Me vuelvo a la cama
Los rojiblancos echan por la borda el partido en apenas diez minutos de la primera mitad y después se ven sin recursos para remontar.
CELTA DE VIGO 3
ATHLETIC 1
Partido entre la comida y la merienda, en horario de siesta, acunado por un placentero sol otoñal bañando Balaídos, donde el Celta, club amigo y una afición hermanada con la bilbaina, no ganaba a los leones desde hacía 14 años, 7 meses y 13 días. Prólogo que invitó, desde la lejanía, a más de un athleticzale a echarse una cabecita para engancharse al encuentro ya avanzada la primera mitad y ver si la tan cacareada dinánima al alza del equipo tras vérselas con Barcelona y Östersund se plasmaba en algo positivo en tierras de meigas. Y a más de uno de esos lo que le dieron ganas fue de volverse a la cama. Media hora de encuentro y los leones perdían por un sonrojante 3-0, algo que no les sucedía desde febrero de 2005 ante el Betis. Marcador demasiado empinado ante el que el golazo de uno de los pocos salvables ayer, Raúl García, solo sirvió para mantener vivas unas esperanzas que se diluyeron en una segunda mitad de querer y no poder, igual que una metáfora de lo que le aguarda al Athletic de aquí a final de temporada, sufrir no ya para evitar un descenso en el que ni el ‘forofogoitia’ más agorero elucubre, sino para afrontarla con la mayor dignidad posible.
Porque este Athletic tiene toda la pinta de que va a sufrir. Sobre todo porque se le ve desnortado, sin recursos que no sea el sudor de su frente. No falta garra, tampoco falta actitud, ni predisposición, no se puede dudar del compromiso de estos jugadores, pero su propuesta futbolística se viene abajo como un castillo de naipes al primer derechazo al mentón. Sobre todo en esos partidos más alejados de los focos y donde el rival no es el Barcelona o te juegas una final continental anticipada. Esos son diez encuentros al año. El problema son el resto. Y ahí, este Athletic sin patrón de juego, sin gol ahora mismo, sin dinámica positiva, con titulares por debajo de su nivel, sin banquillo, con esfuerzos muy continuados incluidos para chavales recién ascendidos de Segunda B, no se sabe si va o si viene. El raquítico balance es de 11 puntos en la jornada 11ª, el peor Athletic desde la temporada 2008-98, y un Kuko Ziganda cada vez más cuestionado, el cuarto entrenador en la historia de Primera División con más derrotas al llegar sus cien primeros partidos en el banquillo, 57 ya en total.
Este es el panorama nada prometedor del equipo. Retratado en esos tres goles en apenas diez minutos, dos de ellos por unos flagrantes fallos de marcaje al rival en el que se focaliza toda la atención en el balón y no en el contrario que gana el espacio, y un tercero en el que el joven Núñez peca de lógica bisoñez, con media docena de presencias en máxima categoría. Culpar al jarrillero sería fácil, como dilapidar a Vesga –de regreso tras dos ausencias para oxigenar la medular y cambiado al descanso–, pero seguro que unos cuantos de los veteranos tendrán estas dos semanas de parón para reflexionar, conjurarse y liderar la obligada salida adelante, sabedores de que este conjunto no es de los que arroja la toalla.
Llegaba muy trallado el equipo a Balaídos y de ahí que Aduriz, Iturraspe o Lekue vistieran de chándal. Iniciales minutos en los que el Athletic salió decidido, mejor que un Celta replegado, que empezó a avisar con sus contras y golpeó primero en un cabezazo con parábola ante el que Kepa hizo de estatua. Fallo de marcaje al que seguiría otro individual de Núñez ante el más listo, Aspas, que subía el segundo, seguido del tercero, otro error de marca, del mismo celtiña. En diez minutos, todo por la borda. Desilusión que se agarró al clavo ardiendo de un Raúl García que no faltó a su cita con el gol en Vigo, anotando tras un bote pronto que se estrelló en las redes gallegas como un obús.
Ziganda movió ficha, dio entrada a Aduriz e Iturraspe por el sacrificado Vesga y un desafortunado Córdoba, el equipo, urgido, tiró de orgullo, mejoró en ataque con la posterior pero tardía entrada de Lekue en banda, atacó a los locales con el juego áreo que es donde sufre, pero la falta de gol le impidió siquiera soñar con emular lo hecho en Mestalla. Un buen Rubén le sacó un gol cantado a Laporte sobre la línea de meta, Núñez cabeceó fuera cuando debía haberlo hecho dentro, y el balón al lateral exterior del poste por Aduriz sobre la bocina fue como una pizca de sal sobre la herida. Del Celta, ni noticias. Ni defender el 3-1 con cierta solvencia supo hacer.
«No hay que explicar, no hay que hablar, lo que hay que hacer es trabajar», arengó un «jodido» Raúl García. Dos semanas al rincón de pensar... o eso o volverse otra vez a la cama. Como ayer.
Ziganda: «Vemos un equipo en casa y otro fuera»
«El parón nos viene bien, hemos tenido mucha tralla de partidos y el equipo lo acusa, necesita chispa. Será duro, largo y viene como es. Pero para recuperarnos de los esfuerzos viene bien», analizó Kuko Ziganda estas dos semanas de reflexión tras la derrota de ayer. Derrota explicada porque «en diez minutos hemos encajado tres goles, muy fáciles, y en Primera esas concesiones te penalizan y es muy difícil remontar. Hemos tenido un colapso de equipo en esos minutos, poco compactos y se ha decidido el partido». Insistió en que «hemos caído muy fácil en esos diez minutos, nos ha faltado más fortaleza, solidez, más calidad defensiva en esos dos primeros goles. Cuando encajas tan fácil pasas momentos malos. Luego lo intentas, seguramente con más corazón que cabeza». Y es que el navarro defendió que «el equipo no baja los brazos» y en la segunda mitad «quería, pero nos ha faltado ese gol para engancharnos, con nuestras armas, con centros, pero ha faltado ese acierto. Hemos querido pero no hemos podido». Sí se quejó de que «somos un equipo en San Mamés y otro fuera, y hay que corregirlo y hablarlo, no puede haber tanta diferencia. Con más tiempo lo analizaremos». Respecto al futuro, respondió que «yo miro el día a día, no objetivos a largo plazo. Pensar en el Villarreal. Tengo fuerzas, porque veo que tengo dos equipos, uno en casa y otro fuera. Y por eso creo en este equipo», reflexionó. J.V.