrusia, la zona donde el régimen del presidente bielorruso, Alexandre Lukashenko, cuenta con cierta oposición.

Según Moscú, participarán unos 70 aviones y helicópteros, casi 700 piezas de armamento y vehículos militares, incluidos tanques y lanzaderas de misiles, y también diez buques de la Flota rusa del Báltico.

En las maniobras participan 12.700 militares, de ellos 7.200 bielorrusos y el resto soldados rusos. Esta cifra está justo por debajo de los 13.000 efectivos que, según la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea (OSCE), obligarían a la organización a aceptar observadores internacionales.

La OTAN ha sido invitada a desplegar tres observadores en las jornadas organizadas para los «visitantes». Para el secretario general de la Alianza Militar Atlántica, Jens Stoltenberg, estas invitaciones son «insuficientes en aras a la transparencia».

La cuestión del contingente implicado no es baladí. Muchos gobiernos aliados y analistas lo ponen en duda. Si ya en las maniobras Zapad-2013 las repúblicas bálticas cifraron en 75.000 los efectivos utilizados por Rusia, esta vez evocan «más de 100.000 soldados».

Cifra que también barajan analistas como Alexandre Golts y el gabinete IHS Jane´s, que consideran «ridícula» la cifra avanzada de 12.700 efectivos.

Pese al celo por cuantificar las maniobras, Stoltenberg negó que los ejercicios representen una «amenaza inminente», como han advertido los vecinos de Rusia, aunque aseguró que la OTAN «vigilará con calma», las maniobras militares. Aviones-espía de EEUU, Gran Bretaña, Francia y Suecia sobrevuelan desde hace días la frontera con Kaliningrado.

El grito en el cielo

Los países bálticos y Ucrania consideran insuficiente esta «vigilancia» e insisten en la tesis de que similares maniobras dieron paso en 2008 a la Guerra de los Cinco Días y en 2014 a la anexión rusa de Crimea. Obvian que fueron la incursión militar georgiana en Osetia del Sur y el golpe de Estado que siguió a la «revolución» del Maidan en Ucrania las que precipitaron ambos acontecimientos, no un plan pergeñado por el Kremlin y precedido por unas «oportunas» maniobras.

Impertérritos, dirigentes de estos países insisten en alertar de que las maniobras prepararían una «guerra a Occidente». Analistas militares como Golts destacan que «los ejercicios rusos trabajan sobre el escenario de un despliegue rápido de tropas, concebido para mostrar la capacidad de afrontar a un enemigo, no de atacarlo».

Todo ello no excluye que, más allá de las más o menos histriónicas reacciones de sus siempre temerosos vecinos, el gigante ruso muestra sin duda músculo militar, como ocurre por otro lado con los ejercicios militares de todos los ejércitos del mundo. Más si hablamos del segundo más letal tras el de EEUU.

Maniobras de Occidente

Mientras Rusia reivindica su derecho a hacer maniobras en su territorio, denuncia la expansión de la OTAN a sus fronteras.

Zapad-2017 se desarrolla casi en paralelo a ejercicios militares de EEUU en Ucrania –sus soldados desfilaron por primera vez en Kiev– y a las maniobras esta semana en Suecia, con 19.000 soldados simulando un «ataque de un oponente mayor».

La OTAN tiene desplegados 4.000 soldados en los países bálticos y en Polonia. La doctrina militar rusa considera desde 2014 a la Alianza Militar Atlántica su «primera amenaza».